El Gobierno de Mauricio Macri fue un régimen de pésimos resultados económicos, baja calidad institucional y habitual desinterés por las mayorías populares; sin embargo los votos de la elección de medio tiempo favorecieron a la Alianza JxC, demostrando el éxito de la desculturización política 2015-2019. La retórica de los macroeconomistas y los medios amigos siguen siendo fuertemente influyentes. El discurso del tándem describe al populismo como una forma de gestionar las políticas públicas en función de las cuales el gobierno distribuye bienes y servicios en forma demagógica a los sectores populares para lograr apoyos electorales inmediatos. En octubre 2021 quedó demostrado que eso no sucede, simplemente porque es un poco más compleja la noción de populismo.
Sin
embargo prevalecieron los lectores del manual de economía de Stanley Fischer,
Rudiger Dornbusch, Richard Schmalense (McGraw-Hill 1989), y sobretodo
(Dornbusch y Edwards, 1991) un tanto demorados en conocer que el populismo es
un fenómeno político. Los autores de aquel tiempo confundían populismo con “mala
administración” o “inflación”. Según esa mirada la dictadura 1976-1983 fue populista y en cambio Evo Morales quien
gobernó con baja inflación y equilibrio fiscal no fue populista (Casullo). Un disparate.
El
año 2020 constituyó una tragedia económica y sanitaria a nivel mundial. En 2021 pudimos presenciar el delicado manejo económico
del Gobierno, que ha recuperado la actividad en magnitud ligeramente superior al
derrumbe del nivel de actividad provocado por la pandemia. Pese a la mejoría del
10/11% del PBI en 2021(p) y con un consumo privado que se ubica por encima del
que dejó el gobierno macrista, el mismo está por debajo del nivel previo a la
crisis que terminó apelando a la consigna: “Espero que todo el país termine enamorado de Christine Lagarde” (Macri-2018)
Pero
hay causas que explican la mala onda de las personas indocumentadas: los particulares
que no pueden comprar dólares baratos para ir a Punta del Este, los empresarios
que no consiguen pasar fácilmente pagos en dólares a $108, además es más
difícil-no imposible-abusar del bolsillo de los argentinos, la bronca de la evidencia
peronista (nunca un gobierno peronista se fue sin que crezca el PBI y se paguen
las deudas) y, el terror de que las buenas noticias de la macroeconomía en 2021
sea el inicio que desemboque en la reelección del FDT. Todo esto sin contar que
el elenco estable pronosticó un crecimiento del 4% del PBI. Un error de 4/5
veces el déficit fiscal primario, que tanto les preocupa. Las empresas trabajaron
con un forecast de ventas 60% por debajo del potencial, por mal asesoramiento. (El forecast de ventas es la
estimación y previsión de la demanda de bienes o servicios en un tiempo
determinado. Con el uso de esta técnica, se intenta saber con mayor certeza qué
va a pasar en el año con la finalidad de tomar decisiones más efectivas y
alcanzar los objetivos deseados a priori). Las empresas que creyeron en los
pronósticos de los pifiadores seriales perdieron negocios.
Los
indicadores de noviembre y diciembre (p) insinúan que la economía extendió su
recuperación en el último bimestre 2021, si bien corresponde explicar que se
observa cierta dispersión secundaria en los ritmos de crecimientos sectoriales.
Si se confirmaran las cifras provisorias del último bimestre, el PBI 2021 podría
tocar 11%, dejando un arrastre estadístico para 2022 de unos 3%. La mejora de
la demanda doméstica estaría alrededor de 15%, con el consumo privado creciendo
alrededor de 12% y la inversión repuntando 36% anual. El superávit de la
balanza comercial alcanzó los u$s 15.000 millones. Hay que señalar que la Argentina
es uno de los países de mejor desempeño económico en la recuperación, a nivel
regional.
Se
acaba de anunciar un ajuste tarifario básico de los servicios públicos y otros
privados; el tipo de cambio comienza a ajustarse por encima de la
inflación-crawling peg- y; el déficit primario sigue bien controlado. La base
monetaria creció en 2021 alrededor de 38% entre puntas, muy por debajo de la
inflación. El BCRA emitió para comprar
dólares alrededor de 17 puntos y para asistir al Tesoro Nacional unos 21 puntos.
Nada más. Se pudo esterilizar una parte colocando Leliq y Pases. Los factores contractivos
de la base monetaria en 2021 fueron la venta de bonos por parte del BCRA contra
pesos y la venta de divisas del Banco Central al Tesoro. Con el BCRA colocando
deuda para esterilizar pesos y el sector público nacional absorbiendo fondos
del sistema para tener su propio financiamiento, el crédito al sector privado
en pesos creció alrededor de 45% en términos nominales. Los agregados
monetarios crecieron menos que en 2020. Sin embargo la tasa de inflación tiende
a acelerarse en diciembre por el bajo incremento de los precios minoristas en
noviembre-de 2.5% mensual-, y en enero por los anuncios de correcciones que no
tienen que ver con cuestiones monetarias. Los números provisorios para diciembre
aseguran que creciendo –piso 10%-el PBI, la inflación estará entre 5 y 6 puntos
por debajo de la que dejó Macri, cuando el PBI por el contrario, se desplomó
2.1% (y, sin pandemia en 2019).
