Ambito Financiero -Edición 2061 - Jueves 22 de Junio de 2006
La economía argentina en el contexto mundial
Escribe Pablo Tigani (*)
"Stagflation" es un anglicismo, y en su idioma original la palabra combina "stagnation" (estancamiento) e "inflation" (inflación). Inflación con estancamiento, esto es lo que empiezan a intuir los mercados, demostrándolo comprensiblemente con su proverbial ansiedad.
La aplicación de políticas monetarias más restrictivas por parte de los principales bancos centrales del mundo orienta a los operadores en esa dirección. El abandono de la flexibilidad representa un riesgo, aunque el impacto haya sido atenuado y no haya afectado aún la tasa de crecimiento mundial. Está muy claro que los tres bancos centrales más grandes del mundo están desplazando su accionar, desde la ductilidad hacia la rigidez. Así, desde junio de 2004, la Reserva Federal aumentó 16 veces la tasa de referencia, transportándola progresivamente de 1% a 5% anual nominal. El Banco Central Europeo, luego de diez trimestres, incrementó su tasa de referencia en diciembre de 2005, febrero y junio de 2006, llevándola de 2,0% a 2,75% anual. Por su parte, el Banco de Japón informó su propósito de abandonar la tasa nominal cero, lo que probablemente ocurrirá durante el presente ejercicio. Esta decisión de poner fin a muchos años de dinero superasequible inquieta por sus posibles repercusiones.
Asimismo, las políticas fiscales lucirán más precavidas en los países centrales cuyos sistemas de seguridad social operan en forma deficitaria. Se distingue desde hace unas semanas una progresiva preocupación por colocar bajo dominio los desequilibrios fiscales que desafían la solvencia intertemporal del Estado, en el largo plazo. Esas debilidades fiscales están excitadas, como advertimos, por el déficit de los sistemas de seguridad social que arriesgan el equilibrio a largo plazo en Estados Unidos, Europa y Japón. El equilibrio de la economía mundial descansa, hasta el momento, en dos poderosos engranajes de enigmática sustentabilidad a largo plazo: el consumo de los Estados Unidos de Norteamérica y la oferta de bienes de la cada vez más grande República Popular China.
La Argentina
En este contexto, la economía argentina luce mucho más sólida que en el pasado para absorber un eventual shock externo, contando además con fundamentos macroeconómicos sólidos. A la saludable disciplina de superávits gemelos, se suma una menor restricción por parte de los organismos multilaterales de crédito; más concretamente, podemos estar menos pendientes del FMI, si fuera necesario decidir políticas activas anticíclicas. Tampoco el financiamiento externo es hoy una restricción inexpugnable como en el pasado. El test mundial de estas últimas semanas manifestó que la Argentina puede soportar mejor las turbulencias externas, con estabilidad del peso y balance cambiario positivo.
Sin embargo, no podemos volver a cometer el error de creer que somos invulnerables. Debido al nuevo enfoque de financiamiento establecido, el proceso de propagación de una crisis externa se puede filtrar a través del precio de los commodities. Por ejemplo, una caída violenta en los precios de la soja y el petróleo podría afectar -en alguna medida- la favorable situación fiscal y externa que nos viene acompañando.
En la coyuntura, podemos observar que la economía recuperó vigor en el segundo trimestre, creciendo alrededor de 2,5% / 3,0% desestacionalizado. Esta velocidad trimestral anualizada es superior a la tasa de crecimiento de China, en 2% a 3%, en un contexto donde nuestra inflación es 50% menor que la de los Estados Unidos. Seguimos bien.
(*) Economista.
Presidente del Grupo Hacer
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario