En 1981 hubo dos devaluaciones de magnitud y así cayó
el gobierno militar. En 1982 al siguiente gobierno militar, guerra de Malvinas mediante,
se le disparó el dólar. El entonces presidente del BCRA Domingo Cavallo estatizó
la deuda en dólares de las empresas privadas, incluyendo las del grupo Macri.
En 2002 por la salida de la Convertibilidad y la caída
del gobierno, el dólar se disparó, entonces el presidente emergente Eduardo Duhalde,
“pesificó” las deudas en dólares de los deudores privados y particulares, haciéndose
cargo el Estado de la diferencia. Más endeudamiento.
En 2018 el dólar se disparó sin caída de gobierno, sin
guerra de Malvinas, solo porque “pasaron cosas”(explicación del presidente) .
El problema es que como el nivel de endeudamiento
total (publica, privada, de las provincias, deuda interna y externa, inclusive
la deuda del BCRA) hoy supera largamente el PBI, el Gobierno a través del Estado
no va a poder, ni debería intervenir con una transferencia de ingresos del
sector publico al privado.
IMAGINACION
EN LA EMERGENCIA:
Se me ocurre que en cambio puede decretarse (DNU), ya
que la situación lo hace imprescindible y urgente, un plazo de espera sin
acciones legales para que las partes acreedoras y deudoras puedan sentarse a la
mesa y RECONVERTIR los vencimientos
entre Bancos y Empresas.
En este cometido, el ministerio de Hacienda como árbitro,
podría supervisar y garantizar que haya negociaciones y acuerdos de buena fe,
con el fin de preservar el capital, el empleo, la producción y las
exportaciones. El Estado puede ayudar sin subsidiar ni permanecer inerte ante
la debacle que estamos asistiendo. El Gobierno no debe eludir la responsabilidad que le compete.
Si las empresas se concursan o quiebran, despiden
personal. Los Bancos también van a quebrar por falta de recupero de créditos y
el Estado no cobrara impuestos, tasas y contribuciones previsionales. El déficit
fiscal puede estallar como consecuencia de la caída de ingresos. Esta vez la
explicación “pasaron cosas” va a ser las que hoy son previsibles y se pueden
evitar.
REESTRUCTURACIÓN
DE DEUDAS IMPRESCINDIBLES
Lo viví como CFO
en TOSHIBA, “el que apuesta al dólar pierde”. Todos sabemos que no fue así. Lo
viví con mis clientes en 2001/2002.
Los dos gobiernos
aseguraban el tipo de cambio. Uno por “la tablita cambiaria de Martínez de Hoz”,
el otro por Ley, a través de la Convertibilidad.
El empresario elabora una estrategia de estructura de
capital y financiamiento, y no la puede cambiar en un día.
Nuevamente en la
Argentina 2018, “el que NO aposto al dólar perdió”.
Elisa Carrió (vocera presuntamente verosímil de la coalición
Cambiemos) luego de que transitara de $ 18 a $23; dijo que el dólar quedaba en
$23, que la gente no debía salir corriendo a comprar dólares. El jefe de
Gabinete Marcos Peña dijo que estaban muy tranquilos en el Gobierno. Dujovne y
Sturzenegger lo proyectaron en el presupuesto 2018 a $ 20 a fin de año...y
ya sabemos el resto.
El asunto es que
el aliento a endeudarse en dólares fue explicito. “Nos integramos al mundo”-ahora
nos prestan a las empresa privadas, y las tasas en pesos eran tan absurdas con
el dólar amesetado que la diferencia de costo financiero local y exterior no resistía
análisis.
De repente el dólar “pasaron cosas”, y en unos meses
el dólar duplica su valor.
Todo los activos líquidos que las empresas tenían en su
activo (efectivo, plazo fijo, cheques y cuentas a cobrar en pesos) se licuaron
y les quedó solo el 50% de lo que representaban en dólares. Pero todo lo que
debían (pasivos) en dólares, se le duplicó en pesos. Dado que los balances, los
pagos y cobros en Argentina son en dólares: -¿Alguien se imagina lo que cuesta
explicar esto en la casa matriz de una multinacional?: Miren, hasta ayer teníamos 100 dólares de activo y 50
de pasivo = 50 dólares de capital. Desde hoy tenemos 50 dólares de activo y 50 dólares
de pasivo = perdimos todo el capital.
Ninguna empresa puede mantener su liquidez si duplica
la deuda y licúa sus cuentas a cobrar. Hay que sentarse a renegociar, para que
las cosas puedan adaptarse a esta realidad. El gobierno no puede desentenderse.
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