El PBI de Brasil crecía a una velocidad
anualizada de 10% a principios de 2010, cuando los economistas ortodoxos empezaron
a sugerir que se enfriara la economía, hasta que en un punto, lograron convencer
al gobierno. Solo en los últimos dos años, el PBI ha caído 7,4%, el déficit fiscal toca
10% del PBI y la tasa de
desempleo pasó de 6,5% en diciembre de 2014 a 9,5% en febrero de 2016. En
Brasil se han perdido dos millones de
empleos en solo un año. Si este año el
PBI cae alrededor de 4% como se
pronostica, el PBI per cápita baja 10% con respecto a 2013. El problema
de Brasil es la dinámica
peligrosa del déficit fiscal financiero, producto de la deuda pública bruta (77% del PBI). La crisis económica
es fundamentalmente una crisis de origen
financiero fiscal. Cuando
la única forma de bajar el déficit fiscal
es vía la reducción del gasto primario porque no se pueden tocar los
impuestos-están en recesión violenta-, y los cambios se sugieren estructurales, vinculados al gasto
público, el perro se muerde la cola. Sin embargo la semana pasada, la Cámara de Diputados aprobó, un aumento del presupuesto en salud, eso algo dice.
Con el
pago de servicios de la deuda muy elevados, la oposición pide que Brasil ajuste
el gasto público, en un contexto
recesivo. Una alternativa podría ser, usar
reservas e iniciar un proceso de desendeudamiento como el
argentino (en términos de relación deuda/PBI). Para ello seria necesario alcanzar un consenso imposible de lograr.
Pero si intentan un superávit primario
capaz de cubrir los intereses
de la deuda pública, neto del crecimiento del PBI, generaría mas desempleo y caída del salario. Paradójicamente
Brasil paga intereses elevados para bajar la inflación y conseguir el financiamiento
necesario para cubrir los vencimientos de su voluminosa deuda pública, mientras mantiene un alto nivel
de reservas. No es absurdo pagar con reservas, cuando están bien altas,
evitando pagar intereses leoninos. La salida no luce fácil, con un gobierno que piso el palito de enfriar la
economía, para luego ser vulnerable políticamente. La estrategia estándar. Macri debería tomar nota de lo que le pasó
a Brasil, pero más que nada de lo que le pasa a Dilma.
Brasil,
principal socio comercial en fuerte
recesión, China en desaceleración vertiginosa;
Argentina se consumió la devaluación competitiva, y en 2016 retrocedieron
las exportaciones. Por
lo tanto existe una salida torpe,
“pedir prestamos a como venga”. Dependemos de la “lluvia de dólares”, como entrada de capitales vía la cuenta financiera,
porque además el déficit fiscal creció fuertemente. Los países desarrollados producen tasas negativas, así que prestarle
al 8% en dólares a la Argentina les resulta muy atractivo.
En
el gobierno y el Congreso no parece haber percepción que esa tasa es demasiado
elevada, de hecho la gobernadora Vidal coloco deuda al 10%.
Razonando
como un ortodoxo monetarista yo diría: cuando
la fuente de financiamiento fue la emisión
de pesos para financiar el déficit fiscal y
cuasifiscal, llegó la hiperinflación; pero, cuando la fuente de financiamiento fue el endeudamiento,
terminamos en default. -¿Que orientación tienen estos economistas?- La devaluación
no fue exitosa, por el excesivo pre y pass-through (el desplazamiento a precios), que ha
causado una estampida inflacionaria y un fuerte aumento de la pobreza. Si
después de las paritarias se produjera una espiralización inflacionaria con
recesión, habrá que optar por el objetado “asistencialismo” o crisis social,
aumentando el gasto y no ajustándolo; volviendo al endeudamiento externo creciente
para resolver el equilibrio fiscal, pronto estaríamos en la relación deuda/PBI
de 2001.
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