viernes, 28 de junio de 2002

Conferencia en FOEMA, 28/06/2002

La teoría económica no deja en ciertas cuestiones margen para la discusión, aunque en otro orden de cosas, comienza a generar un debate mundial.
Una economía que sufre la sucesión de shocks externos e internos como la nuestra, tiene menos del uno por ciento de probabilidades asociadas de ocurrencia en términos de repetición, en los próximos cien años. Durante la convertibilidad Argentina carecía de instrumentos de política cambiaria, monetaria y fiscal como para amortiguar los golpes sucesivos que afectaron la dinámica de la demanda agregada. En una economía cuyos precios no eran plenamente flexibles, el fenómeno de deflación con recesión, nos acompañó por cuarenta y dos meses, hasta la salida del Presidente De la Rúa.
Examinemos cuales fueron las causas exteriores e intrínsecas que afectaron negativamente a la economía.
Los fenomenales shocks a la cuenta de capital producto de las crisis de Asia, Rusia y Brasil provocaron una contracción de los flujos netos a los países emergentes, de U$S 220 mil millones a solo U$S 83 mil millones en tres años. Esto implicó que se duplicara la prima de riesgo y consecuentemente el costo del financiamiento doméstico. No fueron menos importantes los shocks anticompetitivos a la cuenta corriente, producto del deterioro de los términos de intercambio, explicado por la caída de los precios de nuestros commodities en el mismo periodo de 32%; la crisis recesiva pre devaluatoria y pos devaluatoria de Brasil que colapsó la demanda y contrajo las exportaciones argentinas, que hasta ese momento significaban el 28% del total. Podemos mencionar por último, la apreciación del dólar que desde Abril del 95 acumuló 40%.
En lo que respecta a los shocks domésticos y en medio de semejante contexto, Machinea intenta reactivar la economía, apelando a un ajuste fiscal inconexo con las promesas electorales que llevaron a la Alianza al poder. Para recomponer credibilidad y bajar el riesgo país, el Ministro intentó realizar un ensayo que ya entonces lucía claramente inconsistente con los instrumentos que la teoría económica aconsejan como correctivo para un proceso recesivo. Todo lo contrario, en lugar de hacer un uso expansivo de la política monetaria y fiscal, provocó un shock fiscal con una reforma tributaria que contrajo el gasto público y activó una lenta retirada del crédito bancario al sector privado, de efectos similares a una política monetaria contractiva. Argentina comienza además en 2000, a no poder colocar más Bonos en el mercado voluntario de Deuda. Ese crédito bancario que percibía el sector privado casi U$S 80.000 millones, que antes de la crisis Rusa crecía 18% anual, cayó en 30 meses a -2,5%, comenzando la retirada, muchos meses antes que la fuga de depósitos del 2001. A todo eso se le suma un 2001, donde se desata una guerra mediática, entre la "ultra ortodoxia" y Cavallo. Una campaña inocultable contra el Ministro, lo hamaca en un su tránsito impulsivo de la heterodoxia a la ortodoxia sin solución de continuidad. Se instala la duda sobre la gobernabilidad y recuperación de la economía, llevando el riesgo país a un fuerte deterioro progresivo. Sabemos que todo finalizó con la negación última del crédito de U$S 1.600 millones del FMI, que llevó a una estampida final de los depósitos. Cavallo intentó frenarla con el corralito y otros artilugios que fueron manifiestamente insuficientes. Todo esto desembocó en una crisis de gobierno, default y devaluación en dos actos, que "legalizaron" Rodríguez Saa y Duhalde, quienes completaron una sucesión de 5 Presidentes en unos pocos días. Del tiempo de Duhalde mucho se ha hablado recientemente, acerca de la pesificación asimétrica, la devaluación sin programa, etcétera.
Sin dudas, una mejor gestión de Duhalde pudo adelantar la recuperación, pero no debe caerse en visiones mágicas, ni sobrevaluar el rol de las políticas pasivas o de "piloto automático" con gasto descontrolado y endeudamiento irracional que implementaron Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Pedro Pou, y que precedieron e iniciaron la catástrofe recesiva que encendió la mecha. El economista Jeffrey Sachs reconoció que el mismo pensaba, solo 6 meses atrás, que todo era culpa de los argentinos, pero junto al premio Nóbel Joseph Stiglitz y otros no menos destacados economistas comienzan a exhortar a los Organismos Multilaterales de Crédito y las posturas ultra ortodoxas de los economistas que asistieron a semejante desbarajuste. Ellos y otros comienzan a revisar las estrategias equivocadas que han contribuido a acelerar el proceso de destrucción de la economía Argentina.

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