jueves, 28 de abril de 2022

INCUBADORA Y FONDO DE INVERSION



Necesitamos una incubadora y un fondo de inversión para emprendedores. El talento argentino está. Falta motivación y cabezas solidarias que amen al país y su gente. Podemos y debemos ser los mejores y después de triunfar, quedarnos en la Argentina

  

Cuando en 2012 le enviamos esta idea a la presidenta, esperábamos que nos reciba, pero nos derivó a Lino Barañao. Fuimos muy entusiasmados a la reunión. Inconveniente, el ministro no estaba. Los jóvenes que nos atendieron subsecretario de y director nacional eran agradables, pequeños como nuestros hijos y, aunque se sentían entusiasmados, nos adelantaron que no tenían atribuciones de ningún tipo.

 

De haber prosperado, hoy la militancia política podría tener empresarios nacionales y populares, porque no toda la juventud tiene que estar en un cargo público cuando existe un proyecto político. Necesitamos “sangre nueva”, después del intento fallido de Néstor Kirchner, que pretendió hacerlo con una burguesía nacional indiscutiblemente viciada.

 

Parecía que el proceso iniciado en 2003 no tenia retorno, pero era enorme la tarea que faltaba completar, se necesitaban ideas y herramientas que permitieran no solo consolidar lo realizado, sino también trazar nuevos caminos para continuar con la “construcción económica” de aquel proyecto.

Había que perpetuar la creación de empleo, e introducir y consolidar los negocios del Estado argentino en el mundo. Innovación y creatividad, son las llaves para retomar las altas tasas de  crecimiento que necesitamos para los próximos años. Es ineludible habilitar la apropiación de la riqueza potencial que una vez consolidada, vemos marcharse fuera del país. Riqueza que genere fuentes de trabajo para la juventud que fue invitada a participar.

 

Soñemos otra vez

 

En 10 años podemos tener una pequeña pero pujante burguesía nacional, compuesta por emprendedores con conciencia social, que festejen lo nuestro, y se conviertan en empresarios exitosos que dejan de irse a vivir al Uruguay cuando prosperan. En Argentina la gana, pero una vez “hecha”, se la llevan porque es un país inseguro…

Los surtidores de dólares tradicionales, lógicamente tienen sus objetivos no alineados con el proyecto particular de ningún país. Acceder a  mecanismos que generen capital propio reducirá la dependencia de fuentes de financiamiento externas.

 

La conexión de “Ciencia y Tecnología” con la vida real, luego de la costosa repatriación de científicos, fue y es un deber. El trabajo realizado fue extraordinario, pero interrumpido y destrozado. Demandamos objetivos de “negocios país”, a mediano y largo plazo. Acariciamos la posibilidad de fortalecer la biósfera de innovación, con una generación de “ejecutivos argentinos”, percibimos el hecho de entrenarlos y verlos triunfar.

 

Generar empleo y acumular capital es una tarea que tendrá resultados entre 5 y 10 años. Hay que posicionar a la Argentina y a los argentinos como artífices de centros de emprendedorismo e innovación en el mundo. Nos sobra talento. La creación de una Incubadora y un Fondo Para Emprendedores permitiría articular 4 o 5  iniciativas anuales, estableciendo fuentes de trabajo y rentabilidad futura. Hay que hacer lo que normalmente los hombres de negocios llaman “trade off” (Cambiar esfuerzo presente por beneficio futuro). Esta es la forma que permitirá a la Argentina sustituir la semi dependencia que hoy tiene con la producción primaria.

 

¿Por qué alentar u



na camada de emprendedores y nuevas empresas?

 

Porque es el momento, porque los emprendedores son decisivos para “formar” una nueva e imprescindible burguesía nacional. Los que blanquearon la cuarta parte de lo que fugaron, ya están enviciados. Desarrollar empresarios con la historia e idiosincrasia contemporánea, necesitara patrocinio del Estado. Hay que desarraigar 45 años de una visión financiera, que procuró la ganancia de inmediatez novelesca.

 

Los emprendedores y científicos son la materia prima de la innovación, porque no están limitados por barreras mentales idiosincrásicas, aunque ambos necesitan entornos convenientes para desarrollar proyectos y luego liderarlos cuando sean empresas. Es que la experiencia empresaria y el financiamiento son elementos críticos para el éxito, porque sin estos componentes no hay inicio ni crecimiento; y entonces, aun los científicos están destinados al fracaso, en el mundo de los negocios reales.

