Jueves 9 de Octubre, el índice Dow Jones cayó 7,3% en un solo día; se redujo alrededor de 35% la riqueza o los ahorros de toda una vida de los tenedores de acciones, en tan solo un año. Inglaterra nacionaliza parte de la Banca y parece que Estados Unidos y Alemania lo siguen, Islandia impone un corralito a 200 mil depositantes británicos. No obstante quiero centrarme en Wall Street.
Wall Street ha simbolizado muchas identidades, pero por sobretodo, ha encarnado una jurisdicción de poder mundial. Nadie puede objetar hoy, que ha sido un foco de corrupción, que rindió culto al “dinero”, y al “mercado”. Wall Street defraudó a los ahorristas y pensionados estadounidenses. Tenedores de pequeñas participaciones accionarias y ahorros para su vejez, se ven hoy amenazados. La codicia de los CEO´s-gerente general-de los Bancos de Inversión es una insignificante muestra de un sistema desalmado que condujo gente a un cautiverio: “la codicia” como medio.
El Presidente de Lehman Brothers, Richard Fuld, en su interpelación, ante la pregunta enfurecida de una diputada respondió: No es así, no tuve sueldos y comisiones por 500 millones de dólares en los últimos años, sino 350 millones de dólares. Pronto el tormento y la desdicha se está apoderando de los que otrora fueran tapa de las revistas de negocios, los hombres “mas admirados del mundo”. Miedo, vergüenza, algo trasmitía su aspecto por televisión; luego un grupo de ciudadanos lo insultó de una manera casi futbolera, a la salida del recinto.
Wall Street se constituyó en un ícono representante del peor enemigo cultural de un pueblo maravilloso, de gente confiada y trabajadora, como lo es el pueblo estadounidense.
Un tiempo atrás, era muy difícil hablar de estos temas sin ser objeto de burla o desprecio profesional, por aquellos que creían y defendían esa cultura nefasta. Los que reverencian esta ordenación aceptan todas sus indicaciones y actúan en consecuencia.
En general, es gente que sobrevalora el dinero, el poder y el placer; por sobre todas las cosas temporales y trascendentes. Para estar allí, muchos profesionales y hombres de negocios han violado principios que dieron origen a la gran nación que es Estados Unidos. Ninguno ha llegado hasta allí por accidente, todos han hecho su parte, directa o tácitamente. Como se formaros con la película Wall Street, Gekko Gordon les dijo: “la avaricia es buena; es el motor del capitalismo”; pero en la vida real, dinero, fama y bienes; no permanecen para siempre.
En otro orden de temas, el comercio internacional en los últimos años ha crecido al doble del promedio de la tasa de crecimiento del PBI mundial, que a su vez creció entre 2003 y 2007, a las máximas tasas promedio de la historia. Muchos comerciantes de todas partes del mundo que se enriquecieron exportando sus productos a Estados Unidos, están sufriendo en este momento. ¿A quien exportará China el excedente de sus innecesarios productos que hasta hoy consumen los países desarrollados? China en parte dependía también del comercio de otros artículos de lujo con Estados Unidos y Europa. ¿Que es lo que hará ahora? - ¿Qué pasará con el consumo desenfrenado que tapaba tantos agujeros en las sociedades más desarrolladas? - En nuestros días comienza a develarse popularmente, el secreto a voces por el cual el equilibrio de la economía mundial descansaba entre dos polos opuestos-el comunismo chino que le presta dinero al capitalismo estadounidense para que consuma-¿Sería esta una versión oriental de la rana que se cocinó a fuego lento?-.
La sociedad mundial más rica, con mejor tecnología y mayor acceso al crédito; la que se encaminó al confort y al placer, como nunca en los últimos 30 años, está sufriendo.
Dinero y poder, en esto se basa la política, los negocios y la cultura en los últimos tiempos, son las motivaciones más profundas que han captado aún a ciudadanos corrientes. Muchos economistas y hombres de negocios brillantes están motivados para sacar ventaja de cualquier sub sistema-dentro del sistema- que le permita enriquecerse, y esto enseña a sus hijos. El dinero en grandes proporciones ejerce un encantamiento que motoriza el deseo de darse “la gran vida”. Los ejecutivos y operadores de las empresas que cotizan en Wall Street, y quienes los admiran, han vivido o deseado deleites y derroches por años.
Es increíble que el CEO de Lehman Brothers dijera: “Nadie, ni siquiera yo, anticipó cómo los problemas que empezaron en el mercado hipotecario iban a extenderse al mercado de crédito y al sistema bancario y amenazar ahora a todo el sistema financiero y al país”.
Actitudes y respuestas que exteriorizaban invulnerabilidad, seguridad y control de la situación; generaban confianza en la gente que les seguía y les ensalzaba. Ninguno de ellos, ni ejecutivos ni economistas necesitaba nada, muchos aún siguen sin necesidades de ningún tipo. Ni consejo, ni mucho menos advertencias. -¿Quién le puede enseñar a un individuo que cree tener éxito?- Esta actitud desafiante se vio claramente contrastada con el espectáculo lamentable del señor Richard Fuld, CEO de Lehman, un estereotipo de quienes quieran mirarse en el espejo, antes de que sea tarde.
En un abrir y cerrar de ojos se destruyó todo, mientras repartían 20 millones de dólares en bonus a sus ejecutivos, llegaba la bancarrota, la pérdida de todo lo construido en 158 años de historia de Lehman Brothers.
¿Qué queda para los que solo se preocuparon por la remuneración y los bonus? – Muchos de ellos serán demandados y probablemente perderán todo.
En mi actividad, hablo a menudo con gente que hoy estará llorando por la caída de los mercados, y fundamentalmente por los efectos que traerá la crisis para aquellos países de “alta seguridad jurídica” y “enorme calidad institucional”; países que han sido supervisores en el mundo de los negocios, demandando literalmente: “ustedes deben hacer esto y dejar de hacer aquello”. Su calificación bajará por no sujetarse, su riesgo país crecerá y no recibirán inversiones; yo los condeno a pagar altas tasas de interés, a que su crédito sea restringido y por lo tanto; a que sus niveles de empleo y remuneraciones caigan, si no hacen lo que yo les digo.
¿A quien le venderán sus servicios humanos, quienes actuando en países de menor grado de desarrollo relativo, lucraban para satisfacer sus deseos? - Profesionales de otras latitudes que se convirtieron en promotores de la cultura Wall Street, insensibles cautivos que hasta sus familias y amigos perdieron por entregarse al sistema.
Sin duda estos últimos serán los más afectados por la crisis de los mercados y la recesión que se avecina. Aunque nadie dejará de ser afectado, en diferente medida, de acuerdo a su preparación para soportar una crisis económica o espiritual, países y personas.
¿Dónde quedan las virtudes exhibidas como verdades absolutas? El éxito dinero, la figuración en el ranking, los beneficios de la libertad incondicional de los mercados sin regulaciones y sin controles. No tengo respuestas pero:
¡Cuidado! La avaricia no ha muerto y aún se encuentra al acecho.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario