Lo repito cada tanto en las conferencias, pero producto de las políticas neoliberales en 2001, a punto estuvo la Argentina, de
encaminarse a una revolución, fue así como primero
llegaría la idea de realizar un cambio, con el fin de evitar la quiebra del
sistema institucional. Los responsables del gobierno (políticos y economistas) no
aplicaron políticas que dieran respuesta a las demandas que articulaban los
movimientos sociales. Mas adelante, seria con las nuevas autoridades en un
contexto de crisis general, que se adoptaron medidas que desarmaron el modelo
económico existente, al tiempo que la declaración de “default”, rompió con el
sistema financiero internacional privado (no con los organismos multilaterales
de crédito), y se abrió una brecha de esperanza.
Las
políticas de suspensión de ejecución de hipotecas, los mayores subsidios, los
estímulos sancionados por el Congreso, hacían memoria de Lord John Maynard
Keynes, quien dejó rápidamente de ser un teórico sospechado de cierta
deformidad “socialista”, de aparente decadencia ideológica. Hay que decir que
en buena parte, los mecanismos neoliberales, desde 2002 dejaron de estar
presentes, permitiendo duplicar el PBI en una década, y generando 5.5 millones
de puestos de trabajo-independientemente
de los subsidios-, queda claro que se hizo lo necesario para moderar la
caída libre de la economía (cuando en el ultimo trimestre de 2001 el PBI
trimestral, se derrumbaba a una velocidad anualizada de mas de 30%). Para
evitar el descalabro total, fue necesario aplicar una política monetaria ultra
expansiva, complementándola con una política fiscal desinhibida hasta alcanzar
el tope de la relación de endeudamiento (170 puntos del PBI), que actualmente
es de alrededor de 45% del PBI (N. del
R.: producto de lo que se dio en llamar, política de desendeudamiento, que no
contempla el aumento nominal de la deuda-que por cierto creció, a una velocidad
menor que el PBI-, sino la relación o cociente: Deuda/PBI).
Las crisis comienzan antes de hacer pico, la
de 2001 ya afectaba fuertemente al sistema financiero, y también a la sociedad
emergente de una recesión que conllevo 16 trimestres consecutivos de caída del
PBI, y 17% de desempleo (luego superaría 22%), los discursos de los
intelectuales que resistieron, recibieron poca atención, o fueron directamente
descalificados irrefutablemente, ya que aun imperaba el “pensamiento único”.
Aun hoy es muy escasa la
investigación de las Ciencias Económicas acerca de las verdaderas causas que
provocaron la crisis financiera previa. Lo que luce indiscutible, es que en la Argentina los movimientos sociales establecieron un “limite”. Las
demandas populares tuvieron un crecimiento exponencial y una incidencia
decisiva, no solo en la articulación y ejecución de reclamos previos a la
crisis, luego en el devenir, y posteriormente, influyendo en las políticas
públicas, a través de una nueva dirigencia surgida desde sus filas. Como
consecuencia del protagonismo de los movimientos sociales, la clase política tuvo
que incorporar nuevos dirigentes con verdadero conocimiento de las demandas de
la sociedad; y estos accedieron a cargos ejecutivos, presupuestos y gestión de
políticas publicas; pero existe un problema irresuelto, los economistas que dan vueltas alrededor de los candidatos que miden, “no se enteran” que a una propuesta de ajuste le preexistirá
un cerco que no se podrá traspasar. Es mejor que no lo intenten.
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