 

Los emprendedores de espíritu (existen emprendedores sociales) pueden ir fácilmente a conectar los esfuerzos que se hicieron en materia de productividad e innovación en Ciencia y Tecnología. El motor de la economía Argentina necesita trabajar con 4 cilindros: Ciencia (1), que se convierta en Negocios (2), obteniendo financiamiento (3), planes liderados por los mejores recursos humanos con soporte de entrenamiento y experticia (4).

 

Si se pone en marcha ese motor, los argentinos tendremos “el activo estratégico”. La política viene convocando y albergando jóvenes desde 2002, pero ahora es hora de crearles espacios y facilitarles oportunidades para que no se frustren. La militancia empresarial no consiste en conectarse con una agrupación, necesitamos empresarios militantes del futuro argentino, y para eso tenemos que incubarlos y acelerarlos.

 

El crecimiento de la nueva economía que se está reconfigurando, cierra con inversiones y gente trabajando. Pensemos que los empresarios sean jóvenes y locales, capaces de crear empresas de rápido crecimiento y alta capitalización. Fructifiquemos para invertir $1.000.000 y proyectar una salida a la bolsa con capitalización de $200.000.000 entre 5 y 7 años, con proyectos  altamente reproductivos como lo fue Internet y otros portentos que disimulan haber sido esponsorizados por el Estado norteamericano. Para eso es indispensable la creación de un Fondo con apoyo periférico profesional y entrenado. Todos sabemos que salir a colocar deuda para un emprendedor argentino, no es una opción.

 (*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

 

 

 

 

 

 


RETOMAR LA INICIATIVA

 


Para retomar la iniciativa, podríamos comenzar con el direccionamiento del crédito bancario. Lo que necesita el Ministerio de Economía y el BCRA es recalibrar la Ley de Entidades Financieras, para que la banca se parezca más a las entidades del resto del mundo desarrollado. Precisamos una Ley que garantice el incremento de los préstamos a los individuos, emprendedores tecnológicos y de otro tipo, como así también a las PYMES, para estimular la demanda domestica, el crecimiento y eldesarrollo. El sistema bancario argentino no compite ni vagamente con el de los países desarrollados que otorgan préstamos a tasas bajas, financian capital de trabajo, estimulan la inversión productiva y las exportaciones de manufactura.

La calamidad que nos aplasta hace 45 años (RF.6/1977) no se resuelve con burocracia privada y mejoras incrementales. Aun el régimen financiero oficinesco es ineficiente. Es necesaria una reingeniería fundamental de todo el sistema financiero, incluyendo la declaración oficial como “servicio público parcial con actividad esencial”. Los bancos tienen que hacer alguna cosa gratis. No es posible que cada persona bancarizada pague $60.000 anuales solo para tener tarjeta y una cuenta corriente. Eso genera “anti bancarización, y por lo tanto, altos niveles de actividad en negro”. Los bancos deben cumplir mínimamente una función con compromiso con el bienestar general. No puede ser que en el partido de Lomas de Zamora para llegar a un cajero automático haya que transitar 20 cuadras y estén cerrando sucursales. No hay suficiente personal en las sucursales ni bastantes cajeros automáticos en todo el país.

Alberto Fernandez arrancó con un programa sencillo y propósitos moderados para atender a los damnificados del efecto “tierra arrasada”, detrás sobrevino el temporal coronavirus que amplió las necesidades iniciales de forma amplificada. La creación de “espacio fiscal” obtenida para estimular la demanda quedará completamente desactualizada en un par de años. Es necesario crear un fondo financiero para el desarrollo y, otorgar a las PYMES y las empresas de la economía popular créditos no reembolsables por alrededor de 2% del PBI.

El BCRA debe impulsar una política monetaria mucho más expansiva. En la Argentina no hay crédito y el que se ofrece es caro. Es necesario procurar también el descenso de las tasas de interés, suministrando liquidez e  impulsando el crédito al sector privado; como lo hizo y continúa haciendo EE.UU. y Europa por 14 años (desde 2008), aun hoy, en medio de una inflación altísima.

En este preciso momento los países desarrollados están aplicando medidas que problematizan la mano invisible como razonamiento para alcanzar el bienestar social máximo mientras se busca el interés propio. El sometimiento argentino desde 1976 a la lógica financiera llevó el país a la ruina. No existe ningún país que haya alcanzado un alto grado de desarrollo con una estructura económica basada en exportación de recursos naturales y especulación financiera. El resultado es que después de 45 años de sometimiento a esa “sensatez”, alrededor de 37% de los argentinos clama por comida y trabajo.

