Por: Pablo Tigani *
“Queremos
nuestro país de vuelta, nos lo van a devolver por las buenas o por las malas” (José Perkins).
Agrego, “¿Me
preguntas a mí cual es el país que quiero que me devuelvan?, el de Alberdi, el
de la Constitución. Quiero que me devuelvan el país próspero, con ganas de
trabajar. El que recibió Perón”. No
temen proclamar su odio. La elite piensa lo mismo, pero sin atreverse a
decirlo.
Las fuentes de
las rentas descomunales suelen ser inesperadas.
En “False Economy: A Surprising Economic History
of the World”, Alan Beattie usa historias de triunfos y desastres
económicos para explicar cómo algunos países emergieron mal, mientras que otros
afloraron, y explica por qué es tan difícil cambiar de rumbo, camino a la
ruina. Y se pregunta, como muchos argentinos: -¿por qué Argentina no fue EEUU?-, y
su respuesta es simple: mientras EEUU repartió la tierra en pequeñas parcelas,
Argentina se la entregó a unas pocas familias. EEUU favoreció a agricultores emprendedores (entrepreneurs), Argentina a
terratenientes. El resultado fue que mientras en EEUU la escasez tierra exigía
innovación y creatividad, al latifundio argentino le alcanzaba con vacas,
ovejas y alambre de púa. Gran Bretaña había mostrado el camino de la industrialización, pero las élites argentinas
la impugnaron para seguir la explotación agropecuaria latifundista.
PERÓN
NO HABÍA NACIDO Y ARGENTINA LE DIO LA ESPALDA A EEUU
La
alineación de los sectores dirigentes argentinos al Reino Unido, se expresó en
la oposición al intento estadounidense de establecer una unión aduanera y una
moneda común, en la primera conferencia panamericana de 1889. Frente a la consigna esgrimida por EEUU: “América
para los americanos”, el representante argentino Roque Sáenz Peña expresaba una
posición evasiva: “América para la Humanidad”. Entre 1880 y 1914 el sistema
político norteamericano se adecuó a los cambios y las demandas de su población.
En cambio el sistema argentino permaneció obstinadamente dominado por una
minoría pancista.
Explica Beattie que EEUU hubiese sido como Argentina,
si el Sur racista confederado hubiese ganado la Guerra Civil. Al
final de la primera Guerra, las exportaciones de granos y carne se derrumbaron.
Como era de esperar, al final de los 1920s, las exportaciones habían caído 70%.
Mientras EEUU había comenzado un proceso de recambio económico, las elites
argentinas resistieron los nuevos negocios. EEUU había comenzado su
industrialización, y al final de la primera Guerra sus empresarios nacionales
invirtieron sus ahorros para quedarse con la industria europea, y así EEUU se
posicionó como potencia mundial. La
Argentina de unos pocos siguió exportando carne, cuero y trigo. Así nos caímos del
ranking del mundo de manera acelerada. Todo esto lo dice Alan Beattie, un economista “pro mercados” del
Financial Times, nadie más lejos del “populismo”.
LOS
MITOS QUE DESENMASCARO EL PROFESOR RAPOPORT
El doctor Rapoport señala falsedades instaladas en
la mente de muchos argentinos, como “la idea o el mito de que el país estuvo
en las primeras décadas del siglo XX, entre los más avanzados del mundo o que
llegó a ser, una potencia mundial”. De allí se sostiene otro mito: “que
la decadencia de la Argentina comenzó en los años 1940’, con los procesos de
industrialización, la intervención del Estado y la distribución del ingreso.
Afirma que en la comprensión de las políticas
económicas, los mitos toman la forma de contrapuntos irreductibles en la toma
de decisiones o de políticas: “endeudamiento o ahorro interno; inflación o
convertibilidad; estatización o libertad incondicional de los mercados.”
Extraño mito es el que procura imponer que la
Argentina fue el país más civilizado de América Latina. Un territorio con beligerancias
cruentas, espantosas guerras civiles con miles de muertos. Recuerde la anarquía,
recién en 1880, el país logró cierta estabilidad.
LIBERTARISMO DE AMIGOS COMO EN RUSIA
La Argentina agroexportadora se sustentaba en una
estructura socio-económica en la cual la propiedad de la tierra, estaba
concentrada en un núcleo reducido y poderoso de terratenientes. Se hizo un
reparto semejante al de la Rusia post soviética, con apoyo exterior. Los
capitales externos, ayudaron a ensamblar el aparato agroexportador con su “rentabilidad
garantizada por el Estado”.
Los argentinos ricos viajaban a Europa deslumbrando
con sus riquezas y construían mansiones, en sus estancias o en Palermo. No era
una “época dorada” para todos; como lo señala el informe que en 1904 escribió
el catalán Bialet-Massé sobre las condiciones de vida de las clases
trabajadoras en el interior del país, una parte importante de la población
vivía en la pobreza. Explica Rapoport que el modelo agroexportador, en parte venía
de la época de la colonia (mercedes reales, vaquerías, primeras “campañas al
desierto” para apropiarse de tierras de los indígenas), y continúa con la ley
de Rivadavia de Enfiteusis (alquiler de grandes extensiones de tierras públicas
a unos pocos individuos), las nuevas campañas al desierto y la venta favorecedora
de esas tierras alquiladas. Este proceso culmina con la campaña del general
Roca, eliminando definitivamente la presencia del indígena y poniendo a
disposición de un puñado de terratenientes millones de hectáreas explotables.
