Las exportaciones argentinas disminuyeron en los primeros 10 meses de 1998 a 1999,de U$S 22.600 millones a U$S 19,300. O sea, U$S 3.300 millones menos ó (- 14%) promedio de descenso.
Por esto, abordar las cuestiones de estrategia y competitividad en el ámbito de las exportaciones, es la única forma de defender el volumen de ingresos emergentes de las ventajas competitivas para aquellos productos y servicios que enviamos al exterior.
Los expertos en estrategia, afirman que la ubicación geográfica dejó de ser un problema, por el aumento de la velocidad de los flujos de capital y la tecnología. Entonces, ¿cómo aplacaremos la influencia de la competencia global? Pues, con el diseño de una estrategia argentina.
Es necesario recordar que la rentabilidad de una actividad exportadora tiene dos aspectos: uno es el promedio porcentual de utilidades que tiene todo el gremio en el mundo. El otro es la posición en el ranking que tiene el país.
Vale decir, si está por arriba o por debajo del promedio del rendimiento internacional del sector. Existen considerables diferencias en una misma actividad en diversos países. No todos tienen las mismas posibilidades para presionar en foros internacionales como Estados Unidos, ni el poder de negociación con países proveedores de materias primas e insumos básicos como Japón. Tampoco se puede ignorar la amenaza de países competidores que subsidian productos y servicios sustitutos de los nuestros, como la Unión Europea.
Un país concede mayor atractivo para sus empresas, si les ofrece mejores precios al liquidar sus divisas provenientes de sus exportaciones, o menores costos que sus colegas de otras naciones competidoras para producir sus productos.
Las razones que determinarán tales ventajas, están ligadas a la eficacia del Estado en la optimización de recursos, por el lado operativo y las obtenidas por diferenciación en el posicionamiento estratégico, logrados por una acción conjunta permanente de Cancillería, Comercio Exterior y Empresariado.
Un sector de empresarios con vocación exportadora se reconocerá al mejorar constantemente sus costos para que una diferenciación de rentabilidad sea sostenible en el tiempo.
Es necesario destacar en 1999, que en solo cinco rubros están explicadas 70% de la caída bruta de nuestra exportaciones. Comenzando por las empresas automotrices, cuya merma en sus envíos obedece en un 90% a la disminución de facturación a Brasil. Le suceden trigo , maíz, aceite de soja y petróleo.
En unos casos se observan fuertes reducciones de volúmenes, sin significativas caídas de precios, en otros se mantuvieron los envíos a pesar de las caídas de precios.
Es más, en las exportaciones de petróleo crudo cayeron los volúmenes, pese a una recuperación de precios del orden del 16%. Es por ello, que las estrategias exitosas de países que exportan, son posibles y resultan sustentables en el tiempo, a fuerza de incentivos que despierten un interés inalterable. Para alcanzar esta visión exportadora genuina, el Estado tiene que sacrificar y afectar otros intereses.
Exportar demanda ofrecer alicientes y adecuarse a las necesidades de semejante compromiso empresarial.
Mientras los empresarios se preocupan por crear y defender ventajas competitivas frente a un producto sustituto mejor, el Estado debe otorgar instrumentos estructurales que permitan predecir si exportar será rentable, aún al reducirse precios o volúmenes como en 1999.
lunes, 27 de diciembre de 1999
lunes, 13 de diciembre de 1999
Ambito, El Comercio Exterior ante una encrucijada
Las exportaciones argentinas se encuentran ante un dilema de hierro: retomar el camino de extraordinario crecimiento, o continuar con el retroceso registrado el pasado mes de Setiembre con una disminución del 12% en las cantidades enviadas al exterior.
Si miramos en forma más amplia, en 9 meses de 1999, el total de merma es de solo –2, 6%, pero durante el mismo periodo de 9 meses en 1998, crecían +14%. Es más, las cantidades exportadas aparecen disminuyendo (aunque en números positivos) desde el segundo trimestre del año 98.
Con el nuevo gobierno se presenta una fenomenal circunstancia de intensificación. El Jefe de Gabinete designado, Rodolfo Terragno, se expresó en forma terminante en favor de un fuerte impulso a la actividad exportadora, utilizando inclusive a full el servicio de relaciones exteriores de la Nación.
En solo 9 meses este año exportamos 17.405 millones de dólares F.O.B., aunque en el mismo periodo del 98 fueron 20.600 millones. Si bien estamos muy lejos de las precarias cifras de la década del 80, todavía la actividad exportadora no genera en término de dólares F.O.B., más del 10% del P.I.B.
Entonces, ¿Cuáles son los motivos para hacer enfáticas declaraciones desde el gobierno y expertos profesionales para estimular los esfuerzos hacia esta actividad en los próximos cuatro años? Claramente, es a través de la conquista de mercados externos que se puede ampliar nuestro horizonte, en circunstancias como las de este año, que se caracterizó por tener fuerte retracción de la actividad económica interna.
Los enormes compromisos financieros internacionales, asumidos durante los últimos cuatro años, ejercen una dura tensión en términos de índices de relación comparados con el P.I.B. y nuestros acreedores comienzan a evidenciarlo.
Es con el comercio de productos y servicios, como se logra generar las divisas genuinas necesarias, para subvencionar importaciones que puedan sostener la continuación del crecimiento prodigioso, iniciado en la presente década. De otro modo y si se confirman las proyecciones oficiales, a causa de una declinación del 13% en nuestras exportaciones, estaríamos teniendo una caída aún mayor en las importaciones de poco más o menos de un 20%.
Esta posición en el presente año, que se ocasionó como derivación del peor cocktail concebible (un alucinante deterioro de los precios de nuestros commodities y una tremebunda devaluación de nuestro principal cliente, Brasil) es la que nos reclama esta reflexión.
Al presente, las exportaciones han logrado un robusto cimiento para seguir creciendo. Nuestros exportadores superaron el caduco conflicto de la alteración por la evolución entre precios internos y tipo de cambio durante los primeros años de la convertibilidad. Asimismo soportaron posteriormente recortes de beneficios promocionales, demoras en la recuperación de impuestos o reembolsos, y deficiente asistencia financiera por parte de las entidades públicas y privadas.
Ya no se puede negar que la actividad exportadora se practica en forma translúcida y sin deformaciones, con un procedimiento legal que ningún Organismo Económico Internacional podría cuestionar.
Tenemos el fundamento para establecer una estrategia propulsada por la flamante administración designada, que acomode los riesgos, ofrezca seguridad jurídica y sistémica (enunciando inmediatamente todas las especificaciones esenciales, es decir las fiscales, financieras y comerciales) para proyectar la tan deseada extensión de creación de flujo de divisas genuinas.
Si miramos en forma más amplia, en 9 meses de 1999, el total de merma es de solo –2, 6%, pero durante el mismo periodo de 9 meses en 1998, crecían +14%. Es más, las cantidades exportadas aparecen disminuyendo (aunque en números positivos) desde el segundo trimestre del año 98.