Visiblemente, 2021 fue un año de recuperación económica enérgica
con menor inflación que 2019. El dólar ilegal o “blue” en 15 meses perdió por
goleada la batalla frente a las tasas de interés y otras opciones de inversión,
contradiciendo a quienes pronosticaron entre $ 400 y $ 2.000.( https://www.lanacion.com.ar/economia/dolar/roberto-garcia-moritan-reconocio-su-error-al-vaticinar-un-dolar-poselectoral-a-400-pesos-exagere-un-nid21072021/),
(https://elpaisdigital.com.ar/contenido/el-dlar-sombra-y-las-mentiras-de-cachanosky/31886)
Pese
a las escasas reservas netas del BCRA, se siguen cancelando los compromisos
contraídos en la era Macri, con mejor balance fiscal y monetario promedio
(2016-2019) y sin desborde social. Es cierto que existía un mullido colchón
tarifario del gobierno anterior y del “viva la Pepa” de servicios del sector
privado. Por esa razón no existe inflación reprimida, sino más bien una mejor distribución
de la carga, sobre todo, de las tarifas de los servicios públicos. La vista ahora
debe estar puesta en el salario real y el empleo, aunque este último se viene recuperando.
Las
negociaciones con el FMI siguen avanzando con honorabilidad. Los
vencimientos de capital e intereses con el FMI son de u$s 4.000
millones en el primer trimestre 2022 y u$s 32.000 millones entre el segundo
trimestre 2022 y 2023. Lo que exhibe la elocuente incongruencia de los fallidos
acuerdos Macri-Dujovne-Lagarde, quienes pusieron al país en situación de no poder
afrontar los pagos, ni con recursos propios, ni con colocaciones en el mercado voluntario
del cual resultaron eyectados en enero de 2018. Recuerde que el actual gobierno
renegoció exitosamente la deuda impagable contraída entre 2016-2017 con el sector
financiero internacional privado. Lo cierto es que la reestructuración de la
deuda, cuyo costo rebajó en u$s 37.000 millones de intereses, se cerró en el
momento más crítico de la pandemia. El país se había caído del mundo en 2018 y al
defaultear la deuda-reperfilamiento compulsivo-en pesos en 2019; había quedado
sin la mínima chance de volver a colocar deuda en los mercados globales, con la
posibilidad contingente de tampoco poder hacerlo en el mercado local. Recuerde
que la reestructuración de deuda de 2001 se acordó alcanzando 95%, 8 años
después del default, en lugar de los 8 meses que le tomó a Guzmán-sin caer en
default-.
Con
el cumplimiento estricto de los pagos de la deuda pública en dólares, las
reservas internacionales brutas del BCRA siguen estando en los niveles 2020. Conmemoremos
el dato, las exportaciones terminarían incrementándose en más de u$s 22.000 millones.
A
los controles cambiarios que implementó Macri, se fueron asignando nuevas
restricciones sobre el atesoramiento, la cancelación de deudas del sector
privado y el pago de importaciones. Si bien la posición de reservas netas internacionales
es escasa, una aceleración en el ritmo de corrección del tipo de cambio ira
favoreciendo el tipo de cambio real. Si las exportaciones crecieron alrededor
de 39%, y el saldo de la balanza comercial fue de u$s 15.000 millones, es obvio
que la competitividad no está en riesgo, por el tipo de cambio.
En
materia fiscal, el gobierno recibió de la administración anterior un déficit
fiscal de alrededor de 1.2% a pesar de la extravagante contracción monetaria
aplicada en 2019, pateando al déficit financiero proyectado para los años
siguientes, -como dijimos antes-imposibles de financiar. Luego llego el COVID y
el derrumbe de los ingresos fiscales en 2020, cuando ya en 2019 (con Macri) había
caído un 11% en términos reales. Este año la moderación fiscal sorprendió al
oficialismo y la oposición, en ese orden. En particular, el gasto primario se
aceleró muy por debajo de las reales necesidades sociales. Tal como habíamos
explicado acerca del cierre de la brecha fiscal, en 2021 la recaudación tributaria ascendió
a 11 billones de pesos o 101.900 millones de dólares; 65.9% más que en 2020. En
el peor de los casos 15% más alta en términos reales.
Decepcionando
sortílegos y agoreros, nos ha ido bien en 2021, demos gracias a Dios porque el
paracaídas se abrió providencialmente al cumplirse 5 años del salto al vacío.
(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en
universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en
Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani
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