martes, 1 de junio de 2004

Fallaron los pronósticos agoreros

Ambito Financiero 01/06/2004
La vigorosa recuperación de la economía Argentina en los últimos cuatro trimestres fue consecuencia de la implementación de políticas absolutamente opuestas a las recomendadas rutinariamente en la receta estándar del FMI. Es cierto que en aquel tiempo el contexto internacional fue muy favorable y en el presente luce más incierto. La desaceleración mes contra mes de la actividad industrial en Abril, sumado a la sobre actuación de los mercados que ya descontaron una eventual suba de tasas de los FED Funds, nos lleva a preguntarnos si estos datos inversos pueden corregir los pronósticos en forma abrupta.
Como suele suceder en cualquier mercado individual que se analice, a un ciclo de suba sostenida de un commodity, le sucede una lógica recomposición de precios, pero esto pocos lo mencionan, probablemente esta visión vende menos que una quimera que establece incertidumbre y preocupación.
Un año atrás, cuando estrenamos presidente, muchas voces aparecían afligidas por un eventual retroceso del PBI, teniendo en cuenta que Kirchner encarnaba un enfoque populista, pudiendo degenerar su gestión eventualmente en un descontrol fiscal y monetario con un tercer estallido hiper inflacionario y un dólar a 10, 15 o 20 pesos. Cuando uno mira las predicciones pre electorales sombrías del PBI (que finalmente creciera 8,7% anual en 2003), repasando notas puede descubrir que por entonces se enunciaban tasas máximas de crecimiento de 2% si ganaba un presidente “pro mercado”, y una caída de 2% si vencía un candidato populista. Que bueno que eso no sucedió, aunque debemos tomar nota de las incorrecciones para que el análisis no nos vuelva a llevar a tomar malas decisiones. Las fallas en los pronósticos representaron alrededor de 8 puntos del PBI en promedio, aproximadamente unos 10.000 millones de dólares.
Con respecto a nuestros vecinos, se decía el año pasado: Lula es el paradigma de la sensatez y el líder en quien debería proyectarse Kirchner para hacer una política económica sustentable. En estos días aparecen los otrora sponsors de Lula, señalando las vulnerabilidades de Brasil y los eventuales agravantes de un contexto externo adverso que lo ha vuelto política y económicamente inestable. Destacado por su ortodoxia económica, parece que Lula comienza a quedarse solo. Frente a un sinnúmero de reclamos sociales la caída de su popularidad se aceleró de manera alarmante en un plazo muy corto de tiempo.
En la Argentina la cifra de crecimiento del primer trimestre fue muy satisfactoria. Si pensamos encerradamente en el primer mes del segundo trimestre de 2004, que comenzó desacelerando el ritmo de crecimiento, aún no parece sensato asumir una actitud alarmista como la que ha comenzado a expresarse por allí. No parece inconsecuente que los índices de confianza del consumidor y la popularidad del presidente Kirchner disminuyeran, luego que en Marzo comenzaron a agitarse fantasmas sobre la reestructuración de la deuda, la crisis energética y la inseguridad. Es evidente que existe un alto grado de correlación entre los pronósticos económicos agoreros y las posiciones escépticas al enfoque político del gobierno.
Será entonces oportuno también, analizar el perfil ideológico y el influjo de las opiniones acerca de cómo evolucionará en el futuro la economía argentina para sacar conclusiones equilibradas cuando alguien toma decisiones. Muchas de las frecuencias que emiten ruidos acerca del aumento del gasto en jubilaciones mínimas y salarios públicos, antaño morigeraban su censura profesional cuando gobiernos inconsistentes con su corriente de pensamiento, emitían dinero o colocaban bonos para seguir la fiesta, pateando para adelante las reformas que ellos mismos proponían.
Acaso los niveles de actividad se estén desacelerando y las circunstancias internacionales puedan desmejorar en la coyuntura, pero si la renegociación de la deuda externa prospera, la relación con el FMI mejorará y las inversiones que aún no llegaron, a su tiempo arribarán. Sea entonces esta, una visión optimista que se le contraponga a la crítica inflexible y a los presagios tenebrosos de quienes exacerban las malas noticias.

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