Con el nuevo gobierno se presenta una fenomenal circunstancia de intensificación. El Jefe de Gabinete designado, Rodolfo Terragno, se expresó en forma terminante en favor de un fuerte impulso a la actividad exportadora, utilizando inclusive a full el servicio de relaciones exteriores de la Nación.
En solo 9 meses este año exportamos 17.405 millones de dólares F.O.B., aunque en el mismo periodo del 98 fueron 20.600 millones. Si bien estamos muy lejos de las precarias cifras de la década del 80, todavía la actividad exportadora no genera en término de dólares F.O.B., más del 10% del P.I.B.
Entonces, ¿Cuáles son los motivos para hacer enfáticas declaraciones desde el gobierno y expertos profesionales para estimular los esfuerzos hacia esta actividad en los próximos cuatro años? Claramente, es a través de la conquista de mercados externos que se puede ampliar nuestro horizonte, en circunstancias como las de este año, que se caracterizó por tener fuerte retracción de la actividad económica interna.
Los enormes compromisos financieros internacionales, asumidos durante los últimos cuatro años, ejercen una dura tensión en términos de índices de relación comparados con el P.I.B. y nuestros acreedores comienzan a evidenciarlo.
Es con el comercio de productos y servicios, como se logra generar las divisas genuinas necesarias, para subvencionar importaciones que puedan sostener la continuación del crecimiento prodigioso, iniciado en la presente década. De otro modo y si se confirman las proyecciones oficiales, a causa de una declinación del 13% en nuestras exportaciones, estaríamos teniendo una caída aún mayor en las importaciones de poco más o menos de un 20%.
Esta posición en el presente año, que se ocasionó como derivación del peor cocktail concebible (un alucinante deterioro de los precios de nuestros commodities y una tremebunda devaluación de nuestro principal cliente, Brasil) es la que nos reclama esta reflexión.
Al presente, las exportaciones han logrado un robusto cimiento para seguir creciendo. Nuestros exportadores superaron el caduco conflicto de la alteración por la evolución entre precios internos y tipo de cambio durante los primeros años de la convertibilidad. Asimismo soportaron posteriormente recortes de beneficios promocionales, demoras en la recuperación de impuestos o reembolsos, y deficiente asistencia financiera por parte de las entidades públicas y privadas.
Ya no se puede negar que la actividad exportadora se practica en forma translúcida y sin deformaciones, con un procedimiento legal que ningún Organismo Económico Internacional podría cuestionar.
Tenemos el fundamento para establecer una estrategia propulsada por la flamante administración designada, que acomode los riesgos, ofrezca seguridad jurídica y sistémica (enunciando inmediatamente todas las especificaciones esenciales, es decir las fiscales, financieras y comerciales) para proyectar la tan deseada extensión de creación de flujo de divisas genuinas.
jueves, 2 de diciembre de 1999
Ambito, El crecimiento de las exportaciones, pese a las crisis externas
Las últimas crisis internacionales han interrumpido dos veces un proceso de crecimiento espléndido, que sumó 19 trimestres consecutivos de crecimiento al 8% promedio anual antes del efecto “Tequila”, y 11 trimestres consecutivos de crecimiento al 7,5% desde el segundo trimestre de 1996, hasta la “crisis del Vodka”.
Esta novedosa situación, opuesta a las cíclicas crisis del sector externo (anteriores al Tequila) a que nos tenía acostumbrados la economía argentina, a pesar de coincidir en sus efectos no deseados, como desaceleración de la actividad productiva que impactó con virulencia en el nivel general de ocupación y el tremendo potencial de progresión evidenciado en estos años; las exportaciones, aún con un tipo de cambio fijo y un importante recorte de beneficios promocionales, logró de todos modos un crecimiento sostenido espectacular.
Las exportaciones constituyen el tejido de obtención de divisas genuinas, y en este entendimiento, los mecanismos promocionales de soporte, deberán emplearse como herramienta apropiada de política económica, teniendo en cuenta que Argentina carece de los engranajes básicos de políticas macroeconómicas que cualquier nación del mundo dispone para promover empleo, vía desplazamientos dirigidos a aumentar los niveles generales de actividad.
Actualmente resulta indispensable atender la relación endeudamiento vs. PBI y Exportaciones vs. PBI, que es lo que realmente les interesa a los prestamistas e inversores internacionales, mucho más que el déficit del presupuesto y el gasto público.
Invertida hoy en forma simétrica la generación de ventas en la Argentina, cuando hace menos de 5 años las empresas nacionales participaban del 65% del total y las internacionales del 35% el eje de la discusión se desplazó. El fulminante proceso de privatizaciones de empresas estatales cuya participación en las ventas eran el 33%, pasaron ahora a poco más del 1%; esto nos dice: “ finalizó el examen permanente de tantos años, acerca de eficiencia”.
Esto acortará enormemente las distancias para el tratamiento del indispensable apoyo promocional a las exportaciones, a través de un trabajo ineludible y sistematizado que deberá comenzar con la nueva administración de José Luis Machinea, si es que todavía no se inició.
En todos estos años, y sobre todo en los últimos 5 años, se ha logrado desde el sector privado un indiscutible avance en aumentos de productividad y niveles de profesionalización en las empresas, logrados con mucho esfuerzo de reingeniería, con el fin último de poder encarar la captura y permanencia de mercados internacionales; tolerando a veces, disposiciones de estados y bloques económicos que elevan barreras proteccionistas, que nosotros siendo integrantes aún del club de los emergentes derribamos obstaculizando el destino de este proceso final de productos y servicios exportables argentinos.
Esta vez, estamos ante una oportunidad insuperable de establecer en forma acabada los procedimientos imprescindibles para una nación que quiera concebir a la actividad exportadora como una profesión in aeternum. Al mismo tiempo el gobierno electo debería sacar tajada y promover en los empresarios un sentido de misión de trascendencia para la comunidad, con el fin de destinar empeño y motivación en los mas emprendedores.
La formulación de un modelo claro y consistente en el tiempo, debería ser el paradigma y marco de un plan estratégico de comercio exterior, que contemple la voluntad evidenciada en la aptitud del sector privado y las necesidades inexcusables de un estado limitado en su capacidad de extender endeudamiento. Preludio anterior a otro amalgama de normas de promoción que garanticen coherencia y transparencia de objetivos. Una correspondencia necesaria para desafiar el emprendimiento exportador de largo plazo, como nos ilustran otros países, que resguardaron la continuidad, nitidez, seriedad y espontaneidad que preceden el trabajo de obtener dólares para costear una considerable acumulación de deudas.
Esta novedosa situación, opuesta a las cíclicas crisis del sector externo (anteriores al Tequila) a que nos tenía acostumbrados la economía argentina, a pesar de coincidir en sus efectos no deseados, como desaceleración de la actividad productiva que impactó con virulencia en el nivel general de ocupación y el tremendo potencial de progresión evidenciado en estos años; las exportaciones, aún con un tipo de cambio fijo y un importante recorte de beneficios promocionales, logró de todos modos un crecimiento sostenido espectacular.
