En Diciembre de
2001, pasada más de una década de la crisis sociales de 1989, los saqueos
afectaron nuevamente a la sociedad argentina. La restricción a los depósitos
generaba una drástica caída de los ingresos del 60% de la población que estaba
fuera del sistema formal, en esos momentos el desempleo llegaba al 20%, siendo
el récord histórico, luego que el país sufriera tres años y medio de recesión.
La limitación del uso del efectivo, acentuaba la impotencia de las clases
medias que ambicionaban comprar dólares para cubrirse de las contingencias
futuras, y agravaba la insuficiencia alimentaria de los marginados, fue así que
se ponía en marcha el cacerolazo[1].
Entre el 13 y
el 20 de diciembre de 2001, tuvieron lugar 461 saqueos, con un fenómeno que en
magnitud supero al de 1989, pero que comparado, el desempleo era más del doble
y la violencia social y la delincuencia se habían incrementado
considerablemente, con lo cual la situación se fue haciendo mas delicada. El ex
Presidente De la Rua decretó el estado de sitio.
Los movimientos sociales que comenzaron a tener trascendencia
en la década del noventa en la argentina fueron variados[2],
pero empezaron con los denominados “piqueteros”, que enfrentaron la enajenación
de YPF[3],
por parte del gobierno del ex presidente Carlos Saúl Menem. Poco a poco se
fueron sumando los movimientos de trabajadores de empresas en quiebra,
organizaciones de desocupados y asambleas barriales, otros espacios como los
grupos de trueque, quienes reemplazaron las operaciones de compra-venta de
transacción monetaria y en algunos casos, mas tarde se convirtieron en cooperativas
de trabajo.
En el origen, la gran mayoría de las organizaciones sociales estuvieron originadas en el desempleo estructural de larga duración que promedio los dos dígitos durante toda la década de los años noventa, teniendo en cuenta que nunca descendió de 10% en el Gran Buenos Aires y diversas localidades del interior del país. Las condiciones socioeconómicas fueron la causa principal del fenómeno de los movimientos sociales, que junto a la oposición oficialista, acelero el proceso de deterioro del gobierno del ex presidente De la Rua, periodo en el cual finaliza más de una década de aplicación de políticas neoliberales[4].
En el origen, la gran mayoría de las organizaciones sociales estuvieron originadas en el desempleo estructural de larga duración que promedio los dos dígitos durante toda la década de los años noventa, teniendo en cuenta que nunca descendió de 10% en el Gran Buenos Aires y diversas localidades del interior del país. Las condiciones socioeconómicas fueron la causa principal del fenómeno de los movimientos sociales, que junto a la oposición oficialista, acelero el proceso de deterioro del gobierno del ex presidente De la Rua, periodo en el cual finaliza más de una década de aplicación de políticas neoliberales[4].
[1] Kammerer María Luján y Sánchez Roncero María Victoria, “El
cacerolazo como nueva forma de expresión popular”
[2] Marisa Revilla Blanco, Nueva Sociedad 227,
Pág.60 cit. Episodios y procesos: ¿cambios en los repertorios de
acción en América Latina?:
Desde finales de los 90, se observa una tendencia general al incremento de la
conflictividad. La conflictividad en ese periodo se concentra en la zona
andina, mientras que en el Cono Sur se puede observar una disminución, con las excepciones de
Argentina y Paraguay
[3] Calderón (2006) y
Escobar (2010); Para superar expectativas frustradas, se unen quienes habían
planeado su vida y desarrollo alrededor de una empresa del Estado.
[4] Garretón, Manuel Antonio, “La
transformación de la acción colectiva en America Latina”, Capitulo V, Pág. 13.
El cambio de matriz sociopolítica en América Latina El neoliberalismo como
intento de negar la política a través de una visión distorsionada y unilateral
de la modernización expresada en una política instrumental que sustituye la acción colectiva por la
razón tecnocrática y donde la lógica del mercado parece aplastar cualquier otra
dimensión de la sociedad.
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