viernes, 27 de julio de 2018

2001. FMI, Tecnocracia y Crisis


Esta investigación es extraordinariamente oportuna e indicada para analizar y comparar ciertas cuestiones del contexto actual. Vemos como ex funcionarios de los gobiernos de Menem y la Alianza: Dujovne, Sturzenegger, Frigerio, Patricia Bullrich, Hernán Lombardi, por mencionar algunos; ellos son, ascendidos y repetidos  “technopols”.- Protagonistas ya, de otra crisis financiera y el regreso al FMI. El trabajo considera el fracaso de la presidencia de Fernando De la Rúa (1999 - 2001), que terminó anticipadamente con una renuncia inevitable en medio de la crisis económica, social y política más grave que recuerde la democracia argentina, hasta este momento. Para hacerlo, se analizo el caso a partir de la teoría de las élites tecnocráticas en el gobierno. La ciencia política ha investigado, con diferentes enfoques, acerca del ascenso de las élites tecnocráticas al poder, o el rol que desempeñan en la implementación de reformas neoliberales. Pero se ha escrito menos acerca del fracaso de los tecnócratas, o de su rol en las crisis de gobernabilidad. Periodizando el gobierno de De la Rúa, observando sus medidas de ajuste y sus gabinetes, comparando su fase de tecnocratización con la de Carlos Menem y la reciente crisis global, y analizando en contexto las estrategias del gobierno y sus resultados, se llega a la conclusión de que el papel que jugaron las élites tecnocráticas tuvo incidencia en el desenlace fatal de la presidencia de la Alianza. Se suele fantasear que encomendar a los economistas de formación técnica y orientación neoliberal es el camino para obtener confianza y recibir “lluvias de inversiones”. Pero la despolitización y delegación a la tecnocracia que precede al FMI, agota sus escasos recursos de credibilidad y legitimidad. Esto cuestiona algunos supuestos de ciertas teorías de las élites tecnocráticas democráticas a partir de los noventa: la evolución de la crisis mostró que el gobierno de la Alianza dependía de una base de gobernabilidad suficiente, y que la figura de los “ministros incondicionales al FMI” o los “amigables” presidentes del BCRA, no pudieron evitar el derrotero.
Los intentos de introducir reformas neoliberales por parte de nuevos partidos liberal-conservadores, grupos sociales, factores de poder y aún sectores del electorado partidarios de ese tipo de reformas económicas, no cesan. Pero ni el presidente Macri, ni los ministros Aranguren, Etchevere, Dietrich, Caputo, vice-ministros Quintana, Lopetegui son tecnócratas.
En defensa de aquellos tecnócratas se dirá que se los ha acusado de muchas cosas, pero no de ignorantes. La experiencia “Cambiemos”, parecería una tentativa de reconstruir el neoliberalismo desde otro lado. No sabemos mucho aun, se trata de un fenómeno en marcha. Hoy no encontramos una palabra que forme parte de la jerga académica para definir esta inexperiencia, porque CEOCRACIA es una alusión irónica que no forma parte de la jerga académica.

Macri ratifico el rumbo y prometió la “normalización”