Las exportaciones constituyen el tejido de obtención de divisas genuinas, y en este entendimiento, los mecanismos promocionales de soporte, deberán emplearse como herramienta apropiada de política económica, teniendo en cuenta que Argentina carece de los engranajes básicos de políticas macroeconómicas que cualquier nación del mundo dispone para promover empleo, vía desplazamientos dirigidos a aumentar los niveles generales de actividad.
Actualmente resulta indispensable atender la relación endeudamiento vs. PBI y Exportaciones vs. PBI, que es lo que realmente les interesa a los prestamistas e inversores internacionales, mucho más que el déficit del presupuesto y el gasto público.
Invertida hoy en forma simétrica la generación de ventas en la Argentina, cuando hace menos de 5 años las empresas nacionales participaban del 65% del total y las internacionales del 35% el eje de la discusión se desplazó. El fulminante proceso de privatizaciones de empresas estatales cuya participación en las ventas eran el 33%, pasaron ahora a poco más del 1%; esto nos dice: “ finalizó el examen permanente de tantos años, acerca de eficiencia”.
Esto acortará enormemente las distancias para el tratamiento del indispensable apoyo promocional a las exportaciones, a través de un trabajo ineludible y sistematizado que deberá comenzar con la nueva administración de José Luis Machinea, si es que todavía no se inició.
En todos estos años, y sobre todo en los últimos 5 años, se ha logrado desde el sector privado un indiscutible avance en aumentos de productividad y niveles de profesionalización en las empresas, logrados con mucho esfuerzo de reingeniería, con el fin último de poder encarar la captura y permanencia de mercados internacionales; tolerando a veces, disposiciones de estados y bloques económicos que elevan barreras proteccionistas, que nosotros siendo integrantes aún del club de los emergentes derribamos obstaculizando el destino de este proceso final de productos y servicios exportables argentinos.
Esta vez, estamos ante una oportunidad insuperable de establecer en forma acabada los procedimientos imprescindibles para una nación que quiera concebir a la actividad exportadora como una profesión in aeternum. Al mismo tiempo el gobierno electo debería sacar tajada y promover en los empresarios un sentido de misión de trascendencia para la comunidad, con el fin de destinar empeño y motivación en los mas emprendedores.
La formulación de un modelo claro y consistente en el tiempo, debería ser el paradigma y marco de un plan estratégico de comercio exterior, que contemple la voluntad evidenciada en la aptitud del sector privado y las necesidades inexcusables de un estado limitado en su capacidad de extender endeudamiento. Preludio anterior a otro amalgama de normas de promoción que garanticen coherencia y transparencia de objetivos. Una correspondencia necesaria para desafiar el emprendimiento exportador de largo plazo, como nos ilustran otros países, que resguardaron la continuidad, nitidez, seriedad y espontaneidad que preceden el trabajo de obtener dólares para costear una considerable acumulación de deudas.
jueves, 11 de noviembre de 1999
Ambito, Una década de Apertura Económica
Cuando el actual primer mandatario, Carlos Saúl Menem le ponga la banda al Presidente electo Fernando De la Rúa, se cumplirán 10 años de un modelo caracterizado por la apertura de la Economía como nunca antes se aplicó en la Argentina (marcada por la incorporación de capitales para el crecimiento económico, importación y exportación de mercancías de todo tipo y procedencia).
Debemos resaltar que este “modelo” se apoyó con una inédita consolidación de la democracia en el país, cuyo remoto antecedente, se remonta a mediados de la década del 10, donde un ilustre radical (Dr. Hipólito Yrigoyen) se hacía cargo del gobierno.
Esta maravillosa situación de estabilidad política institucional y jurídica indispensable para un ambiente pro- negocios, comenzó en un momento muy especial, coincidiendo con la caída del muro de Berlín y la explosiva globalización de los mercados. Diez años después, asistimos a la revolución de Internet que estandariza un enorme progreso en las comunicaciones.
Como corolario se consolida la brecha de progresos técnicos derivados del proceso de acumulación de capital, con incrementos geométricos de productividad. Pero bajando a la coyuntura y con respecto a los números de nuestro Comercio Exterior, el déficit comercial alcanzó en Agosto de 1.999 los $ 235 millones de dólares, emergentes de $2.098 millones de exportaciones contra $2.333 de importaciones.
En solo 8 meses, el déficit comercial nos cuesta $954 millones, siendo las ventas más castigadas, las manufacturas de origen industrial, con alrededor del 25% de merma. Casi 67% de merma total en las exportaciones se producen a través de la disminución de los envíos al Mercosur ($1.800 millones menos, si comparamos los primeros ocho meses de 1.999 contra el mismo periodo de 1.998).
Si no hubiese sido por esta profunda recesión que impactó sobre las importaciones de bienes de consumo, estas cifras podrían ser aún mayores, al tiempo que discutimos, si las necesidades de financiamiento aumentarán en el próximo ejercicio $1.000 millones en caso que suba la tasa de interés la Reserva Federal, o no en el caso que se produzca el ansiado e imprescindible shock de confianza luego de los anuncios del gabinete económico designado.
Con estos antecedentes se hace cada vez más obvia la necesidad de acceder a los mercados internacionales, proyectando a nuestras empresas al exterior en forma decidida y sin dilaciones.
La implementación de políticas de promoción comercial orientada a las exportaciones, desde el marketing previo hasta la colocación de los productos, pasando por el transporte, organización de misiones comerciales, participación en ferias y exposiciones tienen una cita impostergable en las agendas de los economistas de la nueva conducción, quienes reconocen en esto una materia pendiente de la gran transformación de nuestra actividad económica.
Desde el mes de Enero en que el esquema basado en exportaciones a Brasil entró en crisis, ahora ya evidente e inmodificable para este año perdido, mientras el Dr. De la Rúa reclama en París por la persistencia del lamentable proteccionismo agrícola de los países europeos y cuando el peso de los servicios de la deuda externa está condicionando el crecimiento futuro, no quedan dudas, tenemos que confiar en el aporte de las exportaciones para lograr las divisas que tan angustiosamente nuestro país necesita.
Debemos resaltar que este “modelo” se apoyó con una inédita consolidación de la democracia en el país, cuyo remoto antecedente, se remonta a mediados de la década del 10, donde un ilustre radical (Dr. Hipólito Yrigoyen) se hacía cargo del gobierno.
Esta maravillosa situación de estabilidad política institucional y jurídica indispensable para un ambiente pro- negocios, comenzó en un momento muy especial, coincidiendo con la caída del muro de Berlín y la explosiva globalización de los mercados. Diez años después, asistimos a la revolución de Internet que estandariza un enorme progreso en las comunicaciones.
Como corolario se consolida la brecha de progresos técnicos derivados del proceso de acumulación de capital, con incrementos geométricos de productividad. Pero bajando a la coyuntura y con respecto a los números de nuestro Comercio Exterior, el déficit comercial alcanzó en Agosto de 1.999 los $ 235 millones de dólares, emergentes de $2.098 millones de exportaciones contra $2.333 de importaciones.
En solo 8 meses, el déficit comercial nos cuesta $954 millones, siendo las ventas más castigadas, las manufacturas de origen industrial, con alrededor del 25% de merma. Casi 67% de merma total en las exportaciones se producen a través de la disminución de los envíos al Mercosur ($1.800 millones menos, si comparamos los primeros ocho meses de 1.999 contra el mismo periodo de 1.998).
