domingo, 28 de septiembre de 2008

La crisis de los mercados

A New York se le suele llamar “la Capital del Imperio”, sarcásticamente. Como si fuera una ciudad que reina sobre los reyes de la tierra. Wall Street da gloria al libre mercado y confiesa su fe en seguir su guía.
Cualquier visitante de la zona financiera de New York ha visto allí lugares altos, imágenes, esculturas, imágenes fundidas en metales. Algunas se están retirando de las fachadas hoy mismo, y ciertos lugares altos del ranking, por ejemplo el anterior Banco en el puesto 4. Me refiero al Banco de Inversión que el 10 de Marzo de 2008 en el diario Ámbito Financiero, a través de un ejecutivo argentino dijo: “Argentina está considerada por lo inversores como un defaulteador serial”.- ¿Que está pasando?- ¿Se quebró el báculo de las finazas mundiales en Wall Street? – Un lector de las escrituras recordó el texto: -“No es extraño que gobernantes se levanten de sus sillas y pregunten: ¿Tú también te debilitaste como nosotros y llegaste a ser como nosotros?”.
En las últimas semanas los mercados financieros de EEUU y el resto del mundo fueron sacudidos y los operadores económicos convulsionados. En unos pocos días grandes “ídolos” de las finanzas mundiales cayeron. Primero fue Fannie Mae y Freddie Mac, luego Lehman Brothers, Merrill Lynch, la mayor aseguradora: AIG, Washington Mutual. Morgan Stanley y Goldman Sachs dejan de ser Bancos de Inversión. Hasta grandes bancos como Wachovia estuvieron en una situación de precariedad descomunal. Una enorme desconfianza provocó una extraordinaria y fulminante sensación de “final”. Ante los temores de una ola generalizada de quiebras, los inversores aceleraron la liquidación de posesiones riesgosas y se refugiaron en otras supuestamente más seguras. Este vuelo hacia una “mejor calidad de inversión” (“flight to quality”) llevó al derrumbe de las bolsas de valores de todo el mundo, y provocó una fuerte salida de capitales de países (emergentes)que poco y nada tenían que ver en el asunto, induciéndoles caída en el precio de sus commodities (petróleo, metales, soja, trigo, etc.) Al mismo tiempo, se produjo una impresionante revalorización del oro y de las cotizaciones de los bonos que emite el Tesoro americano de corto plazo, que terminaron desplomando sus tasas de rendimiento a su menor renta desde 1940. El Gobierno de los EE.UU., contradiciendo las convicciones de sus más prestigiosas Universidades, intervino con una batería de medidas monetarias, rescatando entidades como Fannie, Freddie, AIG, al estilo “llame ya”. En solo un día se gastarán 700 mil millones de dólares que alguien deberá pagar en el futuro. Lo cierto es que como el accionar caso por caso no resultaba suficiente para detener la crisis, el Gobierno de los EE.UU. decidió dar un shock de estatización y nacionalización, poniendo fin a 35 años de convicciones y recomendaciones económicas contrapuestas. Paradójicamente la mitad de tiempo que le llevó a la URSS reconocer la decadencia de su sistema económico.
De este modo, se anunció un “mega-plan” que busca estabilizar los mercados, apelando al intervencionismo estatal más furibundo de los últimos tiempos. Según dicen, está medida podría evitar una catástrofe mayor, aunque de aquí en adelante, toda verdad económica pasará a ser provisional o relativa. Tan relativa que el secretario del Tesoro Henry Paulson dijo que si hace falta más dinero del solicitado al congreso, seguirán pidiendo.
Aunque las medidas adoptadas permitan evitar males mayores, el agravamiento de las condiciones financieras internacionales traerá secuelas en el mundo, difíciles de evitar. En primer lugar, la magia financiera de la globalización cambiará significativamente, ya que el modelo de banca de inversión se encuentra en extinción. Una banca de inversión independiente, sin ningún tipo de regulación y altamente endeudada; apalancada sobre bienes cuyos precios crecen como una burbuja que en cualquier momento se pincha, no es sustentable por más tiempo. Probablemente pasemos a otro sistema con muchas de estas entidades otrora emblemáticas, fusionándose con bancos comerciales, por lo tanto, habrá más concentración.
Esto implicará que las nuevas entidades fusionadas o absorbidas por otras, pasen a estar sujetas a las regulaciones bancarias habituales y por ende a una mayor supervisión estatal. Es probable que se produzca un alud de regulaciones específicas sobre la actividad de la banca de inversión, de aquí en adelante. Habrá menos crédito, se transitará el camino inverso al que vivió el mundo desarrollado en estos años.
Por último, la magnitud que ha adquirido la crisis mundial terminará afectando mucho más la economía de EEUU, y del mundo. Parece estar lejos de alcanzar el piso de la crisis. Una desaceleración más fuerte de la economía mundial está en marcha. La economía mundial se desacelera y, aunque las perspectivas han mejorado por un fin de semana en cuanto a lo financiero gracias al “mega-plan” lo cierto es que la crisis financiera no ha terminado. Podría repetirse nuevos incidentes, cabe esperar una fuerte aversión al riesgo, con salida de capitales de países emergentes a favor de la “gran aspiradora” que viene tomando prestado del resto del mundo 2 mil millones de dólares por día. Aunque los efectos serán diferenciados en los distintos países, la salida de capitales y la probable desaceleración en los flujos de inversión extranjera directa probablemente impacten con mucha más fuerza en economías más abiertas e integradas como Brasil o Perú, los países mas encomiados hasta septiembre, siendo menor los efectos por esta vía sobre Argentina, como consecuencia de su creciente independencia. En este contexto, sorprende, que el Gobierno argentino esté tranquilo, potenciando la ira de quienes proyectando sus deseos, ven fracasar sus pronósticos, año tras año desde 2002. El pago de la deuda al Club de París y las propuestas de Bancos para pagar al remanente de holdouts (tenedores de títulos argentinos que no entraron en el canje de la deuda del 2005) es anunciado ridícula o milagrosamente en lo peor de una crisis mundial. Saque cada uno sus conclusiones. Es una noticia que contrasta con la lógica de una crisis financiera.
Las calificadoras de riesgo que no pudieron proteger a los inversionistas de la catástrofe mediante sus “notas” preventivas, un día antes de la quiebra y la debacle cambiaban su opinión, pero ya no había más tiempo.
Ejecutivos que con manipulaciones de modelos matemáticos, poca experiencia y mucha arrogancia arruinaron a sus inversores, hoy buscan empleo. Inversionistas que pusieron su confianza en los ídolos de Wall Street, viven en una montaña rusa donde un día de euforia recuperan 20%, y al otro día les invade el pesimismo provocando caídas de la misma magnitud. Unos y otros tienen una clave para recuperar la confianza, está escrita en el billete que cotiza la NYSE; allí dice “en Dios confiamos”.