martes, 16 de julio de 2019

La macroeconomía puede matar



El sosiego del dólar no pudo mejorar la azotada imagen pública de Mauricio Macri porque murieron 7 personas de frio en 3 días. Los fallecidos por hipotermia han tenido un tratamiento recóndito. En otro tiempo hubiera trascendido la verdadera tragedia que está viviendo buena parte de la ciudadanía. Es probable que la sociedad se vaya hartando de esperar. Ya no quedan más semestres.
Obviamente, el nivel de actividad dejo de caer con respecto a los meses nefastos de 2018, y a nivel macro, despunta una insignificante marca positiva. Pero en 2019 estamos peor que en 2018, que fue peor que 2017. La economía no despega. Todos los esfuerzos apuntan a llegar a las elecciones, sin que el dólar vuelva a hacer ruido. Para lograr esa meta, deberían renovarse un porcentaje importante de letras del Tesoro y la inflación debería ser menor a la máxima registrada por el gobierno de Cristina, convergiendo a tasas de 2% mensual. Los expertos en inflación del gobierno, no tienen nada para mostrar.
Que la economía sea un factor negativo a la hora de votar es un problema para el oficialismo. Recuerde que la sensación de bienestar del rebote 2017, ganó las elecciones. Aun en marzo de 2018 se hablaba de “Macri eterno”. Lograría 15% de inflación anual, dólar de $ 20 y crecimiento de 3.5% a fines del año 2018. Si hubiera logrado esos objetivos, la formula FF estaría 10 puntos abajo, en lugar de 6/8 puntos arriba.
Con la economía en contra, y una diferencia de 6/8 puntos porcentuales, todo indica que el “mientras tanto” será angustiante después de las PASO. Llegarán las elecciones de octubre, sin reactivación, con tipo de cambio más alto e inflación piso de 2%. Una inflación populista, con niveles de actividad y desempleo del tipo ultra ortodoxia.  
Si todo le sale bien al país, 2019 finalizaría con una caída del PBI de 1.5%. Y, en el último trimestre, estará 5% debajo del nivel que registró en el último trimestre que creció. La performance actual de la economía es la peor de las últimas  cuatro recesiones.
Tras la volatilidad del tipo de cambio, el FMI autorizó al BCRA a vender dólares dentro de la banda cambiaria, lo que ayudó a descomprimir la tensión. Así se mantuvo estable en torno a  $45 desde fines de abril hasta el momento con 14% de inflación acumulada en un trimestre y bajando el dólar a $43. Si el dólar solo siguiera la inflación, debería valer $51.75.
El gran interrogante es qué puede pasar con el dólar después de las PASO. Claro está que ello dependerá del resultado electoral.
En el escenario en el que FF gane las PASO por 6 o más puntos, el exceso de demanda de dólares por sobre la oferta treparía, obligando al BCRA a intervenir agresivamente en el mercado de cambios, vendiendo hasta u$s15.000 millones.
El dólar se escaparía, aunque hay divisas para evitar que el tipo de cambio se sujete. Entre julio y diciembre de este año vencen u$s21.000 millones de letras del Tesoro. Con una renovación del 60% de los vencimientos de LETES, alcanzarían los dólares y los pesos provenientes de la venta de los u$s9.600 millones del Tesoro, autorizados por el FMI, para cubrir los gastos antes de entrar en NPL (Non Performing Loans): préstamos dudosos.
Por el momento la deuda local está siendo refinanciada por porcentajes superiores al 50%. Lo que circunstancialmente simboliza que la renovación total no tiene éxito. El déficit primario es financiable en hasta alrededor de 1% del PBI. Sin embargo, podría haber faltante de pesos.
La feroz recesión ha comenzado a contribuir a bajar el índice mensual de inflación. El hecho de que haya bajado respecto al mes previo por tercera vez consecutiva es solo  una reseña intangible. La gente no se entera.
Es que, toda la mejora pavoneada  por el resultado primario alcanzado se apoyó en el ajuste del gasto previsional y social.
Hablando del gasto primario, que presentó una caída de 13% en términos reales, el descenso obedece a suspensión de la obra pública. La caída real es de 21%. Los salarios estatales cayeron 16% y el déficit de las empresas públicas 35%. Nada de esto es sustentable en el tiempo.
El gobierno se encamina a “pilotearla” hasta las elecciones. El desvío con respecto a la meta anual acordada con el FMI de déficit “cero”, recién sería revisado por el FMI en marzo del año 2020.
El mandato del presidente Macri concluirá con déficits gemelos, menores que los records de marzo de 2018, y el próximo presidente tendrá que luchar con la reestructuración de la deuda. Impagable en los términos pactados.
En la vida cotidiana, un joven de hasta 35 años no había experimentado el despido, ni su impacto en el bolsillo y el de su entorno. Tampoco había tomado un préstamo UVA (ajuste de cuotas y lo peor, del saldo de la deuda). La brecha o desacople del salario con la inflación. Una inflación espantosa para “la sub 35”, nunca pasó del 25%, pero hoy la interanual es 57%. Los mayores de 50 ya lo sabíamos. Nada nos sorprende. Con este marco teórico, experimentamos desempleo de 2 dígitos, inflación de 3 dígitos anuales, hiperinflación, Circular 1050 compulsiva-aplicada directamente a préstamos tomados bajo otras condiciones-. Vimos recesión de 16 trimestres consecutivos 1998/2001, crisis y estallido social con 19 muertos el 19/12/2001.
Es difícil advertir a la juventud, sin decir algo incorrecto, porque pertenecemos a una generación con una cultura muy diferente: Restricción de derechos y cargas pesadas. Tuvimos dolores que hoy ya no existen. Pero poseemos algo en común. La necesidad de pagar cuentas. Yo exhorto a los jóvenes a leer y  reflexionar sobre el DESEMPLEO y sus CAUSAS. Con este flagelo llegan los conflictos porque el dinero no alcanza. La sensación de dignidad y realización que da el trabajo decaen. No son pocos y pocas los que no se imaginan como es un lunes donde a las 8 a.m. no comienza el día laboral.

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