Si no hubiese sido por esta profunda recesión que impactó sobre las importaciones de bienes de consumo, estas cifras podrían ser aún mayores, al tiempo que discutimos, si las necesidades de financiamiento aumentarán en el próximo ejercicio $1.000 millones en caso que suba la tasa de interés la Reserva Federal, o no en el caso que se produzca el ansiado e imprescindible shock de confianza luego de los anuncios del gabinete económico designado.
Con estos antecedentes se hace cada vez más obvia la necesidad de acceder a los mercados internacionales, proyectando a nuestras empresas al exterior en forma decidida y sin dilaciones.
La implementación de políticas de promoción comercial orientada a las exportaciones, desde el marketing previo hasta la colocación de los productos, pasando por el transporte, organización de misiones comerciales, participación en ferias y exposiciones tienen una cita impostergable en las agendas de los economistas de la nueva conducción, quienes reconocen en esto una materia pendiente de la gran transformación de nuestra actividad económica.
Desde el mes de Enero en que el esquema basado en exportaciones a Brasil entró en crisis, ahora ya evidente e inmodificable para este año perdido, mientras el Dr. De la Rúa reclama en París por la persistencia del lamentable proteccionismo agrícola de los países europeos y cuando el peso de los servicios de la deuda externa está condicionando el crecimiento futuro, no quedan dudas, tenemos que confiar en el aporte de las exportaciones para lograr las divisas que tan angustiosamente nuestro país necesita.
jueves, 4 de noviembre de 1999
Ambito, Productos argentinos irrumpen en los mercados internacionales
Es evidente que durante la década del 90 hemos marchado bastante. Nadie sería capaz de cavilar un golpe de Estado ante la frivolidad de ciertos funcionarios, o la corrupción de inexcusables agentes públicos (con cara de cemento) que nos explican en un noticiero ¿cómo hicieron para enriquecerse tan rápidamente?
Los problemas de desocupación y salarios bajos no reciben más propuestas inflacionarias de sindicatos poderosos en el ámbito nacional. Ni siquiera los políticos que representan el ala más progresista del espectro, discuten la necesidad de establecer criterios de austeridad.
Vemos cada vez más convencidos a los empresarios, que ya no discuten ni por un segundo las necesidades de mantener el sistema de convertibilidad.
No obstante estas metas alcanzadas, a través de una gran Reingeniería cultural y social de los actores de la economía argentina, debemos reconocer que tenemos asignaturas pendientes.
Una política de Comercio Exterior, que conceda al resto de los países de la gran aldea, descubrir que existimos comercialmente es prioridad. La centralización del interés, de concentrar nuestros esfuerzos en el Mercosur, nos sorprende ahora, porque no podemos reemplazar esos 8.000 millones de dólares que penden de un hilo. Claramente Brasil no había sido un blanco elegido para colocar nuestros productos, frente a otros mercados menos interesantes.
Los mercados internacionales no reconocen nuestras marcas. Somos tan poco conocidos como exportadores que para referenciar productos alimenticios, nuestros hombres de marketing, tuvieron que ponerle packaging alusivo (marca país) con fotos de Maradona, una pareja bailando tango o Carlos Gardel a excelentes productos.
No se ven esfuerzos por encontrar nichos. Las ventajas competitivas que usufructuamos se desmoronan cuando bajan los precios de los commodities o norteamericanos y europeos subsidian a sus productores. ¡Siempre la misma balada!.
Es lamentable que los economistas sigan hablando de las satisfacciones desde el punto de vista monetario / fiscal y lo peligroso que sería tocar algo, mientras presumen que el mercado de crédito voluntario y los Organismos Económicos Internacionales resolverán para siempre las necesidades de financiamiento (el año que viene, demandarán 24.000 millones de dólares).
Es necesario que se realicen esfuerzos tendientes a imaginar y promover políticas comerciales innovadoras a largo plazo, que apunten a revertir esta situación crónica con recursos genuinos.
Tenemos que bajar y reasignar el gasto y realizar una profunda Reingeniería en el sector público, aunque ya no tenemos 15% de déficit fiscal, ni un país impredecible.
El foco ahora debe centralizarse en una propuesta de política económica basada en generar recursos genuinos, y eso solo es posible a través del comercio internacional. Rotundamente esto no se ve así, las páginas de Economía ocupan en los medios 90% de su espacio con temas monetarios y fiscales, un temor a esta altura desproporcionado, (lo demuestran la cotización de dólares futuro, en los días finales al comicio).
Con 16 años de democracia, sin riesgos de “golpe de estado”, ni “estampida inflacionaria”, “devaluación compulsiva”, “ corridas de depósitos”, ocupémonos de entregar otros aportes. Hay una cita pendiente en nuestra agenda de trabajo que no podemos eludir. En esto tenemos que coincidir, profesionales, empresarios, y partidos políticos. Es necesario aumentar el volumen de nuestro comercio exterior. Es tiempo de un nuevo desafío profesional y otros titulares para los diarios: “Productos Argentinos irrumpen con éxito en los mercados internacionales”
Los problemas de desocupación y salarios bajos no reciben más propuestas inflacionarias de sindicatos poderosos en el ámbito nacional. Ni siquiera los políticos que representan el ala más progresista del espectro, discuten la necesidad de establecer criterios de austeridad.
Vemos cada vez más convencidos a los empresarios, que ya no discuten ni por un segundo las necesidades de mantener el sistema de convertibilidad.
No obstante estas metas alcanzadas, a través de una gran Reingeniería cultural y social de los actores de la economía argentina, debemos reconocer que tenemos asignaturas pendientes.
Una política de Comercio Exterior, que conceda al resto de los países de la gran aldea, descubrir que existimos comercialmente es prioridad. La centralización del interés, de concentrar nuestros esfuerzos en el Mercosur, nos sorprende ahora, porque no podemos reemplazar esos 8.000 millones de dólares que penden de un hilo. Claramente Brasil no había sido un blanco elegido para colocar nuestros productos, frente a otros mercados menos interesantes.
Los mercados internacionales no reconocen nuestras marcas. Somos tan poco conocidos como exportadores que para referenciar productos alimenticios, nuestros hombres de marketing, tuvieron que ponerle packaging alusivo (marca país) con fotos de Maradona, una pareja bailando tango o Carlos Gardel a excelentes productos.
No se ven esfuerzos por encontrar nichos. Las ventajas competitivas que usufructuamos se desmoronan cuando bajan los precios de los commodities o norteamericanos y europeos subsidian a sus productores. ¡Siempre la misma balada!.
Es lamentable que los economistas sigan hablando de las satisfacciones desde el punto de vista monetario / fiscal y lo peligroso que sería tocar algo, mientras presumen que el mercado de crédito voluntario y los Organismos Económicos Internacionales resolverán para siempre las necesidades de financiamiento (el año que viene, demandarán 24.000 millones de dólares).
