Hace justo siete meses (29-01-2020) desde la ciudad de New York, titulamos esta columna, “Martin Guzmán le va a tapar la boca a todos”. Una renegociación de u$s 65.000 millones lleva tiempo, por eso fuimos ilustrando el paso a paso, y como ha sido digna y exitosa, más de lo que cualquier antagonista patrocinado pueda soportar. A la sazón, el cardumen emponzoñado por la masiva aceptación de la oferta, habla y escribe como si la Argentina entre 2015 y 2019 hubiera sido un portento que vino a destruir el nuevo gobierno. -¿Como lo hace?- Compara mes contra mes o trimestre contra trimestre de un año sin pandemia (lo cual estaríamos entendiendo) pero sin mencionar los efectos de la pandemia a nivel local e internacional.
El cardumen
Hacen
caso omiso de la pandemia como si el único lugar donde hubiera problemas
económicos fuera la Argentina. Inclusive he escuchado prescribir “que no se hable
más de la administración anterior”, “que el ex presidente tuvo mala suerte…”, “que
el presidente actual después de nueve meses debería dejar de lado” el
cataclismo y ocultar la desidia. Poco juicioso. Por momentos muchos
profesionales tienen las mismas frases, los mismos discursos desde la dictadura
cívico-militar. Mientras tanto, la economía estadounidense sigue transitando la
peor recesión de su historia, los primeros datos sugieren que la recuperación
parcial no se ha desacelerado, si no estancado, y pronto exteriorizará la impaciencia
popular a medida que se agoten las prestaciones por desempleo.
Es duro el padecimiento de quienes no
le otorgan valor a las ideas y opiniones que no confirman las propias. Esa
tergiversación intelectual es frecuente en el profesional promedio argentino.
En muchos casos el sesgo de confirmación lleva
a ignorar completamente las ideas contrarias, haciendo que sólo tengan un punto
de vista. Aprendieron y siguen firmes con Milton Friedman como la única forma
válida para teorizar en economía, quien establecía que los teóricos no debían preocuparse
por el realismo de las hipótesis que emplearan, sino por su capacidad de
predecir. Aun peor, si esto fuera real, porque no pegan una.
Nada nuevo bajo el sol
El
ascenso de esa forma de teorización positiva desembocó casi de manera
imperceptible en una deriva normativa, que se exportó a todo el mundo a través
de la serie de TV “Free to chose”, producida por Anthony Jay y emitida por las
televisiones públicas estadounidense (PBS) y Británica (BBC) en 1980. El mundo
estaba entonces al corriente de un boom de neoliberalismo liderado por
Margareth Thatcher y Ronald Reagan. En estas series se exponían las bondades
del mercado y se advertía contra las injerencias del Estado. Consignas como: “Desregulación
o miseria”. El Instituto de Economía de Mercado (IEM) de España, bajo la
dirección de Pedro Schwartz, le compró a la BBC los derechos y los vendió a
RTVE. La serie se emitió bajo el titulo “Encuentros de Libertad” en 1982, al
tiempo que viajo a España Milton Friedman a misionar su doctrina, que ya tenía
ensayada en Chile, Argentina y Uruguay.
Como
aprendimos de Sampedro, no nos cansemos de recordar que la economía es una
ciencia social. Que esta es una verdad antedicha, pero olvidada permanentemente
con consecuencias catastróficas por los más enaltecidos exponentes del status
quo. Los jóvenes profesionales y universitarios deben saber que todo
conocimiento económico, ajeno a un enfoque social de reflexión, no pasa de ser
un recurso instrumental, sin perjuicio de que como herramienta pueda ser muy
valiosa. Una maquina no funciona como un animal, una planta, ni una sociedad. La
economía no se puede pensar desde la ingeniería o la bilogía, como se intenta.
Esa
aspiración inconsciente de hospedar a la economía en la situación indolente que
la surcan los físicos y cientistas naturales, desemboca en la omisión de los
aspectos sociales y espirituales. Recuerde que Adam Smith era un teólogo moral
relevante de Occidente.
