Desde mi
juventud, el tipo de cambio efectivo para las exportaciones agropecuarias
siempre fue el tema más conflictivo de la política económica Argentina. No era
imprevisible por lo tanto que las medidas de control de cambios reavivaran un
tema tan polémico. Como los argentinos consumimos y exportamos (en buena parte)
alimentos, dados los precios internacionales, el tipo de cambio efectivo
determina los salarios reales y los precios relativos internos, es decir, la distribución
del ingreso. Si factores aleatorios como la sequía de EEUU provocara un aumento
de precios mayor a lo que estamos viendo, a través de la política debería evitarse
que se produzcan nuevas tensiones internas. Una tendencia de aumento de precios
en nuestros productos no debe volver a amenazar el funcionamiento de la
economía y la tranquilidad de la sociedad argentina 2013. Entre el agro, la industria, los
trabajadores, el campo y la ciudad, no debe haber más fractura, sino
solidaridad. En 2013 las exportaciones agropecuarias pueden jugar un papel primordial
si los precios de las commodities agrícolas se mantienen como parece, y si se concretan
los pronósticos meteorológicos disponibles. Los precios son óptimos y las
perspectivas son propicias. Hoy la soja cotizó a USD 633,84 la
tonelada, el maíz registró un alza de 2,7% alcanzando los USD 322.82 y el trigo
subió 1.8% a USD 335.84.
Nada indica que
la relación entre la oferta y la demanda global de estos productos vaya a vagabundear
en los próximos 18 meses, tenemos que considerar la posibilidad de tener buenos
precios por delante. Dicen los expertos que la sequía en EEUU es la peor de los
últimos 56 años, y esta situación reduce manifiestamente los stocks internacionales
de maíz y soja. El crecimiento mundial se ha desacelerado, pero el crecimiento
del consumo global de alimentos es un fenómeno estructural de las últimas
décadas, impulsado por China y la zona Asia Pacífico. Debemos entender que esta
es la nueva configuración-conveniente para
Argentina-que permanecerá aun cuando las tasas de crecimiento de estos
países se desaceleren. En 2013 podríamos producir cosechas récords de soja y
maíz, con mercados firmes y precios sostenidos; si Europa endereza la nave y
los mercados financieros dejan de ser una amenaza, la Argentina podría verificar
en la próxima campaña una cosecha de 115 millones de toneladas, con 60 millones
de toneladas de soja y 35 de maíz; el valor de la cosecha alcanzaría unos USD
32.000 millones en 2013, unos USD 8.000 millones de dólares adicionales para la
economía. Así las cosas, la infusión de divisas del agro será un factor clave
de la reactivación económica el año entrante, porque hablamos de un aporte
agropecuario de 2.4% al crecimiento del PBI 2013, suponiendo el impacto directo
e indirecto sobre otras aplicaciones relacionadas a la originaria. Tal vez no
sean tasas de crecimiento chinas, como en años anteriores; pero fácilmente
podríamos pensar en crecer un 5% en 2013. Obviamente las proyecciones entre las
consultoras y fundaciones, como los diagnósticos que le dan soporte no
coinciden. Es obvio porque pocos quieren tomar una posición después de haber
hablado de soja a USD 340 en 2012, y muchos creen conveniente presentar diferentes
posturas (sin jugarse). Les dejan a los empresarios no solo la decisión, sino la
base de los pronósticos y que ellos mismos tomen lo que consideren apropiado. Ayer la UIA reiteró sus diferencias con la SRA, luego del cruce que mantuvieron el domingo sus respectivos presidentes; eso es algo que si me preocupa.
Haciendo introspección sobre los resultados del conflicto 2008, en 2012 deberíamos ver la gran oportunidad que tenemos “todos” para comenzar una construcción nacional con solidaridad y patriotismo entre los diversos jugadores y sectores de la economía argentina.