El Reino Unido estaba perdiendo mercados como Alemania
y EEUU, que protegían sus industrias y expandían su comercio. Este quebranto del
mercado estadounidense, fue suplido por colonias como Australia, Nueva Zelanda
y Canadá, también, por Argentina y Uruguay, sin los beneficios de las primeras.
Todos contribuyeron a proporcionar alimentos y materias primas que el Reino
Unido necesitaba para industrializar y comer.
Juan
Bautista Alberdi dijo que la Constitución Argentina “más que la libertad
política” había tendido a procurar “la libertad económica”. Hacia
1880 los gobiernos guardaban solo las formas constitucionales, excluyeron a los
sectores opositores y eligieron a sus sucesores. Existen mitos instalados en la
mente de muchos, como la idea que en las primeras décadas del siglo XX, el país
estuvo entre los más avanzados del mundo. De esta última aserción se sostiene
otro relato: “la decadencia Argentina comenzó en los años 1940’, con los
procesos de industrialización, la intervención del Estado y la distribución de los
ingresos.
Bartolomé Mitre (1821-1906) político, militar,
periodista e historiador representante de la supremacía, presidente entre 1862
y 1868, combinó una economía librecambista con la represión más cruenta de la
historia. Se calcula alrededor 5.000 muertos en un país que apenas llegaba al
1.500.000 de habitantes. Después de eso, Mitre no pudo volver, pero siguió
siendo un operador político e ideológico que en 1870 fundó el diario La Nación
(actualmente propiedad parcial de Macri, según Esmeralda Mitre).
Por lo tanto Argentina creció a principios del siglo
XX, pero es dudosa la idea de que llegara a ser uno de los países más
ricos.
VIENTO
DE COLA
Aquel crecimiento no se debió a una dirigencia perspicaz,
sino a una combinación de factores naturales y una coyuntura mundial favorable.
Riqueza de la pampa húmeda. Economía rural de pocas familias. Sub
población ligada a Inglaterra. Cliente de carne, pieles, lana y granos. Los mercados mundiales requerían productos
agrarios. Mano de obra barata de inmigrantes de Europa. Masivas exportaciones agropecuarias eran funcionales
para importar bienes manufacturados y “pedir prestado”. Todos estos factores
confluyeron en la consolidación de una elite terrateniente siempre nostálgica.
Más tarde las tres “A”, los Anchorena,
los Alvear y los Alzaga, que se codeaban con la nobleza europea, dilapidaron
sus fortunas y cayeron en picada. Entrado el siglo, fueron canjeando apellido por
sumisión hasta hoy hacia los “nuevos ricos” italianos y españoles meridionales.
Los que primero fueron pillos y pasaron a nobles, ahora habían pasado “de de
sangre azul, a paje de traviesos”.
Retomando, más gente, menos PBI per cápita con mayor
concentración, en solo 20 años llegaron a la Argentina 3 millones de
inmigrantes europeos (sin contar 1 millón de otras procedencias): de 4.123.800 habitantes en 1895 a 8.162.000
habitantes en 1915. Fuente: “El crecimiento de la población argentina”, Ramiro A. Flores Cruz. Cuando se
refiere 1890-1930 como base y; se compara el PBI per cápita con referencia a
Europa continental, se omite que el periodo incluye una guerra mundial (1914-1919)
que devastó el desempeño de los países europeos.
Entre 1890 y 1916 más capitalista, el Consumo explicaba
60% del PBI (15% menos que ahora), del cual aproximadamente 88% estaba dado por
el Consumo de pocos. El 13.5% del PBI estaba conformado por el Gasto, ya que el
Estado no cumplía las obligaciones básicas del Estado moderno: proveer salud,
educación, seguridad e infraestructura. El 24.52% del PBI se encontraba
explicado por la Inversión, que en esas condiciones aparece, como lo hace hoy
en Vietnam, Sri Lanka, Pakistán o Camboya. Las Exportaciones representaban 21%
del PBI, pero no incluía manufactura. Las Importaciones representaban 19% del
PBI. Se pagaban sueldos ingleses. Las Exportaciones superaban a las
importaciones en 11%. Claramente subsidiábamos trabajo extranjero. La tasa
de inflación fue baja desde 1890 hasta
los 1940 porque funcionaba el patrón oro mundial-y, hasta 1919 el consumo no
presionaba la demanda, porque estaba restringido a una pequeña minoría.
JUNTOS
POR LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO
Estos son otros argentinos que quieren que les
devuelvan el país previo a 1976, antes que la deuda en dólares se multiplique
por 50 veces. Cuando no existía “bicicleta financiera”, ni desempleo, ni altísima
e indigna pobreza. Cuando los que trabajábamos en una industria nacional con 1.500
obreros-en 20 millones de habitantes-, estábamos contentos de ser parte de una
empresa que exportaba electrodomésticos a 26 países, incluyendo Israel y Brasil.
Salón comedor en planta con ecónomas profesionales para que los operarios almorzaran
dieta balanceada. Escuela dentro de la empresa. Casi no había ausentismo. Recuerdo
una frase que nos emocionaba a los empleados, en la voz de Cacho Fontana: “YELMO
una empresa argentina, orgullosa de su origen”.
(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en
universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en
Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani
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