Sin
embargo a través de los medios se instalo ese deslumbramiento de sus
cultivadores con metodologías inadecuadas y graves consecuencias como las que
hemos visto. No es lo mismo lo mecánico, biológico o social. Si acepto esta
proposición, tengo que ponerme a pensar acerca de lo que he aprendido en la
universidad y, eso es lo que en muchos casos el sesgo de confirmación lleva a ignorar. Es grave darse
cuenta que no se puede estudiar la realidad social con instrumentos
conceptuales únicamente aptos para analizar sistemas mecánicos o cuestiones
biológicas. Lo mecánico no se transforma con el transcurso del tiempo, los
movimientos se repiten. Lo biológico, nace se desarrolla y muere. En cambio las
sociedades varían en forma imprevisible, porque se auto transforman. Pensar el
desarrollo social como el funcionamiento de una maquina o la trayectoria
biológica es desatinada.
Las universidades y el poder constituido
¿Porque
las universidades siguen enseñando lo mismo? En primer lugar por la atracción
intelectual de los métodos matemáticos, que inspiran al científico a experimentar
la confortable sensación de estar manejando verdades precisas y descubriendo nuevas
invulnerables cadenas de razonamiento. Hay que reconocer que es una tentación
grande. La matemática suele ser más divertida que la “playstation 5” para los
que estudiamos ciencias económicas. En segundo término, la cuestión no es tan
inocente como la primera, tiene que ver con la
naturalización y legitimación de un sistema social de mercado,
beneficioso para el establishment mundial. Se conduce automáticamente a que el
mercado es el mejor asignador de recursos, lo cual no sería cierto ni siquiera en
la hipótesis más difundida, “la competencia perfecta”-nunca verificada-, pues
el ajuste de la oferta y la demanda puede dar lugar a que los ricos coman cinco
bifes de lomo por día y los pobres no prueben un trozo de carne en un año.
Todo
esto que es tan trivial, no se interprete como desdén, es mas; admiramos la eficacia expositiva y la
capacidad de decorar con un gran aparato científico ciertas verdades parciales,
en el fondo triviales. Pero es lamentable ver ese ingenio consagrado a esconder
lo fundamental, a fuerza de enceguecer el sentido común con cuestiones
accesorias y derivadas. Pues bien el dogma monetarista no solamente es un
escandaloso ejemplo de ignorar que la ciencia económica es social, sino que
llega a alcanzar extremos indignantes para cualquier cristiano. Tal es la
colonización mental de la teoría económica anglosajona en la Argentina, que si
no fuera así, alguien se preguntaría-antes de soltar una carcajada-la crueldad
del sarcasmo que titula Friedman: “Libertad de elegir”. Una verdadera crueldad.
Como si un habitante de la villa 31 pudiera, elegir vivir en el tugurio nada
más que por su condición bohemia.
Sin
dinero no hay elección posible. La libertad de elegir del pobre es entre algo
poco valioso o nada. El mercado no es un desastre en absoluto, el problema es
el anacronismo histórico y, por lo tanto un mal relativo de nuestra época y
principalmente de nuestro país. Basta recordar que prevaleció ante el
feudalismo, liberando creatividad pero legitimando el poder del dinero frente
al poder feudal, apoyado en posesión de la tierra.
Fake Science
Los
macroecolobbistas y perioecolobistas defienden la economía de mercado como un
orden natural, permanente, propio de una sociedad optima, y eso es “fake
science”. La falta de sentido histórico de la economía convencional es una idea
presente de la necesidad de una visión histórica para interpretar correctamente
la realidad social.
Pero
no creemos necesario persuadir a nadie que la teoría económica convencional se
encuentra en crisis, desconcertada desde la quiebra de Lehman Brothers y
agravada por el Covid-19, acudiendo activamente a la solución keynesiana frente
al desempleo y la recuperación de la economía.
Esto
solo se resuelve con una nueva teoría que nos saque adelante del anacronismo
ligado al sistema de mercado, hoy tan inaceptable como la reducción del hombre
al “Homo eonomicus” y la creencia religiosa-contraria a Dios mismo-en una mano
invisible que establece el orden
permanente. Esa reflexión nos lleva a sospechar que son los intereses
del establishment los que deciden que es lo que se estudia, y permiten la
supervivencia de estas fundamentaciones gravitantes en el subconsciente del
campo del pensamiento.
*Profesor de Postgrado y Maestrías en UBA y UADE.
Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor
de 6 libros.Investigador PID del Doctorado en UADE. Puede
seguirme en Twitter como @PabloTigani .También en Facebook: https://www.facebook.com/epablotigani
No hay comentarios:
Publicar un comentario