lunes, 25 de abril de 2022

JUNTOS POR EL TRACTORAZO Y LA RENTA INESPERADA

 

Por: Pablo Tigani *



 “Queremos nuestro país de vuelta, nos lo van a devolver por las buenas o por las malas” (José Perkins). Agrego, “¿Me preguntas a mí cual es el país que quiero que me devuelvan?, el de Alberdi, el de la Constitución. Quiero que me devuelvan el país próspero, con ganas de trabajar. El que recibió Perón”. No temen proclamar su odio. La elite piensa lo mismo, pero sin atreverse a decirlo.

Las fuentes de las rentas descomunales suelen ser inesperadas. En “False Economy: A Surprising Economic History of the World”, Alan Beattie usa historias de triunfos y desastres económicos para explicar cómo algunos países emergieron mal, mientras que otros afloraron, y explica por qué es tan difícil cambiar de rumbo, camino a la ruina. Y se pregunta, como muchos argentinos: -¿por qué Argentina no fue EEUU?-, y su respuesta es simple: mientras EEUU repartió la tierra en pequeñas parcelas, Argentina se la entregó a unas pocas familias. EEUU favoreció a agricultores emprendedores (entrepreneurs), Argentina a terratenientes. El resultado fue que mientras en EEUU la escasez tierra exigía innovación y creatividad, al latifundio argentino le alcanzaba con vacas, ovejas y alambre de púa. Gran Bretaña había mostrado el camino de la industrialización, pero las élites argentinas la impugnaron para seguir la explotación agropecuaria latifundista.

PERÓN NO HABÍA NACIDO Y ARGENTINA LE DIO LA ESPALDA A EEUU

La alineación de los sectores dirigentes argentinos al Reino Unido, se expresó en la oposición al intento estadounidense de establecer una unión aduanera y una moneda común, en la primera conferencia panamericana de 1889. Frente a la consigna esgrimida por EEUU: “América para los americanos”, el representante argentino Roque Sáenz Peña expresaba una posición evasiva: “América para la Humanidad”. Entre 1880 y 1914 el sistema político norteamericano se adecuó a los cambios y las demandas de su población. En cambio el sistema argentino permaneció obstinadamente dominado por una minoría pancista.

Explica Beattie que EEUU hubiese sido como Argentina, si el Sur racista confederado hubiese ganado la Guerra Civil. Al final de la primera Guerra, las exportaciones de granos y carne se derrumbaron. Como era de esperar, al final de los 1920s, las exportaciones habían caído 70%. Mientras EEUU había comenzado un proceso de recambio económico, las elites argentinas resistieron los nuevos negocios. EEUU había comenzado su industrialización, y al final de la primera Guerra sus empresarios nacionales invirtieron sus ahorros para quedarse con la industria europea, y así EEUU se posicionó como potencia mundial. La Argentina de unos pocos siguió exportando carne, cuero y trigo. Así nos caímos del ranking del mundo de manera acelerada. Todo esto lo dice Alan Beattie, un economista “pro mercados” del Financial Times, nadie más lejos del “populismo”.

LOS MITOS QUE DESENMASCARO EL PROFESOR RAPOPORT

El doctor Rapoport señala falsedades instaladas en la mente de muchos argentinos, como “la idea o el mito de que el país estuvo en las primeras décadas del siglo XX, entre los más avanzados del mundo o que llegó a ser, una potencia mundial”. De allí se sostiene otro mito: “que la decadencia de la Argentina comenzó en los años 1940’, con los procesos de industrialización, la intervención del Estado y la distribución del ingreso.

Afirma que en la comprensión de las políticas económicas, los mitos toman la forma de contrapuntos irreductibles en la toma de decisiones o de políticas: “endeudamiento o ahorro interno; inflación o convertibilidad; estatización o libertad incondicional de los mercados.”

Extraño mito es el que procura imponer que la Argentina fue el país más civilizado de América Latina. Un territorio con beligerancias cruentas, espantosas guerras civiles con miles de muertos. Recuerde la anarquía, recién en 1880, el país logró cierta estabilidad.

LIBERTARISMO DE AMIGOS COMO EN RUSIA

La Argentina agroexportadora se sustentaba en una estructura socio-económica en la cual la propiedad de la tierra, estaba concentrada en un núcleo reducido y poderoso de terratenientes. Se hizo un reparto semejante al de la Rusia post soviética, con apoyo exterior. Los capitales externos, ayudaron a ensamblar el aparato agroexportador con su “rentabilidad garantizada por el Estado”.

Los argentinos ricos viajaban a Europa deslumbrando con sus riquezas y construían mansiones, en sus estancias o en Palermo. No era una “época dorada” para todos; como lo señala el informe que en 1904 escribió el catalán Bialet-Massé sobre las condiciones de vida de las clases trabajadoras en el interior del país, una parte importante de la población vivía en la pobreza. Explica Rapoport que el modelo agroexportador, en parte venía de la época de la colonia (mercedes reales, vaquerías, primeras “campañas al desierto” para apropiarse de tierras de los indígenas), y continúa con la ley de Rivadavia de Enfiteusis (alquiler de grandes extensiones de tierras públicas a unos pocos individuos), las nuevas campañas al desierto y la venta favorecedora de esas tierras alquiladas. Este proceso culmina con la campaña del general Roca, eliminando definitivamente la presencia del indígena y poniendo a disposición de un puñado de terratenientes millones de hectáreas explotables.

