martes, 1 de septiembre de 2009

La dinamica de la deuda estadounidense

Las alegorías pueden resultar exageradas, pero siempre recuerdo la obstinación que mostraba aquel reloj de deuda de Manhattan en el verano de 1991. Si el ocurrente individuo que lo instaló tenía la esperanza de avergonzar a los políticos para estimular su responsabilidad, podemos decir que ha fracasado rotundamente. La deuda nacional estadounidense se encamina a representar 60% del PBI en 2010 y, eso solo se logra gastando todos los años por encima de lo que se recauda, obligando al Tesoro a colocar títulos para financiar “déficit”. Estados Unidos verifico un brusco aterrizaje entre el último trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2009 y, aunque en el segundo trimestre de 2009 continuó cayendo, lo hizo a una tasa más moderada del 1% -trimestre contra trimestre anualizado y desestacionalizado-, acumulando una caída de alrededor de 4% en los últimos 12 meses. Hará falta bastante tiempo para que los ciudadanos se den cuenta que las cosas vuelven a mejorar. Hasta hace dos años había trabajo en abundancia, mas del que había existido nunca antes, lo que constituía el hecho más importante en la vida de las personas. Luego del cimbronazo, el pronóstico de consensos prevaleciente es que el PBI volverá a crecer a partir del tercer trimestre, sin embargo la recuperación se producirá a un ritmo más moderado que en las recesiones anteriores. Hablamos de salir de una recesión que ha sido, el doble de profunda y larga que el promedio de todas las recesiones observadas desde la segunda guerra mundial. Se espera que la economía estadounidense crezca en los próximos 12 meses posteriores al piso en torno a tasas de menos de la mitad del ritmo promedio mencionado.
Sucede que el consumidor estadounidense que consigue mantener su empleo está muy endeudado y tiene que aumentar su nivel de ahorro-con un salario real estancado o descendido- si desea cumplir con sus obligaciones, -“la gloria no paga las facturas”-, y existen dudas que el consumo privado pueda sustituir raudo, el extravagante impulso fiscal otorgado, cuando el mismo deba reducirse.

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