Por más que se enoje Sarkozy, no se puede seguir ocultando la realidad, Grecia no pasa por una crisis de liquidez, sino que afronta a una crisis de insolvencia que podría desencadenar una corrida bancaria de magnitud en Europa. Las agencias de “descalificación” que fueron ágiles para correr países latinoamericanos, han empezado “ en mora” a rebajar la calificación su la deuda soberana de Grecia hasta transformarla en “Junks Bonds” (bonos basura), mientras que los spreads sobre los bonos soberanos griegos la semana pasada se dispararon a un nuevo récord. Los € 110 mil millones del plan de rescate financiero acordado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional en Mayo, lo único que ha de conseguir es retrasar un default inevitable, con los consiguientes riesgos de hacerlo en forma desordenada y necia. En cambio, si se sincerara la situación y se dispusieran una reestructuración ordenada de la deuda pública de Grecia se evitaría una apresurada fuga hacia “la calidad” , que agravará la situación interna de Europa, con consecuencias indeseadas para el resto del mundo. Las absurdas medidas de austeridad establecidas para que Grecia recibiera su plan de rescate financiero, requieren un ajuste tan cruel que es imposible de realizar y, lo que es peor, las autoridades griegas lo saben. Mintieron antes, dirán que pueden cumplir ahora, y luego de recibir las ayudas parciales, reconocerán que no se pudo hacer nada más. Van a derrochar ayuda inútilmente otra vez.
Los griegos dirán esto: “intentamos un ajuste fiscal de 10 por ciento del producto bruto interno, pero esto no fue posible, a pesar de haber hecho nuestros mejores esfuerzos. Tenemos experiencia en esto los argentinos, nuestros ex ministros de economía incumplieron 17 de 19 acuerdos con el FMI, antes de Roberto Lavagna. Por ahora se prolongará la recesión, si Grecia tiene aguante y se produce un milagro de paz interior, la deuda pública respecto al PIB para el año 2016 será de 150%. En este nivel, el primer estornudo económico podrá desencadenar una crisis de la deuda nunca antes vista, aproximadamente 3,5/ 4 veces el default argentino. La austeridad no es sacar el cable en la casa, ni cortar el café en las empresas; tocar los derechos adquiridos por la sociedad es inviable en democracia. Las correcciones de los desequilibrios macroeconómicos son necesarios y útiles mientras los países “están aún saludables”, pero en medio de la hecatombe, todo lo acordado por el Grupo de los 20 este fin de semana para estabilizar la deuda respecto al PIB con vistas al año 2016 en las economías avanzadas, y sobretodo, en el caso de Grecia son absurdos. La estabilidad del resto de los PIIGS en Europa estaría en niveles que son insostenibles, Sarkozy se delato solo, su bronca con Cristina Fernández no fue casual. Los bancos franceses y alemanes necesitan que los ciudadanos griegos se ajusten el cinturón hasta ahorcarse, o tendrán que asumir perdidas de magnitud, salvo que sus países asuman el quebranto que les propinará el default griego.
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