Una
devaluación acumulada de 55% en un semestre, sin compensación mediante suba de retenciones
a los productos agropecuarios. Siendo el aumento del dólar “punta a punta” del
gobierno de 180% con el oficial y 107% desde la unificación con el paralelo. Ni
Krieger Vasena con un gobierno de facto se atrevió a tanto. Aumentos de tarifas
eléctricas y de gas extravagantes, con techo a las convenciones colectivas de
trabajo. Todo esto sin un acuerdo de precios por lo menos temporal, por 180
días.
Es
que el objetivo es la licuación del gasto público por vía de una llamarada
inflacionaria, luego de una auto encerrona con la excusa de recibir el rescate
del FMI. En realidad esto es solo para salvar a los bancos que angurrienta e inconscientemente,
le prestaron dólares a la Argentina, a tasas inauditas. Súmese la fijación de una
tasa de interés “chocante” por parte del BCRA para asegurar que hundiendo el
dólar a 28 pesos o menos, los inversores financieros se sigan yendo con
ganancias insuperables. La financiación de crédito de consumo se hace al 80%,
el descubierto en cuenta corriente autorizado para Pymes 120%, el no autorizado
160%. Asistimos impresionados a una insólita ofensiva y amenaza de la Sociedad
Rural al gobierno y al FMI, para evitar el
congelamiento de la baja de retenciones que pidió el organismo multilateral de
crédito.
No
veo el pláceme de la clase media boba a esta altura, aunque sigue apoyando
porque prefiere perder calidad de vida, si es que “los otros” pierden más.
No
advierto que la meta del gobierno sea erradicar la inflación y lograr una
desahogada posición de la balanza de pagos, ni atraer inversiones, ni
crecimiento, ni credibilidad, ni horizonte de previsibilidad. Este no es un
plan de estabilización, es una ingeniosa receta de recesión enrarecida.
Hasta
ahora percibo una extraordinaria
redistribución del ingreso en perjuicio del sector urbano trabajador comercial e
industrial, íntegramente apropiado por el sector agro alimentico exportador
concentrado y en menor medida para el sector estatal, reduciendo solo el
déficit primario para generar recursos y atender las necesidades de
financiamiento que amenazan un próximo incumplimiento en los pagos. No hay
“normalización” de la economía, dicho en la terminología sistémica.
El
paso que sigue enfrenta dos desafíos fundamentales, estrechamente relacionados.
El mantenimiento del “orden”-también como es entendido en terminología sistémica,
la garantía de orden-que podría llegar vía coerción para intentar suprimir la
amenaza de un desborde popular descomunal y, cerrar los canales de acceso a un
eventual próximo “gobierno populista”. Pero tener éxito en estos intentos implicaría
la exclusión política de los sectores populares, cuya contra cara es alterar la
paz social; que a su vez es un requisito indispensable para recuperar la
confianza.
El
gobierno tendría que parecer capaz de garantizar la paz social y la
normalización de la economía, pero no convence. Hasta parece que la corporación
mediática comienza a despegarse. No sorprende que la directora gerente del FMI
venga en persona, es que justo en el final, cuando está a punto de retirarse,
esto puede arruinar su esmerada trayectoria.
Para
logar la “normalización” de la economía, sería necesario reducir las
fluctuaciones de estos últimos dos años y medio y revertir la tendencia
negativa alrededor de la cual se produjeron los titubeos del régimen. La gerencia
financiera país (CFO) debería modificar las expectativas negativas, terminando
con la rapacidad de las Lebacs y su reciente conversión en deuda en dólares vía
licitaciones de billetes y emisión de deuda de corto plazo. En general, debería
terminar con estos treinta meses, como requisito previo para establecer las
bases de una economía con patrones de crecimiento normal, comenzando a reconvertir
la estructura productiva, antes que las quiebras se vuelvan intensas.
¿Cómo
logrará el presidente Macri normalizar
la tormenta que describe?
La
“normalidad” del enfoque hegemónico mundial, no consiste en que sus líderes
puedan venir de visita a la Argentina, sino en que la acumulación de capital se
realice y garantice en favor de las empresas trasnacionales, en condiciones que
se asegure una tasa alta de acumulación.
Sin
las políticas de expansión del consumo popular que tenia la Argentina antes de que
gobierne “Cambiemos”, es muy difícil
generar un mercado interno atractivo. Pero claro, un “boom de consumo” como el
del gobierno anterior emergería solo de la “anormalidad”. Porque aunque ya vimos
que nada de lo que repiten los “economistas vulgares”, los “no científicos”, es
verdad; es menester seguir suponiendo que luego de un boom de crecimiento, nos acechará
la amenaza de inflación, fuga de capitales y desarticulación de la estructura
productiva por falta de dólares que, retraerá las inversiones y disparara una
voraz especulación financiera que hará que los capitales productivos huyan.
¿No
es lo qué es lo que está pasando ahora? – Entonces. -¿Qué es lo que propone el
gobierno?
Por
ahora continúa la restitución de la supremacía trasnacional y oligopólica,
luego de la reconexión que se logro a través del sobreprecio de los fondos
buitres y el levantamiento de las restricciones al movimiento de capitales, con
el evidente saqueo financiero que venimos advirtiendo, para exportarlo hacia
las economías desarrolladas.
Aun
no hemos visto nada. Todo indica que vamos a un trance de inestabilidad de
magnitud. Cuanto mayor sea la dilación, mayor será el desquicio, madurará
retroalimentada la desinversión, la inflación y el problema futuro para
conseguir los dólares que necesitará la economía, si es que retoma el
crecimiento en algún momento. Cuanto más tarde en manifestarse el pico de esta
crisis, mayor será el grado de depredación que sufra la economía, bajo el rol
que asumió la especulación financiera. Hay que decir que a su vez se están lanzando
a comprar dólares o invertir en Lebacs casi todos los ciudadanos con ahorros o
excedentes mensuales, como defensa contra los riesgos cada vez más
impredecibles de esta economía errática e inflacionaria. Casi todo el que puede
está especulando, aunque la parte del león ya se la llevo el “capitalismo de
amigos”, las grandes corporaciones y las entidades financieras.
De
esta manera, cuanto más tarda en ahondarse la crisis que precede al desplome,
más concluyente y obvias son las operaciones financieras, incluyendo rutinas
cambiarias. Luis Caputo está sentado en la poltrona del BCRA. Aunque su pliego
no pase la aprobación del Senado es tarde, la rapiña se aproxima a su límite,
la conversión del capital productivo en capital financiero, provocará el
disloque productivo, este se viene agudizando aceleradamente, y ahora lo hará
más con la profundidad de la recesión auto infringida por el gobierno.
Sobrellevo
una conmoción ambivalente. La razón es que sé que cuanto más se dilate este
experimento mas deberá sufrir la ciudadanía y, más empinada y larga será la
cuesta que tenga que remontar el próximo gobierno.
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