Según las autoridades del ministerio de economía del gobierno cívico militar de Videla y Martínez de Hoz, la reforma de 1977 había sido impulsada con la finalidad de modernizar el sistema financiero argentino y mejorar el funcionamiento del BCRA. Todo esto para apegarse a la creación de ahorro, uno de los principales problemas de la economía argentina. A través de este progreso, los bancos otorgarían abundantes préstamos para el desarrollo, pudiendo estimular la competencia entre bancos, para que los costos procedieran a la baja y los usuarios pudieran apalancar sus actividades productivas. Así proliferaron entidades sin ningún tipo de control cuyos depósitos a plazo fijo eran endosables y garantizados por el BCRA. Falsificaciones a granel, en tres años solo el BIR (Banco de Intercambio Regional le costó al país, 3.000 millones de dólares de 1980). Se desbordaron los límites del disparate.

La realidad es que las distorsiones que ha dado lugar aquella Ley (21.595) contribuyó a la destrucción tendenciosa de la industria nacional, mediante una pésima asignación de los recursos financieros, creando un creciente espíritu de financiarización especulativa que hizo multimillonarios a unos pocos grupos industriales argentinos y empresas extranjeras reconvertidos para dedicarse a la “timba financiera”. Desde entonces el alto costo financiero se ha convertido en uno de los problemas estructurales de nuestra economía. Cada eslabón de la actividad económica se esfuerza bajando costos de todo tipo para seguir manteniendo el gasto financiero y trasladarlo como una de las claves de la inflación. Un préstamo promocional en 12 cuotas a un cliente excelente en un banco privado le cuesta por todo concepto-incluyendo impuestos- 60.55% anual, están creando expectativas inflacionarias de no menos de 55% para los próximos 12 meses. (TNA 40%), (TEA 48.21%), (CFTEA 60.55%)

 

El abandono de los instrumentos elementales de regulación condujo a una serie de abusos legalmente dañinos que atentaron contra el desarrollo de la economía argentina, y continúan castigando la producción desde hace más de cuarenta años.

Hay que decir que antes de la mencionada Ley, los préstamos tampoco eran abundantes y el sistema financiero era bastante acotado. Pero las empresas podían acudir al  Banco Nacional de Desarrollo para comprar maquinarias, al Banco Hipotecario para comprar una planta industrial. Con la descentralización de los depósitos se echaron las bases de un sistema financiero que incentivó el mecanismo de endeudamiento y fuga con estímulos evidentes y facilidades extraordinarias para desangrar la economía argentina. En 45 años la deuda pública creció 50 veces. Es decir por cada 1 dólar que debíamos debemos 50 dólares. Ni remotamente vivimos en un país 50 veces mejor, para empatar.

Claramente nunca se estimuló la prestación de un servicio financiero de reducido costo, de fomento, ni eficiente. Se puso en manos de bancos, financieras y mandatarias privadas el manejo de las variables estratégicas fundamentales del sistema capitalista para que arbitren entre su propia rentabilidad y el desarrollo de la actividad productiva, científica y cultural del país.

La singular contenida avaricia de los banqueros se volvió frenética al otorgársele semejante espacio. Antes de la descentralización de los depósitos tenían que trabajar y asumir riesgos para generar utilidades. Ahora basta con inventar un debito automático imperceptible de 1 dólar por mes de la cuenta corriente, para recaudar 12 dólares anuales,  de 1 millón de clientes anestesiados que viven “haciendo una vaquita” para mantener accionistas de bancos.

Es necesario introducir ajustes de magnitud a los abusivos spreads que todavía hoy se están aplicando, sin contar el despojo que produjo el déficit cuasi fiscal registrado en los últimos seis años. Las consecuencias públicamente conocidas que derivaron en mayo de 2017 con 2.3 bases monetarias, mediante un creciente vinculo especulativo (LEBAC, LELIQ, CREDITO DE CONSUMO) combinado con la flexibilidad de entrada y salida de capitales del macrismo, no solo ha dificultado las posibilidades de alcanzar niveles óptimos de crecimiento de la actividad económica, sino que la destruyeron literalmente. Y, este Gobierno aun sigue sin solucionarlo.

Por las circunstancias sucintamente expuestas, en el actual contexto social y economico resulta indispensable reintegrar al BCRA la dirección del sistema financiero (tercerizado en los bancos privados nacionales y extranjeros hace 45 años), a fin de que vuelva a constituir la fuente natural de financiación de la industria, el comercio, la economía popular, las PYMES y los particulares, creándose condiciones que posibiliten un uso adecuado del ahorro argentino.

Es necesario enviar al Congreso un proyecto de Ley por el cual se proceda a la centralización y direccionamiento del crédito bancario por parte del BCRA. Desde allí los bancos recibirán cupos para los fondos, en carácter de mandatarios y no de consignatarios del ahorro argentino.

