Aunque se publicite otra cosa en el cine y se oculte a los “indignados de Wall Street”, la mayoría de los norteamericanos ve a esos graduados como individuos con vidas frenéticas, ególatras, arrogantes y perversos; a quienes no les interesa nada de nadie.
Hace muchos años que tengo una impresión en mi espíritu, como la percepción que los principios del sistema educativo en la macroeconomía están adaptados por una presunta cimentación científica convencional falsificada. A su vez, en países desarrollados, los roles de las entidades y la elección de los individuos se corresponde con logias y sectas. Que alguien me diga porque el sobrino de Paul Samuelson*, fue convocado por Obama otra vez. Las mismas personalidades que construyeron la bomba de los noventa (el presidente de Harvard: Larry Summers*, Timothy Gainer y otros. También ahora en Europa instalaron a los banqueros responsables tácitos, a dirigir la economía en forma explicita. De nuevo, ¿es lógico que Larry Summers vuelva a presidir Harvard?, se bajo del barco, cuando creyó que se hundiría.
Las universidades estadounidenses solo se sostienen porque influyen de manera obvia en sus propias encuestas, es lógica pura que empiecen a perder un prestigio que el marketing les había otorgado en una proporción exagerada. Los catedráticos críticos son los que están conquistando el interés de un alumnado endeudado hasta la medula por sus matriculas, que no sabe si conseguirá empleo en el sistema que sostienen sus casas de estudio. Hace años que le pregunto a los economistas jóvenes de la city; y nadie había leído “La Teoría del Shock” de Naomi Klein. Muchos hasta hace pocos años creían que Keynes era comunista, otros pensaban que era absurdo premiar a Krugman y Stiglitz. Ningún “Gold Medal” de una universidad privada los había leído. ¿Quien hubiera pensado que Argentina y Brasil pudieran verse hoy como una opción viable en aquellas latitudes? Hasta el cooperativismo posee una candidatura de estudio, vuelve la noción del costo social de una política económica, la economía regresa al debate intelectual que había perdido en manos de la tentación (la gran manzana); que no era la de Adán, sino la de Manhathan-Wall Street
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