El informe de empleo estadounidense de Junio es artificioso. En el contexto de una economía que se recupera perezosamente, si se observa detenidamente, las mejoras de la macroeconomía no son consistentes con la evolución del empleo. Apenas conocido el reporte, el mercado tuvo una reacción negativa, dado que el resultado estuvo bastante por debajo de las expectativas. La verdad es que la economía norteamericana destruyó 125.000 empleos en el mes de Junio, superando 25% la pérdida de 100.000 puestos de trabajo que se esperaba, representando a la vez, la primera caída del año 2010.
Decía que el informe es artificioso, si se lo analiza correctamente, se deben descontar los efectos de las contrataciones del sector público para el Censo 2010. Si se lo hace, se observa el efecto neto de los empleos temporarios, porque el sector privado creo solamente 83.000 empleos (-25%) de los 110.000 que esperaba el mercado. El sector servicios aporto desde el sector privado una creación de 91.000 puestos de trabajo, aterrizando (48%) de los últimos 174.000 de Abril, haciendo caso omiso que se viene de una cifra absurda de 20.000 empleos creados en el mes de Mayo. Conociendo que este es el sector clave que impulsa el mercado laboral estadounidense, no es un dato menor; recuerde que hablamos del 70% de los empleos de los trabajadores del país.
Si en los servicios la cosa viene mal, en el sector productor de bienes el panorama es aflictivo; en el mes de Junio se registró una declinación de 8.000 empleos. Es que el sector industrial, después de haber restablecido parte de su dinámica en los primeros cinco meses del año, en Junio tuvo una creación de sólo 9.000 empleos, muy por debajo del promedio de 25.000 que reveló entre Enero y Mayo. Si hablamos de la construcción, tenemos que decir que continua en terapia intensiva, en Junio destruyó 22.000 empleos, y ha registrado variaciones negativas en 2/3 del primer semestre. La construcción que tuvo un boom entre 2003-2007, hoy emplea 35% menos de trabajadores, con respecto a la previa de la “crisis de las hipotecas”, este sector podría ser un valioso elemento dinamizador por su efecto contagio, pero no despega.
No obstante luce borroso que la tasa de desempleo bajó de 9,7% hasta 9,5%; esto se quiso presentar como un dato positivo, pero hay que explicar que correspondió a una caída de la población económicamente activa y no a un incremento del empleo. La realidad, es que el mercado laboral sigue “en terapia intensiva” después de la crisis, en el contexto de una economía que destruyo 8,500,000 puestos de trabajo en solo 20 meses. Si todo sigue así, la tasa de crecimiento esperada para la recuperación puede desacelerarse y ser mucho más débil de lo proyectado por el “Comité de buenas noticias del pueblo de Spriengfield”
A esta altura, parece obvia la necesidad de mantener los estímulos fiscales hasta que el empleo, el crédito y el consumo privado reaparezcan. Keynes, todavia no puede irse.
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