Es inconcebible dejar impune la estafa perpetrada por un grupo empresario al Banco de la Nación Argentina. No hablemos mas del costo del subsidio a la energía, cuando el BNA le otorgó 300 millones de dólares a un solo grupo economico, que nunca pensó en devolverlo.  Es paradójico que para no ir presos consiguieron 10 millones de dólares en 5 minutos. Los directorios de los bancos oficiales deben tener una participación mayor de los sindicatos de la economía formal y de la economía popular.

El sistema financiero no puede ser el único sector de la economía que mantenga sus márgenes de beneficio con pandemia, con guerra, con recesión, con default, siempre. Por su actual actividad de intermediación entre depósitos y créditos se le puede reconocer a los bancos una comisión o spread razonable como en el resto de “los países serios”. El BCRA podría canalizar los créditos mediante redescuentos y adelantos a las entidades según renovados criterios de distribución, alineados a la actual crisis internacional, privilegiando los objetivos de desarrollo humano y productivo. La relación bancos-clientes se podría mantener sin variantes.  

El sistema tiene que tener como propósito maximizar el control monetario por parte del BCRA y apegarse a una adecuada optimización de los recursos financieros argentinos, de acuerdo a las necesidades y requerimientos de una economía de guerra. Debemos retomar los instrumentos clásicos de regulación y el ejercicio de esa función mediante la asignación directa de fondos dirigidos a las actividades que el Gobierno nacional priorice en estas horas aciagas.

Es evidente que la capacidad de préstamo para las empresas argentinas industriales y comerciales, PYMES y particulares resultante del actual nivel de depósitos trascenderá la escasez y mejorara los altísimos costos vigentes.

Bien sea por excesivas ganancias o lo que es peor, para mantener un sistema financiero ineficiente, cuyos márgenes necesarios para sobrevivir sean los actuales, no podemos aplicar la función subsidiaria del Estado y someter al conjunto de la sociedad, para sostener el estatus actual.

(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

EL CRÉDITO. UNA LIMITACIÓN INSOSTENIBLE

 


Ya no es posible que los depositantes sean argentinos y los receptores del crédito empresas extranjeras que a su vez le venden a ciudadanos argentinos y luego envían sus utilidades a sus casas matrices. Necesitamos direccionar el crédito bancario. Antes de la RF 6/77, las empresas extranjeras debían fondearse con sus casas matrices o con sus bancos extranjeros. Lo que necesita el Ministerio de Economía y el BCRA es recalibrar la Ley de Entidades Financieras.

Debe establecerse un plan en que la banca se parezca más a las necesidades de los argentinos. Precisamos que existan mecanismos que garanticen el incremento de los préstamos personales, emprendedores tecnológicos, emprendedores de la economía popular, incluyendo obviamente a las PYMES, para estimular la demanda domestica, el crecimiento y el desarrollo. El sistema bancario argentino no es competitivo como el de los países desarrollados donde se otorgan préstamos a tasas bajas, financia capital de trabajo, estimulan la inversión productiva y las exportaciones de manufactura.

La calamidad que nos abate hace 45 años (RF.6/1977) no se resuelve con burocracia privada y mejoras incrementales. Aun el régimen financiero oficinesco de los bancos es ineficaz para atender al cliente. Es necesaria una reingeniería fundamental de todo el sistema financiero, incluyendo la declaración oficial como “servicio público parcial con actividad esencial”. Los bancos tienen que hacer alguna cosa gratis. No es posible que cada persona bancarizada pague $60.000 anuales solo para tener tarjeta y una cuenta corriente. Eso genera “anti bancarización, y por lo tanto, altos niveles de actividad en negro”. Los bancos deben cumplir mínimamente una función con compromiso con el bienestar general y el Estado.

No puede ser que en el partido de Lomas de Zamora para llegar a un cajero automático haya que transitar 20 cuadras y los bancos ahora mismo estén cerrando sucursales. No hay suficiente personal en las sucursales ni bastantes cajeros automáticos en todo el país. Para conseguir depositar en cajeros de nuestro banco, en un barrio acondicionado de CABA, algunos tienen que recorrer 20 cuadras

Alberto Fernandez arrancó con un programa sencillo y propósitos moderados para atender a los damnificados del efecto “tierra arrasada”, detrás sobrevino el COVID que amplió las necesidades iniciales de forma amplificada y, ahora la guerra en Europa. La creación de “espacio fiscal” obtenida por Martin Guzmán para estimular la demanda quedará completamente desactualizada en un par de meses, por una serie de shocks exógenos. Por lo tanto es necesario crear un fondo financiero para el desarrollo y, otorgar a las PYMES y las empresas de la economía popular créditos no reembolsables por alrededor de 2% del PBI. No todo es subsidio directo. Con dinero secundario bien administrado, se puede hacer mucho.