Es necesario que se realicen esfuerzos tendientes a imaginar y promover políticas comerciales innovadoras a largo plazo, que apunten a revertir esta situación crónica con recursos genuinos.
Tenemos que bajar y reasignar el gasto y realizar una profunda Reingeniería en el sector público, aunque ya no tenemos 15% de déficit fiscal, ni un país impredecible.
El foco ahora debe centralizarse en una propuesta de política económica basada en generar recursos genuinos, y eso solo es posible a través del comercio internacional. Rotundamente esto no se ve así, las páginas de Economía ocupan en los medios 90% de su espacio con temas monetarios y fiscales, un temor a esta altura desproporcionado, (lo demuestran la cotización de dólares futuro, en los días finales al comicio).
Con 16 años de democracia, sin riesgos de “golpe de estado”, ni “estampida inflacionaria”, “devaluación compulsiva”, “ corridas de depósitos”, ocupémonos de entregar otros aportes. Hay una cita pendiente en nuestra agenda de trabajo que no podemos eludir. En esto tenemos que coincidir, profesionales, empresarios, y partidos políticos. Es necesario aumentar el volumen de nuestro comercio exterior. Es tiempo de un nuevo desafío profesional y otros titulares para los diarios: “Productos Argentinos irrumpen con éxito en los mercados internacionales”
lunes, 25 de octubre de 1999
Ambito, Financiamiento necesario para exportar
Una de las características económicas salientes de estos últimos años, ha sido el aumento de volumen de nuestras exportaciones.
Aún en circunstancias desfavorables, con caída en los precios del petróleo, cereales y petroquímicos, si se hubieran mantenido los precios, el valor nominal proyectado en el 98 podía haber alcanzado los u$s 31.200 millones de dólares en lugar de los u$s 28.800 que se registraron.
En los primeros ocho meses de 1.999, se acumulan u$s 15.532 millones, contra u$s 18.306 en el mismo periodo de 1998, (15,2% menos). Lo interesante de esto es que la cifra de disminución de nuestras exportaciones coincide con el declive de los precios de estos commodities y casi no se registra descenso en las cantidades exportadas que permanecen en el estadio del 98 solo (-0,2%) por debajo.
Si tomamos en cuenta el panorama de Brasil y su impacto en los envíos de la industria automotriz (- u$s 1.000 MM EN 8 MESES), no podemos dejar de resaltar un pronóstico más que alentador para los próximos años, mientras comienzan a revertirse los precios de algunos de los commodities mencionados con anterioridad.
Es necesario señalar por caso y para sostener esta afirmación, las excelentes performances y perspectivas de sectores como el pesquero, algodonero, oleaginoso y el vitivinícola con una penetración espectacular en Estados Unidos e Inglaterra, por ejemplo.
Esto demuestra a las claras un cambio de actitud, frente a un pasado de aprovechamiento parcial de oportunidades o reemplazo de clientes locales por coyunturas desfavorables del mercado interno. Esta innovación en la orientación ha ido acentuando la necesidad de disponer de mecanismos financieros de apoyo para sostener en el tiempo nuevas estrategias de diversificación y expansión de nuestras exportaciones. Con el objetivo de posibilitar a los empresarios participar de una competencia en condiciones similares en mercados cada vez más exigentes, es necesario analizar la situación de diferentes regímenes de asistencia financiera que hagan posible competir nuestros productos con países, cuyas tasas de interés para préstamos son sensiblemente inferiores a las de las empresas argentinas. Como es lógico suponer un mayor volumen proyectado, determina mas cantidad de recursos, pero además, mayores plazos en que se realicen las ventas y mejores tasas, para generar iguales condiciones que eventuales proveedores de países industrializados. Para acompañar en los años siguientes una fuerte expansión de nuestras exportaciones a plazos más largos resulta indispensable disponer de líneas de crédito blandas con mecanismos de otorgamiento ágiles y flexibles que permitan ofrecer condiciones de financiamiento internacional. Las restricciones en esta área atentan contra la consolidación de estos logros y un crecimiento sostenido del sector que aporta divisas a un país con serias amenazas por su alta dependencia del ahorro externo. ¿Podrá el B.C.R.A. flexibilizar su enfoque de los años 90, para promover un aporte al crecimiento en base a las exportaciones, teniendo en cuenta la vulnerabilidad a que nos somete (fuerte dependencia de flujos de capitales externos y su volatilidad ante los países emergentes) cualquier crisis internacional?
El profesor del M.I.T.(Premio Nobel de Economía) Robert Solow, en su paso por el XII Congreso Mundial, aconsejó que en casos de shocks externos el gobierno debe tener políticas fiscales más flexibles(sin olvidar que siempre se deben hacer bien los deberes). Cuando un shock es grande, dejar que se resuelva por sí solo es muy peligroso y debe compensarse con política fiscal.
Hasta en los criterios de Maastricht, hay excepciones en el caso de una recesión. ¿Podremos luego de un largo periodo recesivo y varias crisis externas ignorar estos aportes para nuestras necesidades?
Aún en circunstancias desfavorables, con caída en los precios del petróleo, cereales y petroquímicos, si se hubieran mantenido los precios, el valor nominal proyectado en el 98 podía haber alcanzado los u$s 31.200 millones de dólares en lugar de los u$s 28.800 que se registraron.
En los primeros ocho meses de 1.999, se acumulan u$s 15.532 millones, contra u$s 18.306 en el mismo periodo de 1998, (15,2% menos). Lo interesante de esto es que la cifra de disminución de nuestras exportaciones coincide con el declive de los precios de estos commodities y casi no se registra descenso en las cantidades exportadas que permanecen en el estadio del 98 solo (-0,2%) por debajo.
Si tomamos en cuenta el panorama de Brasil y su impacto en los envíos de la industria automotriz (- u$s 1.000 MM EN 8 MESES), no podemos dejar de resaltar un pronóstico más que alentador para los próximos años, mientras comienzan a revertirse los precios de algunos de los commodities mencionados con anterioridad.
Es necesario señalar por caso y para sostener esta afirmación, las excelentes performances y perspectivas de sectores como el pesquero, algodonero, oleaginoso y el vitivinícola con una penetración espectacular en Estados Unidos e Inglaterra, por ejemplo.
Esto demuestra a las claras un cambio de actitud, frente a un pasado de aprovechamiento parcial de oportunidades o reemplazo de clientes locales por coyunturas desfavorables del mercado interno. Esta innovación en la orientación ha ido acentuando la necesidad de disponer de mecanismos financieros de apoyo para sostener en el tiempo nuevas estrategias de diversificación y expansión de nuestras exportaciones. Con el objetivo de posibilitar a los empresarios participar de una competencia en condiciones similares en mercados cada vez más exigentes, es necesario analizar la situación de diferentes regímenes de asistencia financiera que hagan posible competir nuestros productos con países, cuyas tasas de interés para préstamos son sensiblemente inferiores a las de las empresas argentinas. Como es lógico suponer un mayor volumen proyectado, determina mas cantidad de recursos, pero además, mayores plazos en que se realicen las ventas y mejores tasas, para generar iguales condiciones que eventuales proveedores de países industrializados. Para acompañar en los años siguientes una fuerte expansión de nuestras exportaciones a plazos más largos resulta indispensable disponer de líneas de crédito blandas con mecanismos de otorgamiento ágiles y flexibles que permitan ofrecer condiciones de financiamiento internacional. Las restricciones en esta área atentan contra la consolidación de estos logros y un crecimiento sostenido del sector que aporta divisas a un país con serias amenazas por su alta dependencia del ahorro externo. ¿Podrá el B.C.R.A. flexibilizar su enfoque de los años 90, para promover un aporte al crecimiento en base a las exportaciones, teniendo en cuenta la vulnerabilidad a que nos somete (fuerte dependencia de flujos de capitales externos y su volatilidad ante los países emergentes) cualquier crisis internacional?
