miércoles, 31 de enero de 2018

ELITES TECNOCRATICAS, “TECHNOPOLS”, “CEOPOLS”


Krieger Vasena, Alsogaray, Dagnino Pastore, Alemann, Martínez de Hoz, Cavallo; pero Macri, llego a Presidente.
En los estudios de los regímenes políticos latinoamericanos hay una problematización del rol de las élites tecnocráticas en los gobiernos. Una de las reflexiones pioneras fue la del politólogo argentino Guillermo O’Donnell en su investigación sobre el estado burocrático- autoritario. Desde sus primeras elaboraciones, el autor utilizó esta categoría para referirse a regímenes socialmente excluyentes, producto de golpes de estado con control y represión de la participación política de los sectores populares, en los cuales los actores principales de la coalición emergente son los tecnócratas de alto nivel. Estos tecnócratas, dice O’Donnell, entran en estrecha asociación con los capitales extranjeros. Los casos que inspiraron al autor en su conceptualización del estado burocrático autoritario fueron la dictadura iniciada en Brasil a partir de 1964, la Argentina de las dictaduras de Onganía y Lanusse entre 1966 y 1972, la dictadura de Pinochet, iniciada en 1973 hasta 1990 (aunque abarcó sus primeros años), y el proceso similar en Uruguay. Naturalmente, la dictadura cívico-militar argentina entre 1976 y 1983 también entró en esta caracterización del autoritarismo burocrático.
Estos roles tecnocráticos serían consecuencia de la relación entre Estado y Sociedad que emana del régimen.  De esta forma, la relación entre los roles tecnocráticos y la deriva autoritaria parece inevitable. El ascenso de los empresarios nacionales acaba produciéndose, pero sólo cuando la garantía de estabilidad económica y política a corto plazo ha asegurado grandes inyecciones de capital extranjero. Esto último podría explicar (el cómo) las inversiones extranjeras no llegan, y (porqué) se sigue registrando una constante fuga de capitales locales.
Una conceptualización alternativa a la de O’Donnell es la de Jorge Domínguez (1997). Realizado años después, democratización regional mediante y ya en plena década de reformas económicas neoliberales. Aunque no tan influyente como el trabajo señero de O’Donnell sobre el estado burocrático autoritario, lo de Domínguez es representativo de una camada de investigadores de la ciencia política latinoamericanista que asumió el reto de pensar el rol de tecnócratas y élites económicas en el contexto de un régimen democrático competitivo. Académico de Harvard, define a un tipo de economistas, a los que llama “technopols”, que han cumplido un rol importante en la vida política y en la liberalización política y económica de varios países. Los “technopols” asumen un papel de especialistas, técnicos o científicos capaces de generar y persuadir sobre políticas, a partir de sus ideas. Permanecen políticos-economistas agentes de cambio, si son capaces de entender la política nacional y si se les permite ser abiertamente “pols”, sin llegar a ser “marionetas”. No es el caso al presente, donde la intromisión de los CEOS y las vacilaciones del presidente, presionado por “el círculo rojo” y el “Foro de Davos”, hace que luzcan empleados públicos Senior, cuando uno recuerda los mencionados en el titulo de cabecera. Sin que el desprestigio que llevó a los macroeconomistas a la degradación post De la Rúa sea un obstáculo, estos tecnócratas se presentan como los otrora famosos, “imparciales y desideologizados”-y no soportan que se les cite neoliberales-. Aparentemente postulan políticas racionales, como decíamos, autodenominados “macroeconomistas profesionales”, trabajan en equipo junto a CEOS que “del mismo modo que ellos aparentan ser neutros”. Cambiemos imaginaba poder operar a través de diferentes enfoques y aportar sus símbolos a la vida nacional, sin rigor filosófico. Lo cierto es que en solo dos años, la escasez de convicciones es precisamente el problema. La avenida Cambiemos es de “mano única”, aunque con unos cuantos carriles, donde los vehículos se vienen cruzando y componiendo  una inconcebible ensalada.
Estos “seres atemporales” con alto entrenamiento técnico, dice Domínguez, han estado allí siempre, y han participado en una diversidad de culturas y sistemas políticos, combinando y logrando sortear la tensión entre sus conocimientos expertos, las habilidades políticas, la administración, e incluso sus pasiones, en una proporción necesaria para el contexto en el que se lo requiera. La continuidad de la presencia de los technopols se ve en el gobierno de Macri indiscutiblemente, están en la superficie Sturzenegger, Prat Gay, Frigerio, Dujovne, Melconián, Losteau, se complementan con la “antigua novedad” de los CEOS: Macri, Quintana, Lopetegui, Aranguren, Cabrera, Ibarra,  Etchevehere; por esa suerte de reconocimiento a sus habilidades y a su capacidad para integrar equipos. Resquicio y reencarnación de Salimei, Krieger Vasena, Martínez de Hoz, los hermanos Alemann, pero para ser justos, menos favorecidos por la providencia. Esta particular mezcla de técnicos y ejecutivos de corporaciones devenidos  políticos, está vinculada a la implementación de un espíritu confuso de reforma ordo-neoliberal “a la colombiana” -obviamente no “a la alemana”-. Los implementadores alemanes eran Konrad Adenauer (Canciller) y Ludwig Erhard (Ministro de Economía) con normativa jurídica alemana, no reglas del Consenso de Washington para países emergentes.
Lo cierto es que los technopols, estas figuras públicas supieron hacer de la economía y el negocio algo político. Referido a los technopols Domínguez tiene en mente, entre otros, a Domingo Cavallo, el patriarca de la mayoría de los economistas presentes; los technopols han hecho las políticas económicas aceptables para el público, sobreviniendo luego el quiebre de la convertibilidad, la caída de un gobierno democráticamente elegido, y el default de la deuda pública. La dominancia económico-financiera que había sido experimentada en la década previa, desde el peronismo y con Menem, se había dado en un contexto de sólidas bases de gobernabilidad política. Con De la Rúa y la Alianza no funcionó. La pregunta del millón es:-¿Será posible lograr el éxito de la tecnocratización y los CEOS si se resquebraja la coalición política Cambiemos?-. Porque justamente los technopols empresarios en el ministerio de economía durante las dictaduras, y la tecnocratización de los economistas de De la Rúa, invariablemente contribuyeron-en alguna medida-a las crisis de gobernabilidad de la historia argentina; la ultima de la democracia subiendo la apuesta desde el principio al agrietar la Alianza que terminó con la renuncia del ex presidente De la Rúa.

Mariana Heredia-destacada socióloga-identifica en la segunda mitad de los años 70 como se yuxtaponen procesos y fenómenos que hacen posible erigir a los especialistas económicos en autoridades públicas: la inflación, por un lado, como un fenómeno que desbordaba la realidad, como una especie de flagelo; y por otro, las malas prácticas económicas y malas decisiones políticas por parte de las autoridades. Recorrimos más de 50 años desde Krieger Vasena, más de 40 desde Martínez de Hoz y, otra vez intentamos la receta catástrofe. La inflación no cede, la mala praxis es denunciada aun por economistas de la misma ideología del equipo oficialista, todo ello sin contar la alarmante caída de la popularidad del presidente, debido a sus malas y sucesivas decisiones políticas.

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