El BCRA debe impulsar una política monetaria mucho más expansiva. En la Argentina no hay crédito y el que se ofrece es caro. Es necesario procurar también el descenso de las tasas de interés, suministrando liquidez e  impulsando el crédito al sector privado; como lo hizo y continúa haciendo EE.UU. y Europa por 14 años (desde 2008), aun hoy, en medio de una inflación altísima.

En este preciso momento los países desarrollados están aplicando medidas que problematizan la mano invisible como razonamiento para alcanzar el bienestar social máximo mientras se busca el interés propio. El sometimiento argentino desde 1976 de la lógica financiera llevó el país a la ruina. No existe ningún país que haya alcanzado un alto grado de desarrollo con una estructura económica basada en exportación de recursos naturales y especulación financiera. El resultado es que después de 45 años de sometimiento a esa “sensatez”, alrededor de 37% de los argentinos clama por comida y trabajo.

Según las autoridades del ministerio de economía del gobierno cívico militar de Videla y Martínez de Hoz, la reforma de 1977 había sido impulsada con la finalidad de modernizar el sistema financiero argentino y mejorar el funcionamiento del BCRA. Todo esto para apegarse a la creación de ahorro, uno de los principales problemas constantes de la economía argentina, desde siempre. A través de este progreso que traían los economistas de la dictadura, los bancos otorgarían abundantes préstamos para el desarrollo, pudiendo estimular la competencia entre bancos, para que los costos procedieran a la baja y los usuarios pudieran apalancar sus actividades productivas. Sucedió todo lo contrario. Así proliferaron entidades sin ningún tipo de control cuyos depósitos a plazo fijo eran endosables y garantizados por el BCRA. Falsificaciones a granel, en tres años solo el BIR (Banco de Intercambio Regional le costó al país, 3.000 millones de dólares de 1980). Se desbordaron los límites del disparate.

La realidad es que las distorsiones que ha dado lugar aquella Ley (21.595) contribuyó a la destrucción de la industria argentina, mediante una pésima asignación de los recursos financieros, creando un creciente espíritu de financiarización especulativa que hizo multimillonarios a unos pocos grupos industriales argentinos y empresas extranjeras reconvertidos para dedicarse a la “timba financiera”. Desde entonces el alto costo financiero se ha convertido en uno de los problemas estructurales de nuestra economía. Cada eslabón de la actividad económica se esfuerza bajando costos de todo tipo para seguir manteniendo el gasto financiero y trasladarlo. Esta es una de las claves de la inflación en la Argentina. Un préstamo promocional en 12 cuotas a un cliente excelente en un banco privado le cuesta por todo concepto-incluyendo impuestos- 60.55% anual. Hoy están creando expectativas inflacionarias de no menos de 60% para los próximos 12 meses. (TNA 40%), (TEA 48.21%), (CFTEA 60.55%).

El abandono de los instrumentos elementales de regulación condujo a una serie de abusos legalmente dañinos que atentaron contra el desarrollo de la economía argentina, y continúan castigando la producción desde hace cuarenta y cinco años.

Hay que decir que antes de la mencionada Ley, los préstamos tampoco eran abundantes y el sistema financiero era bastante acotado. Pero las empresas podían acudir al  Banco Nacional de Desarrollo para comprar maquinarias, al Banco Hipotecario para comprar una planta industrial. Con la descentralización de los depósitos se echaron las bases de un sistema financiero que incentivó el mecanismo de endeudamiento y fuga con estímulos evidentes y facilidades extraordinarias para desangrar la economía argentina. En 45 años la deuda pública creció 50 veces. Es decir por cada 1 dólar que debíamos debemos 50 dólares. Ni remotamente vivimos en un país 50 veces mejor, para empatar.

Claramente nunca se estimuló la prestación de un servicio financiero de reducido costo, de fomento, ni eficiente. Se puso en manos de bancos, financieras y mandatarias privadas el manejo de las variables estratégicas fundamentales del sistema para que arbitren entre su propia rentabilidad y el desarrollo de la actividad productiva, científica y cultural del país.