El profesor del M.I.T.(Premio Nobel de Economía) Robert Solow, en su paso por el XII Congreso Mundial, aconsejó que en casos de shocks externos el gobierno debe tener políticas fiscales más flexibles(sin olvidar que siempre se deben hacer bien los deberes). Cuando un shock es grande, dejar que se resuelva por sí solo es muy peligroso y debe compensarse con política fiscal.
Hasta en los criterios de Maastricht, hay excepciones en el caso de una recesión. ¿Podremos luego de un largo periodo recesivo y varias crisis externas ignorar estos aportes para nuestras necesidades?
miércoles, 22 de septiembre de 1999
Ambito, La crisis coercial Argentino Brasilera
Parece necesario volver a examinar los argumentos que fundamentan la determinación de organizar una Asociación de Países. Básicamente: desarrollo, crecimiento e integración, concebidos desde un enfoque económico estructural de política económica internacional, suelen ser elementos útiles para promover este tipo de acuerdos.
A mediados de la década del 80 comenzó tímidamente este esfuerzo, que alcanzó en l998 un incremento cuantitativo del comercio aumentando la productividad de un modo casi inconcebible en ciertos sectores de la economía en aquel entonces. Pero, sinceramente, el desarrollo económico de una gesta como la integración de países en una región como la nuestra, requiere no solo el dinamismo mostrado en estos años sino la continuidad prolongada en forma persistente apoyada por los líderes de turno.
El tratado de Roma data de 1960, la Unión Europea, con solo unos años más que la primitiva A.L.A.L.C.(Asociación Latinoamericana de Libre Comercio)es el paradigma más claro de referir, sin embargo las posiciones encontradas de los mayores actores del Mercosur vuelven a detener el interesante recorrido obtenido en estos magníficos años.
No es un hecho desconocido que la coyuntura siempre presenta presiones en los aspectos sectoriales, sociales y políticos, pero estos deben ser resueltos en forma inmediata, de modo de evitar que asuntos puntuales y circunstanciales obstaculicen los altos objetivos fundacionales.
La integración económica se encamina a remover barreras que impiden el comercio recíproco y a adoptar posiciones conjuntas frente al resto del mundo. Por una parte, para Brasil, la integración regional favorece su proceso de industrialización, el más poderoso de la región, y en lo que hace a economías de escala (imprescindibles para esos modelos) ningún mercado es despreciable.
En el otro extremo, esta Argentina, que en su tácita estrategia industrial de especialización y complementación productiva, tiene en Brasil un socio irremplazable.
Existen por lo menos dos razones que detonaron recientemente la desproporcionada réplica de Brasil. En primer lugar, la actitud proteccionista argentina para la industria del calzado(como consecuencia del incremento de 66% en las importaciones desde Brasil)y la industria textil en forma parcial (con fuertes incrementos en ropa de cama y tocador, hilados de fibras sintéticos discontinuos). Esto último motivó la Resolución 861/99 B.O. N°29.188-1.6/07, estableciendo cupos a la importación de tejidos de algodón de Brasil. En segundo lugar la verificación del déficit comercial de Brasil con Argentina de 412 millones de dólares, 39% más que en el mismo semestre del 98, generando un gran malestar en las autoridades brasileñas. Esto es lo que disparó una represalia apresurada, alentada por el fuerte Lobby industrial de nuestro vecino, eliminando el tratamiento preferencial a 400 productos argentinos.
En ambos países hubo antes de estos especiales momentos, trabajos serios para diversificar y fortalecer la estructura productiva interna con la apertura económica, en el caso argentino incluso debilitó y desmanteló una parte del aparato productivo preexistente. Todo se potenció porque ambos países han sido sorprendidos por primera vez en la década del 90 por una importante disminución de la actividad económica y recia contracción en el comercio exterior.
En el periodo Enero /Junio, las exportaciones argentinas a Brasil, cayeron algo más del 30% y las importaciones 28% contra el mismo semestre del 98, según datos de la Secretaría de Comercio Exterior Brasileña. Pero los recientes inconvenientes en las relaciones bilaterales, desnudan los verdaderos problemas a encarar y resolver (tarea imprescindible, tendiente a coordinar cuestiones macroeconómicas y a la vez ir encontrando mecanismos adecuados para evitar decisiones unilaterales que afecten los flujos comerciales).
Sin duda alguna, se puede decir que este es uno de los momentos más difíciles con que las relaciones mercantiles de ambos países se han topado.
Por esta razón, se impondrá un considerable esfuerzo por preservar con actitudes e iniciativas valientes a la prioridad estratégica del Mercosur y la región, quienes sufren con tenor inusitado los efectos de una crisis económica trascendente, mas allá de los episodios puntuales que originaron este disparatado conflicto.
A mediados de la década del 80 comenzó tímidamente este esfuerzo, que alcanzó en l998 un incremento cuantitativo del comercio aumentando la productividad de un modo casi inconcebible en ciertos sectores de la economía en aquel entonces. Pero, sinceramente, el desarrollo económico de una gesta como la integración de países en una región como la nuestra, requiere no solo el dinamismo mostrado en estos años sino la continuidad prolongada en forma persistente apoyada por los líderes de turno.
El tratado de Roma data de 1960, la Unión Europea, con solo unos años más que la primitiva A.L.A.L.C.(Asociación Latinoamericana de Libre Comercio)es el paradigma más claro de referir, sin embargo las posiciones encontradas de los mayores actores del Mercosur vuelven a detener el interesante recorrido obtenido en estos magníficos años.
No es un hecho desconocido que la coyuntura siempre presenta presiones en los aspectos sectoriales, sociales y políticos, pero estos deben ser resueltos en forma inmediata, de modo de evitar que asuntos puntuales y circunstanciales obstaculicen los altos objetivos fundacionales.
La integración económica se encamina a remover barreras que impiden el comercio recíproco y a adoptar posiciones conjuntas frente al resto del mundo. Por una parte, para Brasil, la integración regional favorece su proceso de industrialización, el más poderoso de la región, y en lo que hace a economías de escala (imprescindibles para esos modelos) ningún mercado es despreciable.
En el otro extremo, esta Argentina, que en su tácita estrategia industrial de especialización y complementación productiva, tiene en Brasil un socio irremplazable.
