lunes, 14 de diciembre de 2020

 


ARGENTINA RecuperA EL NIVEL PRE PANDEMIA AL RITMO DE EE.UU.

En el pasado los falsos profetas se identificaban porque sus predicciones no se consumaban. Eran fácilmente reconocibles, se sometían servilmente a los intereses del sacerdocio y la monarquía. En cambio el verdadero profeta anunciaba y ocurría exactamente lo que expresaba. El profeta Elías declaró que no llovería sobre Israel por tres años y medio y así los cielos se cerraron todo el período. Un falso profeta fue Bar-Jesús, mago que trató de apartar de la fe al procónsul romano Sergio Paulo, cuando este deseaba oír a San Pablo y San Bernabé hablar de Jesús. San Pablo que contenía el ministerio profético, indignado lo miró fijamente y diciéndole a Bar-Jesús que era hijo del diablo lo dejó ciego. Como resultado, el procónsul, testigo de los hechos, se convirtió al cristianismo.

FRIEDMAN Y FALSOS FRIEDMAN

Científico, es una persona que se dedica a producir resultados o adelantos conceptuales. Para ser científico es necesario actuar como tal. Los científicos deben estar listos para cambiar sus paradigmas y buscar nuevas líneas de investigación si las evidencias lo llevan a ello. La mala conducta académica o el mal comportamiento profesional no son compatibles con el científico, que debe trabajar en beneficio de la ciencia y no solo para hacer dinero. No obstante algunos se involucran en casos de mala conducta profesional, la mayoría lucha todos los días para demostrar los resultados de de su trabajo en forma consistente con la honestidad profesional que es confirmada por los aciertos.

El estudio del estatuto científico de la economía “neoclásica” ha estado asociado a la predicción concebida como test. Así, con una notable influencia de la concepción metodológica de Friedman, que llega a defender la legitimidad de la ausencia de realismo en los modelos económicos, los criterios epistemológicos y metodológicos en economía se han centrado en el éxito predictivo. Cuando se reconocen los problemas de complejidad respecto de la predicción económica, se asume la existencia de dificultades para el desarrollo de la economía, inclusive como ciencia. La predicción es el valor principal de la economía en cuanto ciencia; epistemológicamente, es el contenido que permite que sea una ciencia objetiva, de modo semejante a la Física (Friedman, M. (1953): “The Methodology of Positive Economics”, en M. Friedman: Essays in Positive Economics, pp. 3-43. (6ª reimpr., 1969). Chicago. IL: The University of Chicago Press.); y metodológicamente sirve para decidir la validez de las hipótesis. Es decir, considera que el fin último de la ciencia es el desarrollo de una hipótesis que proporcione predicciones válidas y significativas sobre fenómenos todavía no observados (Ibid, p. 7). La economía positiva “ha de ser juzgada por la precisión, alcance, y acuerdo con la experiencia de las predicciones que proporciona. En síntesis la economía positiva es objetiva, precisamente en el mismo sentido que cualquiera de las Ciencias Físicas” (Ibid, 1953, p. 4). “El único test relevante para la validez de una hipótesis es la comparación de sus predicciones con la experiencia. La hipótesis es rechazada si sus predicciones son desmentidas (“frecuentemente” o más a menudo que las predicciones de una hipótesis alternativa); es aceptada si sus predicciones no son desmentidas; y suscita gran confianza si ha superado muchas oportunidades de ser contradicha” (Ibid, 1953, pp. 8- 9).

Digo entonces; científico no son y profetas tampoco.

LA ÚNICA VERDAD ES LA REALIDAD

Contra los pronósticos de hiperinflación, destinados a crear una crisis de confianza que pudo haber generado un dólar blue de $350 (TCR paralelo de junio de 1989 en pesos de hoy), el incremento de los depósitos bancarios logró que se puedan adquirir cantidades de títulos del Tesoro y el BCRA. Sin crédito externo ni interno, casi sin reservas netas, Martin Guzmán y el BCRA emprendieron una política monetaria afable, disminuyendo fuertemente la tasa de interés y expandiendo la base monetaria, mientras emplazaron el fin de la política de austeridad del FMI. Es notable que el déficit primario creció 6/7% del PBI en 2020 por la ampliación del gasto y el desplome de la recaudación de impuestos. Sin embargo el Gobierno no solo pudo financiar el déficit primario emitiendo fuertes cantidades de dinero, obtuvo conjuntamente una caída de la tasa de inflación de más de 1/3 que en 2019 sin pandemia, con déficit primario casi “cero”,  sin crédito bancario y tasas de descubierto bancario de 160% anual. Además, se obtuvo una extraordinaria reestructuración de deuda, solo superada por la de 2005/2009.