La singular contenida avaricia de los banqueros se volvió frenética al otorgársele semejante espacio. Antes de la descentralización de los depósitos tenían que trabajar y asumir riesgos para generar utilidades. Ahora basta con inventar un debito automático imperceptible de 1 dólar por mes de la cuenta corriente, para recaudar 12 dólares anuales,  de 1 millón de clientes anestesiados que aportaran 12 millones de dólares “haciendo una vaquita” mensual para mantener accionistas de bancos extranjeros.

Es necesario introducir ajustes de magnitud a los abusivos spreads que todavía hoy se están aplicando, sin contar el despojo que produjo el déficit cuasi fiscal registrado en los últimos seis años. Las consecuencias públicamente conocidas que derivaron en mayo de 2017 con 2.3 bases monetarias, mediante un creciente vinculo especulativo (LEBAC, LELIQ, CREDITO DE CONSUMO) combinado con la flexibilidad de entrada y salida de capitales del macrismo, no solo ha dificultado las posibilidades de alcanzar niveles óptimos de crecimiento de la actividad económica, sino que la destruyeron literalmente. Y, este Gobierno aun sigue sin solucionarlo.

Por las circunstancias sucintamente expuestas, en el actual contexto social y economico resulta indispensable reintegrar al BCRA la dirección del sistema financiero (tercerizado en los bancos privados nacionales y extranjeros hace 45 años), a fin de que vuelva a constituir la fuente natural de financiación de la industria, el comercio, la economía popular, las PYMES y los particulares, creándose condiciones que posibiliten un uso adecuado del ahorro argentino.

Es ineludible proceder a la centralización y direccionamiento del crédito bancario por parte del BCRA. Desde allí los bancos recibirán cupos para los fondos, en carácter de mandatarios y no de consignatarios del ahorro argentino.

Es inconcebible lo funcional que es el sistema para perpetrar una estafa por un grupo empresario al Banco de la Nación Argentina. No hablemos más del costo del subsidio a la energía, cuando el BNA le otorgó 300 millones de dólares a un solo grupo economico, que nunca pensó en devolverlo.  Es paradójico que para no ir presos consiguieron 10 millones de dólares en 5 minutos. Los directorios de los bancos oficiales deben tener una participación mayor de los sindicatos de la economía formal y de la economía popular.

El sistema financiero no puede ser el único sector de la economía que mantenga sus márgenes de beneficio con pandemia, con guerra, con recesión, con default, siempre. Por su actual actividad de intermediación entre depósitos y créditos se le puede reconocer a los bancos una comisión o spread razonable como en el resto de “los países serios”. El BCRA podría canalizar los créditos mediante redescuentos y adelantos a las entidades según renovados criterios de distribución, alineados a la actual crisis internacional, privilegiando los objetivos de desarrollo humano y productivo. La relación bancos-clientes se podría mantener sin variantes.  

El sistema tiene que tener como propósito maximizar el control monetario por parte del BCRA y apegarse a una adecuada optimización de los recursos financieros argentinos, de acuerdo a las necesidades y requerimientos de una economía de guerra. Debemos retomar los instrumentos clásicos de regulación y el ejercicio de esa función mediante la asignación directa de fondos dirigidos a las actividades que el Gobierno nacional priorice en estas horas aciagas.

No se puede seguir manteniendo un sistema financiero ineficiente, no podemos aplicar contribuciones del conjunto de la sociedad para sostener el estatus actual. Ha llegado la hora de ponerle punto final a 45 años de fracaso.

(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

lunes, 25 de abril de 2022

JUNTOS POR EL TRACTORAZO Y LA RENTA INESPERADA

 

Por: Pablo Tigani *



 “Queremos nuestro país de vuelta, nos lo van a devolver por las buenas o por las malas” (José Perkins). Agrego, “¿Me preguntas a mí cual es el país que quiero que me devuelvan?, el de Alberdi, el de la Constitución. Quiero que me devuelvan el país próspero, con ganas de trabajar. El que recibió Perón”. No temen proclamar su odio. La elite piensa lo mismo, pero sin atreverse a decirlo.

Las fuentes de las rentas descomunales suelen ser inesperadas. En “False Economy: A Surprising Economic History of the World”, Alan Beattie usa historias de triunfos y desastres económicos para explicar cómo algunos países emergieron mal, mientras que otros afloraron, y explica por qué es tan difícil cambiar de rumbo, camino a la ruina. Y se pregunta, como muchos argentinos: -¿por qué Argentina no fue EEUU?-, y su respuesta es simple: mientras EEUU repartió la tierra en pequeñas parcelas, Argentina se la entregó a unas pocas familias. EEUU favoreció a agricultores emprendedores (entrepreneurs), Argentina a terratenientes. El resultado fue que mientras en EEUU la escasez tierra exigía innovación y creatividad, al latifundio argentino le alcanzaba con vacas, ovejas y alambre de púa. Gran Bretaña había mostrado el camino de la industrialización, pero las élites argentinas la impugnaron para seguir la explotación agropecuaria latifundista.

