El mercado estadounidense sobrelleva un encadenamiento de afectados indicadores que no responden a las expectativas esperadas. Podemos mencionar entre ellos los pedidos de seguros de desempleo, la confianza del consumidor, y los gastos en construcción, además del irrebatible y aciago dato de empleo. Si se consolidara una atmósfera de malos fundamentos en el PBI, empleo e inflación, podría asegurarse la actual e insipiente aversión al riesgo que comienza a manifestarse. Corrieron dos semanas sucesivas de bajas en la cotización de acciones de EE.UU., antes de esta recuperación que sitúa el Dow Jones apenas encima de los 10 mil puntos. Hasta el 2 de Julio el índice S&P 500, cayo 8,5%. En el mismo periodo, la tasa del bono a 10 años bajó 26 puntos básicos-desde 3,24 hasta 2,98-, acumulando una baja de 85 puntos desde el cierre de Abril.
Cuando observamos Europa, y hacemos referencia a las bajas en la calificación de la deuda de Grecia y España en el bimestre Abril y Mayo, podemos ver que las pérdidas acumuladas ya recorren el 15%. Es importante destacar que todo esto acontece en medio de una caída en la tasa de interés de los Treasury Bonds, como consecuencia de la suba en sus cotizaciones. Es decir, suben los bonos, bajan las acciones; esto muestra como los inversores temen por la “economía privada” y se protegen comprando bonos del Tesoro (estado) No vemos señales de “alarma”, pero se observa una cierta prevención ante un presunto retroceso en la velocidad de crecimiento exhibido hasta el momento. Claramente los porcentajes de caída en las bolsas y las materias primas difieren de los experimentados entre Septiembre de 2008 y comienzos de 2009, a partir de la crisis financiera de EE.UU., y es interesante resaltar que los bonos y monedas de los países emergentes se muestran saludables, es auspicioso que esta vez no han sido afectados por esta insinuada aversión al riesgo que afecta a los países centrales. En general, cuando “estornudaba” un país rico, el mercado global se resfriaba y, comenzaban las turbulencias afectando los activos de los países emergentes que participaban de las desventajas. Si bien el riesgo financiero de los bonos emergentes remontó, lo hizo en dimensiones consistentes con la baja en la tasa de interés libre de riesgo que representan los bonos del Tesoro de EE.UU. Los spreads de los emergentes (EMBI) se expandieron de 315 a 340 bp. (diferencial de tasas de 3,15% paso a 3,40%) Por último, las cotizaciones de moneda a partir de “la tragedia griega”, también se mantuvieron en precios semejantes frente al dólar y, esto también hay que resaltarlo porque es muy positivo que sin intervención de los bancos centrales ni del FMI, no haya habido depreciaciones significativas. Siento que hay algo que esta cambiando y no se ve…
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