Se financiaron alrededor de 3.3 billones de pesos (12% del PBI) con 7% de emisión y 5% colocación de deuda (Tesoro y BCRA). Paradójicamente, gracias a la serenidad que trasmitió el ministro se produjo una expectación que permitió la fuerte monetización, devastada en tiempos del Gobierno anterior. Monetización y deflación, en lugar de hiperinflación, en momentos en que empieza a converger el aumento de la recaudación y la disminución del gasto.

Es hora que los CEOs de las empresas vayan decidiendo con que fundamentos económicos (fundamentals) y con quien van a construir los pronósticos de ventas en los próximos años, a la luz del planteo de Friedman. El forecast es la estimación de la demanda futura de un producto o servicio. Para ello el departamento de ventas debe construir sus estimaciones de facturación, en base a los pronósticos macroeconómicos que han desacertado menos.

PRESIONES

En la Argentina durante el periodo menemista, el Gobierno se vio condicionado en forma externa e interna-aun así el PBI creció 40%-. Caída del muro de Berlín y Consenso de Washington, dos hitos imposibles de ignorar. Levantamiento militar nacionalista “a balazos”, golpe de mercado e hiperinflación parte II. Menem enfrentó una inversión dialéctica hegeliana, en la que la postura ética más elevada se convierte en sumisión renunciando a los propios principios.

Estamos saliendo de la irrealidad. La operación ideológica básica de Duran Barba fue copiada de Stalin, y consistió precisamente en invertir la lectura de la situación que había hecho Lenin. La formula de Stalin era dar esperanza. Sin embrago la década siguiente evidenció el precio que se había pagado por el intento de vivir según la esperanza; una hambruna masiva.

En Grecia, un día después de ganar el referéndum en contra de la presión de la Unión Europea con 62% y decir que “no a las políticas de austeridad”, el Gobierno de Syriza cedió completamente a esa presión. Alexis Tsipras convirtió a Yanis Varoufakis (el inspirador de Kicillof) en Varousfuckyou. Esa inversión representó el juicio infinito de la política progresista contemporánea. No hubo mediación gradual entre los extremos. No se fue lentamente hacia un compromiso, sino que se dio una inversión directa y brutal, después de un decidido “no a las políticas de austeridad”.

Deberíamos mantener una distancia escéptica hacia ese ejemplo, aunque debemos mencionarlo ahora que se detuvieron los ATP, se seccionaron forzosamente los IFE, y Guzmán investiga la posibilidad de ubicar más deuda en el mercado local a fin de reducir la emisión para financiar al Tesoro. También dijo el ministro que en 2021 el déficit primario será menor al presupuestado, lo cual levantó la guardia de la CGT. La venta de bonos en dólares, está convalidando una tasa de interés demasiado alta en esa moneda. Probablemente ciertos cambios mejoren la ocasión de alcanzar abril 2021, cuando entran los dólares de la cosecha, aunque el tipo de cambio está bien, 33% arriba de abril de 2018, cuando se le produjo la estampida al mejor equipo. Demos tiempo al tiempo para que se perciba que no tomamos el compromiso de un nuevo poder en contraste con el anterior, para mejorarlo; sino porque lo que deseamos es, ni siquiera rozar lo que hemos visto en los años pasados.