PERÓN NO HABÍA NACIDO Y ARGENTINA LE DIO LA ESPALDA A EEUU

La alineación de los sectores dirigentes argentinos al Reino Unido, se expresó en la oposición al intento estadounidense de establecer una unión aduanera y una moneda común, en la primera conferencia panamericana de 1889. Frente a la consigna esgrimida por EEUU: “América para los americanos”, el representante argentino Roque Sáenz Peña expresaba una posición evasiva: “América para la Humanidad”. Entre 1880 y 1914 el sistema político norteamericano se adecuó a los cambios y las demandas de su población. En cambio el sistema argentino permaneció obstinadamente dominado por una minoría pancista.

Explica Beattie que EEUU hubiese sido como Argentina, si el Sur racista confederado hubiese ganado la Guerra Civil. Al final de la primera Guerra, las exportaciones de granos y carne se derrumbaron. Como era de esperar, al final de los 1920s, las exportaciones habían caído 70%. Mientras EEUU había comenzado un proceso de recambio económico, las elites argentinas resistieron los nuevos negocios. EEUU había comenzado su industrialización, y al final de la primera Guerra sus empresarios nacionales invirtieron sus ahorros para quedarse con la industria europea, y así EEUU se posicionó como potencia mundial. La Argentina de unos pocos siguió exportando carne, cuero y trigo. Así nos caímos del ranking del mundo de manera acelerada. Todo esto lo dice Alan Beattie, un economista “pro mercados” del Financial Times, nadie más lejos del “populismo”.

LOS MITOS QUE DESENMASCARO EL PROFESOR RAPOPORT

El doctor Rapoport señala falsedades instaladas en la mente de muchos argentinos, como “la idea o el mito de que el país estuvo en las primeras décadas del siglo XX, entre los más avanzados del mundo o que llegó a ser, una potencia mundial”. De allí se sostiene otro mito: “que la decadencia de la Argentina comenzó en los años 1940’, con los procesos de industrialización, la intervención del Estado y la distribución del ingreso.

Afirma que en la comprensión de las políticas económicas, los mitos toman la forma de contrapuntos irreductibles en la toma de decisiones o de políticas: “endeudamiento o ahorro interno; inflación o convertibilidad; estatización o libertad incondicional de los mercados.”

Extraño mito es el que procura imponer que la Argentina fue el país más civilizado de América Latina. Un territorio con beligerancias cruentas, espantosas guerras civiles con miles de muertos. Recuerde la anarquía, recién en 1880, el país logró cierta estabilidad.

LIBERTARISMO DE AMIGOS COMO EN RUSIA

La Argentina agroexportadora se sustentaba en una estructura socio-económica en la cual la propiedad de la tierra, estaba concentrada en un núcleo reducido y poderoso de terratenientes. Se hizo un reparto semejante al de la Rusia post soviética, con apoyo exterior. Los capitales externos, ayudaron a ensamblar el aparato agroexportador con su “rentabilidad garantizada por el Estado”.

Los argentinos ricos viajaban a Europa deslumbrando con sus riquezas y construían mansiones, en sus estancias o en Palermo. No era una “época dorada” para todos; como lo señala el informe que en 1904 escribió el catalán Bialet-Massé sobre las condiciones de vida de las clases trabajadoras en el interior del país, una parte importante de la población vivía en la pobreza. Explica Rapoport que el modelo agroexportador, en parte venía de la época de la colonia (mercedes reales, vaquerías, primeras “campañas al desierto” para apropiarse de tierras de los indígenas), y continúa con la ley de Rivadavia de Enfiteusis (alquiler de grandes extensiones de tierras públicas a unos pocos individuos), las nuevas campañas al desierto y la venta favorecedora de esas tierras alquiladas. Este proceso culmina con la campaña del general Roca, eliminando definitivamente la presencia del indígena y poniendo a disposición de un puñado de terratenientes millones de hectáreas explotables.

El Reino Unido estaba perdiendo mercados como Alemania y EEUU, que protegían sus industrias y expandían su comercio. Este quebranto del mercado estadounidense, fue suplido por colonias como Australia, Nueva Zelanda y Canadá, también, por Argentina y Uruguay, sin los beneficios de las primeras. Todos contribuyeron a proporcionar alimentos y materias primas que el Reino Unido necesitaba para industrializar y comer.