Existen por lo menos dos razones que detonaron recientemente la desproporcionada réplica de Brasil. En primer lugar, la actitud proteccionista argentina para la industria del calzado(como consecuencia del incremento de 66% en las importaciones desde Brasil)y la industria textil en forma parcial (con fuertes incrementos en ropa de cama y tocador, hilados de fibras sintéticos discontinuos). Esto último motivó la Resolución 861/99 B.O. N°29.188-1.6/07, estableciendo cupos a la importación de tejidos de algodón de Brasil. En segundo lugar la verificación del déficit comercial de Brasil con Argentina de 412 millones de dólares, 39% más que en el mismo semestre del 98, generando un gran malestar en las autoridades brasileñas. Esto es lo que disparó una represalia apresurada, alentada por el fuerte Lobby industrial de nuestro vecino, eliminando el tratamiento preferencial a 400 productos argentinos.
En ambos países hubo antes de estos especiales momentos, trabajos serios para diversificar y fortalecer la estructura productiva interna con la apertura económica, en el caso argentino incluso debilitó y desmanteló una parte del aparato productivo preexistente. Todo se potenció porque ambos países han sido sorprendidos por primera vez en la década del 90 por una importante disminución de la actividad económica y recia contracción en el comercio exterior.
En el periodo Enero /Junio, las exportaciones argentinas a Brasil, cayeron algo más del 30% y las importaciones 28% contra el mismo semestre del 98, según datos de la Secretaría de Comercio Exterior Brasileña. Pero los recientes inconvenientes en las relaciones bilaterales, desnudan los verdaderos problemas a encarar y resolver (tarea imprescindible, tendiente a coordinar cuestiones macroeconómicas y a la vez ir encontrando mecanismos adecuados para evitar decisiones unilaterales que afecten los flujos comerciales).
Sin duda alguna, se puede decir que este es uno de los momentos más difíciles con que las relaciones mercantiles de ambos países se han topado.
Por esta razón, se impondrá un considerable esfuerzo por preservar con actitudes e iniciativas valientes a la prioridad estratégica del Mercosur y la región, quienes sufren con tenor inusitado los efectos de una crisis económica trascendente, mas allá de los episodios puntuales que originaron este disparatado conflicto.
jueves, 2 de septiembre de 1999
Ambito, Mercosur, una alternativa a la crisis de crédito mundial
La globalización, única y excluyente opción de la Economía Mercosur una alternativa Internacional, ha procurado el aumento de la productividad y nos obliga como habitantes de la aldea global a tomar decisiones políticas capaces de asignar recursos focalizando las fortalezas y oportunidades del Comercio Internacional, dejando de prodigar vehemencia en los mercados de colocación de títulos; a esta altura escasa y con tasas exorbitantes.
Luego de 22 años de la Reforma Financiera de 1977, hemos aprendido algo. No será el crédito internacional el que nos ayude a ser más eficientes y mucho menos, el que continúe aportando divisas, útiles para continuar gastando con financiamiento externo, llevando la Deuda Externa en aquel entonces de U$S 7000 a $140.000 millones de dólares (20 veces) cerrando el año. Todo sin contar los fondos genuinos provenientes de las privatizaciones que por fin llegaron, tal cual se reclamaba desde aquella incipiente apertura.
Es obvio ahora, que el Comercio Exterior requiere una estrategia de política comercial que supera las decisiones de los operadores de exportación.
Actualmente, con 9 años de estabilidad cambiaria, aranceles adecuados a los usuales para países como Argentina y desregulaciones, que reclamábamos desde 1977, es necesario analizar una sana política de inversiones en materia de recursos promocionales. El objetivo es generar un espíritu exportador acompañado por políticas diplomáticas activas para apoyar al empresariado.
Se necesitan reglas de juego claras, como en el caso del Mercosur, para que la creación de la infraestructura construida en estos años, producto de decisiones empresarias de riesgo, no se vean perjudicadas cuando medien intervenciones gubernamentales unilaterales de nuestros socios comerciales.
No estoy diciendo que deba ser sustituida la iniciativa individual de los empresarios, que han demostrado su enorme capacidad de conquistar un difícil mercado como el de Brasil, siendo ellos mismos sorprendidos por la exitosa colocación de nuestros productos.
El Mercosur es sin duda nuestro ámbito adecuado de integración y crecimiento desde el punto de vista comercial, quedó demostrado en estos últimos años. Pero no solo eso, el grado de endeudamiento de la región y fundamentalmente de Argentina y Brasil, nos otorga posibilidades ciertas de continuidad, dada la dificultad que comienza a generarle el “credit crunch” a ambos países.
Es evidente que si los flujos de financiamiento desde los centros financieros hacia la región disminuyeron y no muestran signos de recuperación, mientras la Reserva Federal esté mas y más preocupada por frenar a la locomotora norteamericana aumentando la tasa de interés, las posibilidades de retomar el crecimiento de los negocios comerciales con Brasil y el Mercosur lucen mucho más sólidas hoy, más allá de la retórica de los lazos históricos y geográficos naturales que declaman los políticos argentinos.
Luego de 22 años de la Reforma Financiera de 1977, hemos aprendido algo. No será el crédito internacional el que nos ayude a ser más eficientes y mucho menos, el que continúe aportando divisas, útiles para continuar gastando con financiamiento externo, llevando la Deuda Externa en aquel entonces de U$S 7000 a $140.000 millones de dólares (20 veces) cerrando el año. Todo sin contar los fondos genuinos provenientes de las privatizaciones que por fin llegaron, tal cual se reclamaba desde aquella incipiente apertura.
Es obvio ahora, que el Comercio Exterior requiere una estrategia de política comercial que supera las decisiones de los operadores de exportación.
Actualmente, con 9 años de estabilidad cambiaria, aranceles adecuados a los usuales para países como Argentina y desregulaciones, que reclamábamos desde 1977, es necesario analizar una sana política de inversiones en materia de recursos promocionales. El objetivo es generar un espíritu exportador acompañado por políticas diplomáticas activas para apoyar al empresariado.
Se necesitan reglas de juego claras, como en el caso del Mercosur, para que la creación de la infraestructura construida en estos años, producto de decisiones empresarias de riesgo, no se vean perjudicadas cuando medien intervenciones gubernamentales unilaterales de nuestros socios comerciales.
No estoy diciendo que deba ser sustituida la iniciativa individual de los empresarios, que han demostrado su enorme capacidad de conquistar un difícil mercado como el de Brasil, siendo ellos mismos sorprendidos por la exitosa colocación de nuestros productos.
El Mercosur es sin duda nuestro ámbito adecuado de integración y crecimiento desde el punto de vista comercial, quedó demostrado en estos últimos años. Pero no solo eso, el grado de endeudamiento de la región y fundamentalmente de Argentina y Brasil, nos otorga posibilidades ciertas de continuidad, dada la dificultad que comienza a generarle el “credit crunch” a ambos países.
Es evidente que si los flujos de financiamiento desde los centros financieros hacia la región disminuyeron y no muestran signos de recuperación, mientras la Reserva Federal esté mas y más preocupada por frenar a la locomotora norteamericana aumentando la tasa de interés, las posibilidades de retomar el crecimiento de los negocios comerciales con Brasil y el Mercosur lucen mucho más sólidas hoy, más allá de la retórica de los lazos históricos y geográficos naturales que declaman los políticos argentinos.
martes, 17 de agosto de 1999
Ambito, Creación de Valor versus Costo Fiscal
Un discreto superávit comercial, (por disminución de las importaciones por sobre las exportaciones, producto de una fuerte caída de la actividad económica), no debería distraernos de un problema real que enfrenta nuestra Economía, con respecto a sus niveles de competitividad y la influencia que ejercen impuestos distorsivos, emergentes de necesidades fiscales. En muchos países se concedieron y conceden aún, reducciones diferentes de impuestos a los exportadores.
Es frecuente desde finales de la década del 70, que esos beneficios estén limitados al famoso costo fiscal, cristal a través del cual se analiza cualquier tipo de medida y que ha realizado un innegable aporte a la derrota de la inflación. No obstante en la mayoría de los países existen exportadores que pueden recibir exenciones impositivas totales por un periodo de tiempo limitado, con aumentos paulatinos y graduales para incentivar las exportaciones.
Estos instrumentos prácticos y necesarios aplicados a estrategias económicas que apuntan a la “creación de valor”, desde los aspectos sociales hasta la generación de divisas, deberían ser nuevamente considerados, a la luz de la reciente flexibilización conceptual que demuestra la eximisión de multas y la emisión de certificados para la compra de cero kilómetros en la industria automotriz.
En la actualidad, existe un test imprescindible para cualquier estrategia económica o financiera, ya sea empresarial o macroeconómica: Si algo es indispensable e ineludible, es pasar la prueba de la creación de valor. Después de 21 años de aquella certeza enfática e intransigente que decía: un dólar más, genera una emisión en pesos equivalente y estos pesos, mayor demanda y esta mayor demanda, inflación.
Podemos reconsiderar algunos axiomas, ya que los peligros de entonces no son la evidencia, para sostener este dogma de la década del 80. Mientras Argentina eliminaba o bajaba reintegros y reembolsos para disminuir el déficit fiscal (actualmente en la práctica se presentan dificultades para recuperar los pocos que quedaron y se realizan cuando Hacienda lo dispone), en Singapur en esa misma época, el 90% del incremento de los ingresos procedentes de la exportación de manufacturas estaba exento del impuesto sobre la renta por 5 años. Las desgravaciones impositivas vinculadas de manera directa a las exportaciones cubrían los impuestos indirectos más importantes y una buena parte del impuesto a los ingresos en Brasil. Un mecanismo complementario facilitaba el funcionamiento de “traiding companies”, a través de la suspensión temporaria que se permitía a fabricantes que realizaban exportaciones por este medio. Los impuestos sobre el valor añadido, y los impuestos sobre las ventas eran absolutamente exonerados de las mercaderías de exportación o se reembolsaban inmediatamente si habían sido abonados en Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, Noruega, Reino Unido, Corea y otros no menos interesantes casos.
México y Tailandia eximían de derechos de exportación inclusive a “semi manufacturas”. En Grecia se concedía reembolso sobre la nómina de pagos en las exportaciones industriales, mientras en Israel se obtenían reducciones de 85% del impuesto sobre la propiedad.
¿Qué razón existe para iniciar un análisis de Creación de Valor vs. Costo fiscal para las actuales necesidades de la Economía nacional?
¨ Imposibilidad de devaluar.
¨ Necesidades de financiamiento futura y repago de la deuda externa.
¨ Necesidad de aplicar con mayor eficiencia los escasos recursos promocionales presupuestarios
¨ Importancia de medir y supervisar el valor y la creación de valor para nuestra Nación, (hoy pasan por aumentar el empleo y generar divisas.)
¨ Aumentar el esfuerzo presupuestario sobre actividades identificadas en adelante como apalancadoras de empleo y divisas. Una nueva aplicación para los conceptos de “ leverage ”y “driving force” made in Argentina.
Es frecuente desde finales de la década del 70, que esos beneficios estén limitados al famoso costo fiscal, cristal a través del cual se analiza cualquier tipo de medida y que ha realizado un innegable aporte a la derrota de la inflación. No obstante en la mayoría de los países existen exportadores que pueden recibir exenciones impositivas totales por un periodo de tiempo limitado, con aumentos paulatinos y graduales para incentivar las exportaciones.
Estos instrumentos prácticos y necesarios aplicados a estrategias económicas que apuntan a la “creación de valor”, desde los aspectos sociales hasta la generación de divisas, deberían ser nuevamente considerados, a la luz de la reciente flexibilización conceptual que demuestra la eximisión de multas y la emisión de certificados para la compra de cero kilómetros en la industria automotriz.
En la actualidad, existe un test imprescindible para cualquier estrategia económica o financiera, ya sea empresarial o macroeconómica: Si algo es indispensable e ineludible, es pasar la prueba de la creación de valor. Después de 21 años de aquella certeza enfática e intransigente que decía: un dólar más, genera una emisión en pesos equivalente y estos pesos, mayor demanda y esta mayor demanda, inflación.
Podemos reconsiderar algunos axiomas, ya que los peligros de entonces no son la evidencia, para sostener este dogma de la década del 80. Mientras Argentina eliminaba o bajaba reintegros y reembolsos para disminuir el déficit fiscal (actualmente en la práctica se presentan dificultades para recuperar los pocos que quedaron y se realizan cuando Hacienda lo dispone), en Singapur en esa misma época, el 90% del incremento de los ingresos procedentes de la exportación de manufacturas estaba exento del impuesto sobre la renta por 5 años. Las desgravaciones impositivas vinculadas de manera directa a las exportaciones cubrían los impuestos indirectos más importantes y una buena parte del impuesto a los ingresos en Brasil. Un mecanismo complementario facilitaba el funcionamiento de “traiding companies”, a través de la suspensión temporaria que se permitía a fabricantes que realizaban exportaciones por este medio. Los impuestos sobre el valor añadido, y los impuestos sobre las ventas eran absolutamente exonerados de las mercaderías de exportación o se reembolsaban inmediatamente si habían sido abonados en Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, Noruega, Reino Unido, Corea y otros no menos interesantes casos.
México y Tailandia eximían de derechos de exportación inclusive a “semi manufacturas”. En Grecia se concedía reembolso sobre la nómina de pagos en las exportaciones industriales, mientras en Israel se obtenían reducciones de 85% del impuesto sobre la propiedad.
¿Qué razón existe para iniciar un análisis de Creación de Valor vs. Costo fiscal para las actuales necesidades de la Economía nacional?
¨ Imposibilidad de devaluar.
¨ Necesidades de financiamiento futura y repago de la deuda externa.
¨ Necesidad de aplicar con mayor eficiencia los escasos recursos promocionales presupuestarios
¨ Importancia de medir y supervisar el valor y la creación de valor para nuestra Nación, (hoy pasan por aumentar el empleo y generar divisas.)
¨ Aumentar el esfuerzo presupuestario sobre actividades identificadas en adelante como apalancadoras de empleo y divisas. Una nueva aplicación para los conceptos de “ leverage ”y “driving force” made in Argentina.
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