RECUPERACIÓN PERONISTA

La Argentina se recupera satisfactoriamente, teniendo en cuenta el abismo del cual emerge. En términos de PBI real per cápita, la Macricalipsis nos regresó a 2005. Luego, pandemia mediante, en un solo trimestre volvimos a 2003. Dichosamente las proyecciones de PBI, con la vacuna a la vista y la recuperación del tercer y cuarto trimestre que además dejaría un arrastre estadístico significativo para 2021, posibilitarían recuperar gran parte de lo perdido en 2020. El nivel de actividad de hoy en términos porcentuales con respecto al nivel normal pre pandemia es análogo al de EE.UU., Noruega, Suecia, Alemania, Suiza y, superior a Portugal, Hungría, Islandia, Israel, España, Polonia, Chile, Malasia, Perú, Irlanda, Italia, Bélgica, Republica Checa, Francia, Reino Unido, Austria y Grecia; en ese orden. Vamos bien.

La llegada de Juan Perón a la presidencia significó un antes y después. Desde entonces se modificaron radicalmente las condiciones en que se desarrollaba la economía. El peronismo fue revolucionario no en el sentido del concepto marxista de “revolución”,  pero si en cuanto a instalar nuevas ideas apoyadas en predisposiciones humanas, instalando en la economía conceptos como “justicia social” que se han hecho muy difíciles de enfrentar, sin caer en comedimientos de insensibilidad humana.

En tres de cuatro ciclos peronistas-aunque en los cuatro hubo crecimiento del PBI-ha sido imposible pensar en una economía “sin gente”. Desde 1955 quedo adherida a la conciencia colectiva la idea de que es posible una economía de crecimiento con inclusión social.

Todos los cambios peronistas hubieran sido imposibles sin la intervención del Estado, aplicando medidas que mejoraran la distribución del ingreso: ampliación del mercado interno vía aumentos de salario real, retenciones a las exportaciones agrícolas financiando al Tesoro y contribuyendo a mantener los precios internos de los alimentos. Bancos prestando a tasas de interés promocionales para lograr inversiones y desarrollo industrial, nacionalización de ferrocarriles, servicios públicos, energía eléctrica, transporte, comunicaciones y petróleo.

En los próximos años, el campo de batalla vuelve a ser la economía, y lo que estará en juego será la mismísima esencia del legado del presidente Perón.

La administración precedente en diciembre de  2019 nos acercó hasta la puerta del precipicio. Mediante la lógica incoherente del cambio persistente-por eso Cambiemos debió ser Cambiando, en gerundio-, se alcanzó un final álgido, inconcebible y ridículo en solo cuatro años. La misma combinación de estrategias incompatibles con el bienestar general, no puede operar más en nuestra manera de abordar la política económica. Estamos viviendo con mascaras antivirus-en medio de una niebla toxica invisible desde enero de 2018-, en la que no se ven personas felices; la Argentina es una película pos apocalíptica. Quizá lo más sorprendente del Macricalipsis fue su rápida asimilación con la colaboración de los medios.

RUPTURA CON EL APOCALIPSIS CAUSANTE DE LA VERDADERA DECADENCIA

Lo que necesitamos ahora no es una versión mejorada, sino una clara ruptura con la tradición neoliberal-de la cual surgió el último ex presidente-, que cada tanto regresa para retorcerlo todo, desde 1955. Una cosa es segura, ante nuestros ojos está ocurriendo un cambio social y psicológico extraordinario. Cuando un suceso como el Covid-19 se experimenta por primera vez, se vuelve real, ya nada es imposible. Sabemos que una catástrofe es posible aunque no creamos que pueda suceder. Antes de la experiencia Cambiemos y el Covid-19 Argentina era un país con problemas, pero lúcido. Lo que hemos visto y estamos transitando hace cinco años habría sido inimaginable antes del memorable debate presidencial entre Scioli y Macri. El discurso de Macri fue ficción en su estado más puro, y su mensaje trillado se basaba en toda una serie de incoherencias evidentes. Si analizamos lo más básico: “pobreza cero”, podría haberlo pronunciado Nicolás del Caño, pero Macri habló en nombre de los trabajadores, y los sueldos que pagaban impuesto a las ganancias. Quizá los próximos años lejos de esta experiencia desafortunada que socavó la argentinidad, aproveche para tomar un enorme impulso. El Macricalipsis ha sido un claro testimonio de cuáles son los límites del menefreguismo ciudadano, cuando lo único que importa es el odio.

(*) Profesor de Posgrado UBA. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

 

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