Una devaluación acumulada de 55% en un semestre, sin compensación mediante suba de retenciones a los productos agropecuarios. Siendo el aumento del dólar “punta a punta” del gobierno de 180% con el oficial y 107% desde la unificación con el paralelo. Ni Krieger Vasena con un gobierno de facto se atrevió a tanto. Aumentos de tarifas eléctricas y de gas extravagantes, con techo a las convenciones colectivas de trabajo. Todo esto sin un acuerdo de precios por lo menos temporal, por 180 días.
Es que el objetivo es la licuación del gasto público por vía de una llamarada inflacionaria, luego de una auto encerrona con la excusa de recibir el rescate del FMI. En realidad esto es solo para salvar a los bancos que angurrienta e inconscientemente, le prestaron dólares a la Argentina, a tasas inauditas. Súmese la fijación de una tasa de interés “chocante” por parte del BCRA para asegurar que hundiendo el dólar a 28 pesos o menos, los inversores financieros se sigan yendo con ganancias insuperables. La financiación de crédito de consumo se hace al 80%, el descubierto en cuenta corriente autorizado para Pymes 120%, el no autorizado 160%. Asistimos impresionados a una insólita ofensiva y amenaza de la Sociedad Rural al gobierno y al FMI, para  evitar el congelamiento de la baja de retenciones que pidió el organismo multilateral de crédito.
No veo el pláceme de la clase media boba a esta altura, aunque sigue apoyando porque prefiere perder calidad de vida, si es que “los otros” pierden más.
No advierto que la meta del gobierno sea erradicar la inflación y lograr una desahogada posición de la balanza de pagos, ni atraer inversiones, ni crecimiento, ni credibilidad, ni horizonte de previsibilidad. Este no es un plan de estabilización, es una ingeniosa receta de recesión enrarecida.
Hasta ahora  percibo una extraordinaria redistribución del ingreso en perjuicio del sector urbano trabajador comercial e industrial, íntegramente apropiado por el sector agro alimentico exportador concentrado y en menor medida para el sector estatal, reduciendo solo el déficit primario para generar recursos y atender las necesidades de financiamiento que amenazan un próximo incumplimiento en los pagos. No hay “normalización” de la economía, dicho en la terminología sistémica.
El paso que sigue enfrenta dos desafíos fundamentales, estrechamente relacionados. El mantenimiento del “orden”-también como es entendido en terminología sistémica, la garantía de orden-que podría llegar vía coerción para intentar suprimir la amenaza de un desborde popular descomunal y, cerrar los canales de acceso a un eventual próximo “gobierno populista”. Pero tener éxito en estos intentos implicaría la exclusión política de los sectores populares, cuya contra cara es alterar la paz social; que a su vez es un requisito indispensable para recuperar la confianza.
El gobierno tendría que parecer capaz de garantizar la paz social y la normalización de la economía, pero no convence. Hasta parece que la corporación mediática comienza a despegarse. No sorprende que la directora gerente del FMI venga en persona, es que justo en el final, cuando está a punto de retirarse, esto puede arruinar su esmerada trayectoria.
Para logar la “normalización” de la economía, sería necesario reducir las fluctuaciones de estos últimos dos años y medio y revertir la tendencia negativa alrededor de la cual se produjeron los titubeos del régimen. La gerencia financiera país (CFO) debería modificar las expectativas negativas, terminando con la rapacidad de las Lebacs y su reciente conversión en deuda en dólares vía licitaciones de billetes y emisión de deuda de corto plazo. En general, debería terminar con estos treinta meses, como requisito previo para establecer las bases de una economía con patrones de crecimiento normal, comenzando a reconvertir la estructura productiva, antes que las quiebras se vuelvan intensas.
¿Cómo logrará  el presidente Macri normalizar la tormenta que describe?
La “normalidad” del enfoque hegemónico mundial, no consiste en que sus líderes puedan venir de visita a la Argentina, sino en que la acumulación de capital se realice y garantice en favor de las empresas trasnacionales, en condiciones que se asegure una tasa alta de acumulación.
Sin las políticas de expansión del consumo popular que tenia la Argentina antes de que gobierne “Cambiemos”,  es muy difícil generar un mercado interno atractivo. Pero claro, un “boom de consumo” como el del gobierno anterior emergería solo de la “anormalidad”. Porque aunque ya vimos que nada de lo que repiten los “economistas vulgares”, los “no científicos”, es verdad; es menester seguir suponiendo que luego de un boom de crecimiento, nos acechará la amenaza de inflación, fuga de capitales y desarticulación de la estructura productiva por falta de dólares que, retraerá las inversiones y disparara una voraz especulación financiera que hará que los capitales productivos huyan.
¿No es lo qué es lo que está pasando ahora? – Entonces. -¿Qué es lo que propone el gobierno?
Por ahora continúa la restitución de la supremacía trasnacional y oligopólica, luego de la reconexión que se logro a través del sobreprecio de los fondos buitres y el levantamiento de las restricciones al movimiento de capitales, con el evidente saqueo financiero que venimos advirtiendo, para exportarlo hacia las economías desarrolladas.
Aun no hemos visto nada. Todo indica que vamos a un trance de inestabilidad de magnitud. Cuanto mayor sea la dilación, mayor será el desquicio, madurará retroalimentada la desinversión, la inflación y el problema futuro para conseguir los dólares que necesitará la economía, si es que retoma el crecimiento en algún momento. Cuanto más tarde en manifestarse el pico de esta crisis, mayor será el grado de depredación que sufra la economía, bajo el rol que asumió la especulación financiera. Hay que decir que a su vez se están lanzando a comprar dólares o invertir en Lebacs casi todos los ciudadanos con ahorros o excedentes mensuales, como defensa contra los riesgos cada vez más impredecibles de esta economía errática e inflacionaria. Casi todo el que puede está especulando, aunque la parte del león ya se la llevo el “capitalismo de amigos”, las grandes corporaciones y las entidades financieras.
De esta manera, cuanto más tarda en ahondarse la crisis que precede al desplome, más concluyente y obvias son las operaciones financieras, incluyendo rutinas cambiarias. Luis Caputo está sentado en la poltrona del BCRA. Aunque su pliego no pase la aprobación del Senado es tarde, la rapiña se aproxima a su límite, la conversión del capital productivo en capital financiero, provocará el disloque productivo, este se viene agudizando aceleradamente, y ahora lo hará más con la profundidad de la recesión auto infringida por el gobierno.
Sobrellevo una conmoción ambivalente. La razón es que sé que cuanto más se dilate este experimento mas deberá sufrir la ciudadanía y, más empinada y larga será la cuesta que tenga que remontar el próximo gobierno.