Despejadas las dudas del default previsto para 2008, 2009, 2010, "la necesidad de una imprescindible devaluación", "la chavización oficialista" y, otras calamidades; regresa una histórica muletilla: “la inflación”, el dilema vejatorio. Claro, la demanda de mejora en los salarios, estimulada por la Iglesia Católica y los informes de la UCA, otorga un respaldo categórico a los reclamos. A esto se le suman los aumentos tarifarios (desde 2002 nos dijeron que si no se corregían las tarifas iban a colapsar los servicios de las telefónicas, luego se dijo que los subsidios para mantener las empresas de energía eran amenazantes de la solvencia fiscal intertemporal...) La tasa de inflación, según “CONSUDELIN”-Sigla conformada por las palabras: Consultoras Sustitutas Del INDEC, bajó del 24% en 2008 al 15% en 2009. Si la inflación no puede ceder más que eso, será porque empezamos a crecer otra vez -¿o no?-.
La morfología de la inflación obedece a la postergada recomposición en los precios de los sectores aplazados en el tiempo. La discusión salarial permitiría explicar una pequeña parte, pero la contracara es un conflicto generalizado, alentado por las citadas manifestaciones de la Iglesia Católica, sus ministros y los medios de comunicación. Obviamente, un enfoque del pensamiento económico no hallará explicación a la persistencia inflacionaria en medio de una recesión, sin leer a Julio Olivera es imposible... Lamentablemente, los egresados "sub. 40" no han leído un paper, no estaba y no está aún incluido en los programas, ni siquiera saben si es un parque o una calle. El enfoque estructuralista no pertenece a la carrera de arquitectura.
Ayuda poco el hálito en la nuca, que instalan los traviesos invocadores de expectativas inflacionarias, alimentando y perjudicando “la credibilidad” en las instituciones monetarias y fiscales. La política monetaria hoy contiende contra quienes creyendo lo mismo que Martín Redrado, actúan en forma desleal. El crecimiento de la oferta monetaria bajó a 7%, pero las encuestas de las CONSUDELIN, ubican las expectativas inflacionarias en un 20/24%. La inflación real dejó de estar reflejada por el INDEC, sin disimulo; pero ni por asomo apunta el 24%.
Así la inflación parece debatirse entre los frescos que generan expectativas, y la política monetaria. Por ahora los primeros, pierden la pulseada. Para quienes quieren subir las tasas de interés hay malas noticias, el BCRA ha comenzado a reducir sus tasas de referencia, una señal de beneplácito inequívoca cuando estamos considerando la dinámica inflacionaria.
Mientras comenzamos a transitar una insipiente recuperación económica; por razones ideológicas, intereses creados, animadversión, o por todo esto junto; el narcisismo de "los excluidos del acierto", viene a vengarse planteando la inflación antediluviana, un argumento que otrora instaló el miedo, y detuvo el crecimiento; tumbando ministros y/o gobiernos, aumentando la pobreza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario