La crisis financiera desatada en los Estados Unidos sacudió las bolsas de Europa, Asia y Latinoamérica durante toda la semana pasada. La repentina determinación de los principales gobiernos este fin de semana, logrando un acuerdo estabilizador para el sistema financiero, ha soliviantado hoy a los mercados, que produjeron un alza generalizada en todos los países involucrados en las caídas anteriores.
No obstante Argentina y muchos otros países, podrían empezar a sacrificar un poco sus tasas de crecimiento. Es obvio que aunque la fiesta se ha realizado en un entorno reservado; la cuenta la vamos a tener que pagar entre todos. Empujada por quienes manipulan el riesgo país, se intensificó la salida de capitales en toda la región, y el Banco Central por su parte, ha tenido que vender reservas para atender el exceso en la demanda de dólares, de quienes quisieron cubrirse paradójicamente, atesorando la moneda más abundante que pertenece al país que está en el epicentro de la crisis. Tanto por la magnitud del desbarajuste, como por la imprevisibilidad de sus consecuencias en el futuro, refugiarse en el dólar no parece ser la conclusión de un análisis demasiado científico.
Afortunadamente la crisis financiera internacional, encuentra a la economía argentina mucho más fuerte que cuando se dispararon las anteriores del Tequila (1994), Arroz (1997), el default de Rusia (1998) y la devaluación de Brasil (1999). Con una economía que creció todo lo que pudo mientras la dejaron (alrededor de 60%), ya venían amenazando las devoluciones de este incendio que comenzó a encenderse en Junio de 2007, cuando estalló la crisis de las hipotecas “sub prime”.
Hoy Lunes 13 de Octubre de 2008, las bolsas detonaron, las acciones subieron en un día como hace muchos años no lo hacían, producto de la estrambótica euforia que ocasionó en los operadores el acuerdo entre los países europeos y el gobierno americano.
Ahora la inquietud principal, pasa por saber si el rescate financiero es consistente y simultaneo con la recuperación de la economía real en todo el mundo; cuando aún no se puede establecer la magnitud que podría adquirir la desaceleración que sin duda ha de experimentarse en los próximos dos o tres trimestres.
Las grandes potencias han violado y desandado todas las recomendaciones propias, vigentes desde el Consenso de Washington, al punto de sufrir una feroz condenación del Partido Republicano y las Universidades más conservadoras de Europa y Estados Unidos. Los referentes de estas últimas, asisten a esta suerte de kermés solidaria horrorizados y estupefactos; no saben como empezar a elaborar la “teoría de la excusa perfecta” para justificar el esperpento que ellos mismos apoyaran, y el cambio de paradigma que representan las nacionalizaciones masivas mas propias de gobiernos populistas, que conservadores. Pero sobre llovido mojado, el Premio Nobel de Economía fue otorgado a Paul Krugman, un economista de Princeton neo keynesiano que ha sido uno de los críticos más duros del neo liberalismo y el gobierno conservador de Bush en los últimos 8 años.
Haciendo las cosas bien-según el vademecum del paradigma ya sustituido -, Brasil y Perú sufrieron una fuga de capitales de una dimensión inusitada. Como consecuencia de este shock, Brasil tendrá que asistir a su sistema financiero con alrededor de 50 mil millones de dólares.
El gobierno argentino puede hacer ahora lo que debe hacerse en estos casos, sin soportar el descrédito recibido desde la presidencia de Duhalde en 2002. Aplicar sin rubores un conjunto de medidas políticas contra cíclicas para mitigar los efectos de la crisis importada es una opción indiscutible en el corto plazo. La mayoría de los países lo harán, y lo inician desde el “déficit fiscal”. En mi opinión, no se debería titubear, si el nivel de empleo y los ritmos de producción se vieran amenazados. Ocurre que-en estas circunstancias, y en forma transitoria-con la mejor administración fiscal de la historia de un gobierno popular, el gobierno tiene íntegro el superávit, como para aplicarlo. Tiene el gobierno el margen necesario para aplicar políticas expansivas, reduciendo las tasas de interés y aumentando el gasto público, con el objeto de moderar la desaceleración de la actividad. La mejor noticia consistente con esta visión, es que la crisis ha contribuido en forma involuntaria a desacelerar el proceso inflacionario a niveles más tolerables. En consecuencia, ante un nuevo y desfavorable escenario externo, tenemos un gobierno muy entrenado para utilizar instrumentos de política económica necesarios para emparejar el ciclo. En el peor de los casos, el pronóstico de crecimiento del PBI real para 2009 podría bajar en un punto porcentual, aunque las debilitadas “descalificadoras de riesgo” volvieran a la carga, sobre Argentina llevando el riesgo país a 200 mil basis points, si lo desean. Su credibilidad es inferior al promedio de la banca de inversión que acaba de colapsar.
No obstante Argentina y muchos otros países, podrían empezar a sacrificar un poco sus tasas de crecimiento. Es obvio que aunque la fiesta se ha realizado en un entorno reservado; la cuenta la vamos a tener que pagar entre todos. Empujada por quienes manipulan el riesgo país, se intensificó la salida de capitales en toda la región, y el Banco Central por su parte, ha tenido que vender reservas para atender el exceso en la demanda de dólares, de quienes quisieron cubrirse paradójicamente, atesorando la moneda más abundante que pertenece al país que está en el epicentro de la crisis. Tanto por la magnitud del desbarajuste, como por la imprevisibilidad de sus consecuencias en el futuro, refugiarse en el dólar no parece ser la conclusión de un análisis demasiado científico.
Afortunadamente la crisis financiera internacional, encuentra a la economía argentina mucho más fuerte que cuando se dispararon las anteriores del Tequila (1994), Arroz (1997), el default de Rusia (1998) y la devaluación de Brasil (1999). Con una economía que creció todo lo que pudo mientras la dejaron (alrededor de 60%), ya venían amenazando las devoluciones de este incendio que comenzó a encenderse en Junio de 2007, cuando estalló la crisis de las hipotecas “sub prime”.
Hoy Lunes 13 de Octubre de 2008, las bolsas detonaron, las acciones subieron en un día como hace muchos años no lo hacían, producto de la estrambótica euforia que ocasionó en los operadores el acuerdo entre los países europeos y el gobierno americano.
Ahora la inquietud principal, pasa por saber si el rescate financiero es consistente y simultaneo con la recuperación de la economía real en todo el mundo; cuando aún no se puede establecer la magnitud que podría adquirir la desaceleración que sin duda ha de experimentarse en los próximos dos o tres trimestres.
Las grandes potencias han violado y desandado todas las recomendaciones propias, vigentes desde el Consenso de Washington, al punto de sufrir una feroz condenación del Partido Republicano y las Universidades más conservadoras de Europa y Estados Unidos. Los referentes de estas últimas, asisten a esta suerte de kermés solidaria horrorizados y estupefactos; no saben como empezar a elaborar la “teoría de la excusa perfecta” para justificar el esperpento que ellos mismos apoyaran, y el cambio de paradigma que representan las nacionalizaciones masivas mas propias de gobiernos populistas, que conservadores. Pero sobre llovido mojado, el Premio Nobel de Economía fue otorgado a Paul Krugman, un economista de Princeton neo keynesiano que ha sido uno de los críticos más duros del neo liberalismo y el gobierno conservador de Bush en los últimos 8 años.
Haciendo las cosas bien-según el vademecum del paradigma ya sustituido -, Brasil y Perú sufrieron una fuga de capitales de una dimensión inusitada. Como consecuencia de este shock, Brasil tendrá que asistir a su sistema financiero con alrededor de 50 mil millones de dólares.
El gobierno argentino puede hacer ahora lo que debe hacerse en estos casos, sin soportar el descrédito recibido desde la presidencia de Duhalde en 2002. Aplicar sin rubores un conjunto de medidas políticas contra cíclicas para mitigar los efectos de la crisis importada es una opción indiscutible en el corto plazo. La mayoría de los países lo harán, y lo inician desde el “déficit fiscal”. En mi opinión, no se debería titubear, si el nivel de empleo y los ritmos de producción se vieran amenazados. Ocurre que-en estas circunstancias, y en forma transitoria-con la mejor administración fiscal de la historia de un gobierno popular, el gobierno tiene íntegro el superávit, como para aplicarlo. Tiene el gobierno el margen necesario para aplicar políticas expansivas, reduciendo las tasas de interés y aumentando el gasto público, con el objeto de moderar la desaceleración de la actividad. La mejor noticia consistente con esta visión, es que la crisis ha contribuido en forma involuntaria a desacelerar el proceso inflacionario a niveles más tolerables. En consecuencia, ante un nuevo y desfavorable escenario externo, tenemos un gobierno muy entrenado para utilizar instrumentos de política económica necesarios para emparejar el ciclo. En el peor de los casos, el pronóstico de crecimiento del PBI real para 2009 podría bajar en un punto porcentual, aunque las debilitadas “descalificadoras de riesgo” volvieran a la carga, sobre Argentina llevando el riesgo país a 200 mil basis points, si lo desean. Su credibilidad es inferior al promedio de la banca de inversión que acaba de colapsar.
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