sábado, 30 de junio de 2001

Batalla con la intimidación - Junio 2001

Es considerable la proporción de empresarios que está luchando con el temor. Unos cuantos combaten sus efectos en lugar de atacar sus causas. Desazón, confusión, desesperanza e inercia.
Dan combate acudiendo a parapsicólogos, tarotistas, ocultismo. Actividades muy rentables y en auge, aunque parezca inverosímil. Se resignan a una vida de sometimiento a las circunstancias, sin esperanza de triunfar.
Durante años he tratado con empresarios que están obstaculizados por el síndrome de la amenaza terminal. Solo consideran un aspecto del S.W.O.T.(Fortalezas Debilidades Oportunidades y Amenazas), la amenaza.
Un empresario puede llegar a abandonarse. Así como los músculos se atrofian sin entrenamiento, el espíritu del emprendedor sometido al terror informativo se anestesia.
Dirigentes sinceros creen que si el país tiene problemas, ellos no pueden hacer nada. Desde luego esto es incorrecto y una inequívoca forma de fracaso empresario.
¿Qué es lo que causa que un empresario se adormezca?
La timidez. La palabra griega (deilia) implica timidez o cobardía.
Aunque se disfrace la timidez, nunca tiene un significado en el buen sentido. La capacidad debajo de la timidez, se encuentra aturdida, causa indecisión y provoca decadencia.
Sin querer cambiar la etimología y la traducción, yo diría: Los empresarios argentinos están perdiendo su pelea hacia la jerarquía empresarial por abandono. Aunque sus aptitudes están presentes y son palpables, no están en funcionamiento.
Cuando por segunda vez me tocó enfrentar la experiencia de pilotear un Club de Bancos, un Director de una entidad me compartió que sus colegas pensaban que yo estaba siendo muy duro con ellos. En el futuro, suprimirían eventuales recomendaciones y afectarían mi carrera. Yo fui intimidado por esa circunstancia.
Repentinamente la habilidad para la negociación se me desactivó, y no podía salir a realizar acuerdos como antes. Mi incipiente madurez profesional parecía haberse ido. Me entró la confusión, me abatí; no quería enfrentarme más a ellos y hasta pensé cambiar ese departamento de mi sociedad. ¿Por qué? Porque estaba "achicado", por lo tanto había resignado mi habilidad y mi entrega.
La intimidación refrena la acción e impone sumisión, bajo la cual determinados desafíos no los encaramos por nuestras imaginarias condiciones de inferioridad.
Aquel trabajo pudo ser completado cuando vencí el desaliento. Entendí que necesitaba cambiar de actitud y me dispuse a enfrentar ese ficticio peligro.
Siempre habrá asimismo, empresarios que no huyen. Podría hacer una lista de hombres de negocios que no desaparecieron luego de caminar al borde de la quiebra. Ellos también se atrevieron a completar el trabajo que comenzaron.
El pánico es una mala influencia desmotivadora que se ha infiltrado en Argentina. Es un nocivo ascendiente que estamos padeciendo como sociedad.
Muchos ejecutivos tienen un título en su tarjeta pero están cediendo la excelencia conquistada con tanto esfuerzo a favor del miedo generalizado.
Una gran parte de la Nación está paralizada. Sin embargo en el otro extremo, hay empresarios que están ganando espacios. Otros refinancian por quinta vez sus deudas pero siguen adelante.
Algunos accionistas ya están despidiendo ejecutivos "no se puede", o los envían a la retaguardia. Han tomado la decisión correcta. Confrontar y desmantelar la esfera de influencia sin resignar oportunidades que otros están conquistando.
-¿En que trinchera nos instalaremos, del lado de la timidez o del lado de la conquista?
Por: Dr.Pablo Tigani- Consultor de Empresas

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