El Reino Unido estaba perdiendo mercados como Alemania y EEUU, que protegían sus industrias y expandían su comercio. Este quebranto del mercado estadounidense, fue suplido por colonias como Australia, Nueva Zelanda y Canadá, también, por Argentina y Uruguay, sin los beneficios de las primeras. Todos contribuyeron a proporcionar alimentos y materias primas que el Reino Unido necesitaba para industrializar y comer.

Juan Bautista Alberdi dijo que la Constitución Argentina “más que la libertad política” había tendido a procurar “la libertad económica”.  Hacia 1880 los gobiernos guardaban solo las formas constitucionales, excluyeron a los sectores opositores y eligieron a sus sucesores. Existen mitos instalados en la mente de muchos, como la idea que en las primeras décadas del siglo XX, el país estuvo entre los más avanzados del mundo. De esta última aserción se sostiene otro relato: “la decadencia Argentina comenzó en los años 1940’, con los procesos de industrialización, la intervención del Estado y la distribución de los ingresos.

Bartolomé Mitre (1821-1906) político, militar, periodista e historiador representante de la supremacía, presidente entre 1862 y 1868, combinó una economía librecambista con la represión más cruenta de la historia. Se calcula alrededor 5.000 muertos en un país que apenas llegaba al 1.500.000 de habitantes. Después de eso, Mitre no pudo volver, pero siguió siendo un operador político e ideológico que en 1870 fundó el diario La Nación (actualmente propiedad parcial de Macri, según Esmeralda Mitre).

Por lo tanto Argentina creció a principios del siglo XX, pero es dudosa la idea de que llegara a ser uno de los países más ricos.

VIENTO DE COLA

Aquel crecimiento no se debió a una dirigencia perspicaz, sino a una combinación de factores naturales y una coyuntura mundial favorable. Riqueza de la pampa húmeda. Economía rural de pocas familias. Sub población ligada a Inglaterra. Cliente de carne, pieles, lana y granos. Los mercados mundiales requerían productos agrarios. Mano de obra barata de inmigrantes de Europa. Masivas exportaciones agropecuarias eran funcionales para importar bienes manufacturados y “pedir prestado”. Todos estos factores confluyeron en la consolidación de una elite terrateniente siempre nostálgica. Más tarde las tres “A”, los Anchorena, los Alvear y los Alzaga, que se codeaban con la nobleza europea, dilapidaron sus fortunas y cayeron en picada. Entrado el siglo, fueron canjeando apellido por sumisión hasta hoy hacia los “nuevos ricos” italianos y españoles meridionales. Los que primero fueron pillos y pasaron a nobles, ahora habían pasado “de de sangre azul, a paje de traviesos”.

Retomando, más gente, menos PBI per cápita con mayor concentración, en solo 20 años llegaron a la Argentina 3 millones de inmigrantes europeos (sin contar 1 millón de otras procedencias): de  4.123.800 habitantes en 1895 a 8.162.000 habitantes en 1915. Fuente: “El crecimiento de la población argentina”,  Ramiro A. Flores Cruz. Cuando se refiere 1890-1930 como base y; se compara el PBI per cápita con referencia a Europa continental, se omite que el periodo incluye una guerra mundial (1914-1919) que devastó el desempeño de los países europeos.

Entre 1890 y 1916 más capitalista, el Consumo explicaba 60% del PBI (15% menos que ahora), del cual aproximadamente 88% estaba dado por el Consumo de pocos. El 13.5% del PBI estaba conformado por el Gasto, ya que el Estado no cumplía las obligaciones básicas del Estado moderno: proveer salud, educación, seguridad e infraestructura. El 24.52% del PBI se encontraba explicado por la Inversión, que en esas condiciones aparece, como lo hace hoy en Vietnam, Sri Lanka, Pakistán o Camboya. Las Exportaciones representaban 21% del PBI, pero no incluía manufactura. Las Importaciones representaban 19% del PBI. Se pagaban sueldos ingleses. Las Exportaciones superaban a las importaciones en 11%. Claramente subsidiábamos trabajo extranjero. La tasa de inflación fue baja desde 1890  hasta los 1940 porque funcionaba el patrón oro mundial-y, hasta 1919 el consumo no presionaba la demanda, porque estaba restringido a una pequeña minoría.

JUNTOS POR LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO

Estos son otros argentinos que quieren que les devuelvan el país previo a 1976, antes que la deuda en dólares se multiplique por 50 veces. Cuando no existía “bicicleta financiera”, ni desempleo, ni altísima e indigna pobreza. Cuando los que trabajábamos en una industria nacional con 1.500 obreros-en 20 millones de habitantes-, estábamos contentos de ser parte de una empresa que exportaba electrodomésticos a 26 países, incluyendo Israel y Brasil. Salón comedor en planta con ecónomas profesionales para que los operarios almorzaran dieta balanceada. Escuela dentro de la empresa. Casi no había ausentismo. Recuerdo una frase que nos emocionaba a los empleados, en la voz de Cacho Fontana: “YELMO una empresa argentina, orgullosa de su origen”.

(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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