viernes, 6 de abril de 2012

#EsoEsUnaMentira



¿Recuerda? - “Eso es mentira, somos pobres”-.
Es indudable que Sudamérica es la zona de mayores reservas de elementos fundamentales para satisfacer las necesidades humanas: alimentos, agua, energía y materia prima en general. Otras zonas del mundo han agotado sus posibilidades de producción alimenticia y de provisión de materias primas, o no son aptas para la producción de estos factores fundamentales. Llevamos una ventaja inicial, pero precisamente es esta circunstancia favorable la que constituye nuestro mayor desafío. Nunca han faltado antes intentos para agrupar esta zona del continente en una unión de países; pero hasta la constitución del Unasur, debemos reconocer que nunca se había logrado un progreso político de tamaña magnitud. Inclusive durante la década pasada, nuestros países habían vivido respondiendo a las decisiones que tomaban  los países centrales con respecto a nosotros, pero lo hacíamos por no tener una unidad como la actual, que nos pudiera conducir a un puerto seguro. No estoy pensando en que Sudamérica vaya a imponer objetivos extra continentales a las potencias en los próximos tiempos, pero si pudiera permanecer en este espíritu de “hacer lo que le conviene a nuestra región”, como en los últimos años, posiblemente podría usufructuar no solo de los logros alcanzados, sino de un potencial aun inexplorado pero previsiblemente extraordinario. Perón, Vargas e Ibáñez estuvieron en esta idea de unir nuestros países y realizar la alianza tan pronto estuvieran en el gobierno (años 40/50). Varias décadas mas tarde, los esfuerzos de los patrocinantes del Consenso de Washington hicieron titubear a un empresariado que se vio tentado aun a dejar atrás los avances realizados durante los primeros años del Mercosur. En los 90’ una clase política timorata y poco virtuosa, fue funcional a ese tipo de modelo que se había asimilado en muchos de nuestros países. Pero esto no es nuevo, como mencionaba anteriormente, desde Perón, Vargas  e Ibáñez, o aun antes; desde los albores de los países latinoamericanos, la influencia europea y norteamericana ha perjudicado primeramente la cultura, y como consecuencia la integración política, económica y social de nuestros países. Hubo antes períodos históricos como el presente, en los que domino la necesidad de acercar nuestros proyectos nacionales, ampliando los negocios regionales. No obstante el repaso de los esfuerzos realizados nos sugiere la necesidad urgente de construir una “identificación regional”, que conceda que se sellen aquellas herencias ilustres, con esta efectiva oportunidad histórica.

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