Juan Bautista Alberdi dijo que la Constitución Argentina “más que la libertad política” había tendido a procurar “la libertad económica”.  Hacia 1880 los gobiernos guardaban solo las formas constitucionales, excluyeron a los sectores opositores y eligieron a sus sucesores. Existen mitos instalados en la mente de muchos, como la idea que en las primeras décadas del siglo XX, el país estuvo entre los más avanzados del mundo. De esta última aserción se sostiene otro relato: “la decadencia Argentina comenzó en los años 1940’, con los procesos de industrialización, la intervención del Estado y la distribución de los ingresos.

Bartolomé Mitre (1821-1906) político, militar, periodista e historiador representante de la supremacía, presidente entre 1862 y 1868, combinó una economía librecambista con la represión más cruenta de la historia. Se calcula alrededor 5.000 muertos en un país que apenas llegaba al 1.500.000 de habitantes. Después de eso, Mitre no pudo volver, pero siguió siendo un operador político e ideológico que en 1870 fundó el diario La Nación (actualmente propiedad parcial de Macri, según Esmeralda Mitre).

Por lo tanto Argentina creció a principios del siglo XX, pero es dudosa la idea de que llegara a ser uno de los países más ricos.

VIENTO DE COLA

Aquel crecimiento no se debió a una dirigencia perspicaz, sino a una combinación de factores naturales y una coyuntura mundial favorable. Riqueza de la pampa húmeda. Economía rural de pocas familias. Sub población ligada a Inglaterra. Cliente de carne, pieles, lana y granos. Los mercados mundiales requerían productos agrarios. Mano de obra barata de inmigrantes de Europa. Masivas exportaciones agropecuarias eran funcionales para importar bienes manufacturados y “pedir prestado”. Todos estos factores confluyeron en la consolidación de una elite terrateniente siempre nostálgica. Más tarde las tres “A”, los Anchorena, los Alvear y los Alzaga, que se codeaban con la nobleza europea, dilapidaron sus fortunas y cayeron en picada. Entrado el siglo, fueron canjeando apellido por sumisión hasta hoy hacia los “nuevos ricos” italianos y españoles meridionales. Los que primero fueron pillos y pasaron a nobles, ahora habían pasado “de de sangre azul, a paje de traviesos”.

Retomando, más gente, menos PBI per cápita con mayor concentración, en solo 20 años llegaron a la Argentina 3 millones de inmigrantes europeos (sin contar 1 millón de otras procedencias): de  4.123.800 habitantes en 1895 a 8.162.000 habitantes en 1915. Fuente: “El crecimiento de la población argentina”,  Ramiro A. Flores Cruz. Cuando se refiere 1890-1930 como base y; se compara el PBI per cápita con referencia a Europa continental, se omite que el periodo incluye una guerra mundial (1914-1919) que devastó el desempeño de los países europeos.

Entre 1890 y 1916 más capitalista, el Consumo explicaba 60% del PBI (15% menos que ahora), del cual aproximadamente 88% estaba dado por el Consumo de pocos. El 13.5% del PBI estaba conformado por el Gasto, ya que el Estado no cumplía las obligaciones básicas del Estado moderno: proveer salud, educación, seguridad e infraestructura. El 24.52% del PBI se encontraba explicado por la Inversión, que en esas condiciones aparece, como lo hace hoy en Vietnam, Sri Lanka, Pakistán o Camboya. Las Exportaciones representaban 21% del PBI, pero no incluía manufactura. Las Importaciones representaban 19% del PBI. Se pagaban sueldos ingleses. Las Exportaciones superaban a las importaciones en 11%. Claramente subsidiábamos trabajo extranjero. La tasa de inflación fue baja desde 1890  hasta los 1940 porque funcionaba el patrón oro mundial-y, hasta 1919 el consumo no presionaba la demanda, porque estaba restringido a una pequeña minoría.

JUNTOS POR LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO

Estos son otros argentinos que quieren que les devuelvan el país previo a 1976, antes que la deuda en dólares se multiplique por 50 veces. Cuando no existía “bicicleta financiera”, ni desempleo, ni altísima e indigna pobreza. Cuando los que trabajábamos en una industria nacional con 1.500 obreros-en 20 millones de habitantes-, estábamos contentos de ser parte de una empresa que exportaba electrodomésticos a 26 países, incluyendo Israel y Brasil. Salón comedor en planta con ecónomas profesionales para que los operarios almorzaran dieta balanceada. Escuela dentro de la empresa. Casi no había ausentismo. Recuerdo una frase que nos emocionaba a los empleados, en la voz de Cacho Fontana: “YELMO una empresa argentina, orgullosa de su origen”.

(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani