martes, 1 de mayo de 2012

#82 años, de politica económica


Durante los años posteriores al "crack del 29"-año coincidente con el nacimiento de otro"crack", a su derecha en la foto-, la política económica consistió primordialmente en instrumentar políticas públicas expansivas con el objeto de estimular la demanda agregada. La política fiscal tenía un papel sobresaliente, era la clave para apuntalar la demanda agregada. Aplicar una política de expansión del gasto a través de obras públicas, aumentos de las nominas de personal, refuerzos de salarios, programas sociales; era lo mas frecuente.
Como el énfasis estaba puesto en la restricción de la demanda, el trabajo de los hacedores de política consistía en incentivar la demanda, y no se hablaba todavía de la oferta agregada. La polémica universitaria transitaba acerca de si era la política fiscal o la monetaria la más efectiva a la hora de estimular la demanda agregada, incluso se machacaba sobre cual era el multiplicador mayor. Eran tiempos en que predominaban las voces de Paul Samuelson y John Kenneth Gailbraith, discípulos de Keynes.
A mediados de los setenta, surgen los monetaristas quienes vienen a ponerle límite al uso de políticas expansivas de estímulo a la demanda agregada. Edmund Phelps y Milton Friedman incorporan a  la perorata el concepto de la oferta potencial, así es como esta corriente convence a los gobiernos, que las economías tienen una tasa de crecimiento natural a la que pueden crecer sin generar inflación cuando alcanzan el pleno empleo. Los monetaristas acometen al mundo entero sumando y nutriendo discípulos con un estilo corregidor e inmodesto. Esos nuevos semidioses vienen a sostener en forma “incuestionable”, que mantener el crecimiento económico con políticas expansivas constituye un error. Que no se puede crecer a un ritmo superior a esta entelequia de “la tasa de crecimiento potencial”.
Mas tarde se sumaría Robert Lucas,-otro semidios-con la teoría de las expectativas racionales, a través de la cual aseguraba que los operadores iban a “descontar futuro”, instalando como otro error mas, el hecho de pensar que con políticas expansivas se puede crecer sin generar inflación.
Es interesante que en los EE.UU., acaba de demostrase que luego de 4 años de políticas extravagantemente expansivas, habiendo crecido el PBI-aunque en forma moderadamente incremental-, la inflación aun no amenaza. En 2011 el promedio de la tasa de crecimiento mundial ya crecia a la tasa potencial; o bien reconozcamos que entre 2003-2007 se crecio por encima de la tasa potencial y no hubo escalada inflacionaria.
A fines de los setenta las economías estaban en “estanflación” (recesión con inflación). El aumento exponencial del precio del petróleo-en 1973 y 1979-con la cartelización de la OPEP, tenía “todo que ver”, más allá que Friedman y sus discípulos tratarían de desviar la atención hacia los “excesos expansivos”.
Sin embargo los políticos de todo el mundo influidos por los “Chicago Boys” y sus adherentes-una presunta casta privilegiada de profesionales-; deciden cambiar sus estrategias económicas concediéndoles lugar a sus teorías y convocándolos para el gerenciamiento.
En EE.UU., a principios de los ochenta, un hombre de dos metros de altura con un habano en la mano (Paul Volcker) ponía en marcha un programa de estabilización brutal. Subiría la tasa de interés al 20% anual con el pretexto de eliminar el exceso de demanda por sobre la oferta potencial y de ese modo bajar la tasa de inflación. Como aplicando políticas restrictivas se había logrado contener la inflación, las Universidades de Chicago y Minnesota, mas una extraordinaria estrategia de marketing vivificó la corriente “conservadora-neo liberal”, y la macroeconomía entraría en una etapa donde comienza a interesar menos la demanda agregada que la oferta agregada. Las políticas públicas adquieren un “rol político neo conservador”. Recuerde a Ronald Reagan y Margareth Tatcher. También en países emergentes se aplico este enfoque económico, con la asistencia de sistemas políticos totalitarios en algunos, en otros se apelo a la cooperación de una clase política seducida y encaminada a abandonar los intereses regionales. Uno por uno con la colaboración de los organismos multilaterales de crédito-instrumentos claves del cambio de paradigma-.
A partir de entonces cualquier aspiración de aplicar políticas expansivas comenzara a ser objeto de sospechas socialistas o populistas, y solo estarán bien vistas las políticas contractivas, argumentando que la economía esta operando por encima de su tasa de crecimiento potencial o directamente “recalentada”.
Surgen en esta etapa economistas venerados por sus acólitos y premiados por la Real Academia Sueca. Hacen sus presentaciones como “majestuosidades exóticas”, el licenciado en historia Robert Lucas, los economistas neo clásicos Neil Wallace, Tom Sargent; el licenciado en matemática Ed. Prescott y el físico Bob Barro. Es entones que queda demarcado un tiempo académico y político inmoderado y pertinaz, entre 1980 y 2008, el período denominado por sus “fans” como “La Gran Moderación”. Los economistas entusiastas de este enfoque predominante decidieron que lo prioritario era que las políticas públicas tuvieran un rol estabilizador, nunca contra cíclico en términos de enfrentar una recesión fuera de los EE.UU.
Comienza el periodo del doble discurso, la receta económica para EE.UU. y otra fórmula estupenda para del resto del mundo. En esta etapa es que los académicos "le dan soporte" a los políticos y militares gobernantes, más que nunca en la historia contemporánea. Los hacedores de política económica se subordinan porque entienden que resistirse no es una opción. Desde entonces las políticas expansivas comienzan a ser “siempre” inapropiadas, porque conducen a la inflación. Así es que en lugar de evitar que las economías entren en recesión aplicando políticas expansivas, los hacedores de política económica empiezan a imponer el objetivo de “la estabilidad de precios”. De esa manera los tecnócratas físicos-matemáticos pasan a ser la clave de cualquier gobierno “serio” para administrar las políticas fiscales y monetarias que con el fin de moderar la inflación; serian funcionales para establecer un sistema hegemónico que se iría consolidando hasta llegar a principio de los noventa, al Consenso de Washington. La instrumentación de las políticas públicas comienza a implementarse argumentando la necesidad de minimizar el desvío entre el PBI efectivo y el PBI potencial. Empieza a instalarse la idea de lo importante que resulta la coordinación de las políticas fiscales y monetarias-preámbulo de la eurozona-, y se les impone a los gobiernos la necesidad de tener un “Banco Central independiente”.
En términos simples, la cosa pasa por manejar toda la política desde la economía, para maximizar los beneficios de la actividad financiera, manteniendo una tasa de inflación baja y estable. La etapa de la Gran Moderación constituye entonces, una época de la historia de la humanidad en que el PBI creció en forma acometedora, aunque los habitantes del planeta no mejoraron en forma proporcional, ni justa-el PBI per capita no representa en absoluto la realidad de la distribución de la riqueza-. Los bolsones de pobreza extrema se atomizaron en el mundo en forma inversamente proporcional a la concentración de la riqueza. Definitivamente, se concentró el señorío de lo económico por sobre lo político, cuando aumentó el rol de la política monetaria como instrumento de poder de la política económica internacional.
La crisis de 2008 fue el resultado de los excesos permitidos durante 35 años. La desregulación y abolición de los controles que se fueron produciendo en forma creciente, llegarían a su fin con el desbarajuste de Wall Street. Es luego de la crisis de Lehman Brothers cuando se hizo patente e  imprescindible un blanqueo de la situación, con el objeto de poder aplicar políticas expansivas que evitaran un fin trágico del fundamentalismo financiero. A punto estuvo el sistema estadounidense, que no se pudieran expender billetes por sus cajeros automáticos.
Retomando la noción, fue así como con el fin de apuntalar la demanda agregada los responsables del gobierno aplicaron una política monetaria extravagante y Lord John Maynard Keynes dejo de ser ese monstruo socialista. La FED llevo la tasa de interés nominal a casi cero y aplico políticas monetarias como compra de activos tóxicos, compra de títulos públicos, otorgamiento de súper préstamos a los bancos y otras creatividades.
Hay que decir que los presuntuosos mecanismos exaltados en la etapa de la Gran Moderación, en esta etapa ya no se mueven. Queda claro que lo que fue necesario para moderar la caída libre de la economía, ha sido aplicar una política monetaria súper expansiva, complementándola con una política fiscal expansiva hasta los topes del endeudamiento; es decir, volvimos a la receta Keynesiana que ya una vez había sacado al capitalismo de la Gran Depresión.

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