Recién
salgo del zoom (es el líder de las video-conferencias) de Atlantic Council con
Martín Guzmán, quien fue breve y contundente. Su tono pausado su inglés
aprendido y su seguridad hace que digamos “como admiramos a este joven”. El dijo
que comenzaremos las negociaciones con el FMI y que el acuerdo con los privados
puede llegar pronto. Es Ley el proyecto de Teletrabajo. El BCRA subió la tasa
de los plazo fijo y el dólar blue cerró estable en $136. Trump quiere pasar la
fábrica China a Latinoamérica. El mundo cambio.
NO
SE DE QUE SE TRATA PERO ME OPONGO
Las
empresas necesitan seguridad jurídica. Esta Corte Suprema tiene dos jueces que
aceptaron ser nombrados por Decreto, aunque eso no prosperó. Una aberración
jurídica. La justicia actual sobreseyó en casi todas las causas a Cristina
Fernandez de Kirchner. ¿En qué quedamos? Los que cacerolean la quieren sobreseída
o presa?
Aún
no se conoce el texto de un discurso presidencial de hace una pocas horas. De
todos modos hay una propuesta de campaña que ganó las elecciones y hay que
cumplir. Hoy esta incumplida, es “La Reforma Judicial”. Las encuestas de
opinión de las consultoras más importantes señalan al Poder Judicial como una
de las instituciones menos confiables. El cacerolazo “para nada espontáneo”
tiene en los mismos portales, algunos disimulados y otros en forma abierta
llamados a cacerolear. Alfonsin decía hace unos minutos que salir a cacerolear
a favor de Vicentin fue el equivalente a que en 2001 la gente hubiera
caceroleado a favor de los bancos. Ayer Diego Santilli dijo que no tenía
posición tomada, porque ni siquiera leyó la propuesta, pero firmó la oposición
junto con Cambiemos. -¿A quien “NO le conviene que haya reforma judicial?- No
lo sabemos. Pero podríamos esperar a que se conozca la propuesta para opinar.
Me parece que Sobremonte huyo con el tesoro.
En
otro orden de cosas está también la economía del “apriete”, esa tendencia a
fijar plazos y aventar puntos de ruptura. Ahora mismo mientras se escriben
estas líneas hay portales oprimiendo al Gobierno para que ceda. Las condiciones
estaban y están dadas para propagar incertidumbre y producir ganancias
especulativamente.
Ni
los pedidos de procesamientos por escuchas ilegales, ni el ministro procesado
por la causa “peajes”, ni la sorpresa que nos dio este finde la fortuna oculta
en Suiza del dueño de un diario centenario. Nada de eso remunera la noticia. La
oposición, los medios hegemónicos y los acreedores interpretan una única
partitura escrita por el establishment. Desde el principio habían instalado como
fecha límite 31 de marzo. Inclusive pusieron cifras deseadas de valor presente
y repudiaron la oferta inicial del Gobierno.
Puede
que no haya acuerdo, entonces el sistema financiero internacional, el dólar y
los bancos deberían estar listos para que los indecisos se sumen al impago. La
única forma de evitar una catástrofe global es (roll over relief) refinanciando
todos los vencimientos por todas partes del planeta, a tasas bajas en forma
permanente e ilimitada como hacen en Europa y EE.UU.
Contradiciendo
a los sortílegos y agoreros pasamos los 230 días de negociación sin contar “la
previa” (antes del 10 de diciembre). Mientras el mundo sigue expresando voces a
favor de un acuerdo: el FMI, los presidentes europeos, el consenso de
economistas académicos más destacados; algunos argentinos patean en contra y se
unen a los fondos para pedir “un poco más”.
El
Presidente y el Ministro Guzmán están convencidos que si ceden algo mas,
podrían sobrevenir trastornos sociales. Este último es un argumento inteligible
pero insuficiente. Es que a ningún acreedor le interesa distinguir entre De la
Rúa-Macri, y los que levantan los muertos que dejaron.
La etapa
recesiva iniciada en 2018 que luego se transformó en depresión fue afectando a
los agentes económicos. A la devaluación de la moneda y las empresas tecleando,
2020 sumo la pandemia. Sólo mediante moderados esfuerzos fiscales se está sosteniendo
la actividad. La pandemia se hace escuchar, mientras “cuidado conmigo” presiona
por 3 dólares más.
A
esta situación internacional y local se agregan las contradicciones en que
viene incurriendo la OMS y los países desarrollados. El Gobierno vive bajo la presión
constante de un coro: “que se mueran todos”. Es comprensible que en este
contexto la cotización del dólar informal haya seguido escalando posiciones
durante el mes de julio, si bien hizo un
descanso, el paralelo ha vuelto a transformarse en el caño de escape.
Desde
una perspectiva más amplia, puede advertirse la falta de articulación de los
intereses nacionales entre los poderes del Estado y la oposición. La
ineficiencia del sistema judicial, la limitada decisión del BCRA-que demuestra
que urge una Reforma Financiera-, reflejan la debilidad de la periferia de un
Poder Ejecutivo que parece remar en dulce de leche.
Un
párrafo aparte merece el permanente intento de la oposición por meter palos en
la rueda a cualquier iniciativa oficialista, aun en medio de una negociación tan
crucial. La mancomunidad Cambiemos sigue añorando retroceder siete décadas en
la legislación laboral y previsional. Afortunadamente la CGT cuenta ahora con un
Poder Ejecutivo aliado.
Si
bien la posición de Alberto Fernandez es sólida, porque cuenta con el respaldo
del amplio marco de la coalición peronista, con la oposición no ocurre lo
mismo. Cada vez que pueden lo taladran. El Presidente es un estratega que debe
negociar constantemente con los “poderes facticos” y apoyarse en concesiones. Según
manifestó una funcionaria clave del presidente no se puede ni pensar en
contender con la oposición en una situación como la actual. El problema es que
la oposición no está enterada. Eso es como ignorar una bala que viene de
frente.
Varios
analistas políticos de la city (también los hay) espolean al Presidente para optar
por una postura más ortodoxa. Si lo hiciera probablemente perdería parte de su
propio sustento político (Frente de Todos), y el respaldo de los gobernadores
provinciales y legisladores nacionales que actualmente lo apoyan. Si eso fuera
posible Massa seria presidente de la Nación, no de diputados.
El
problema reside en que la combinación de todos estos factores políticos
institucionales arrastra la actividad económica hacia abajo. Si se suman los
desaciertos acumulados cambiarios, monetarios y fiscales de la dirigencia anterior
(2015-2019) abruman. La magnitud del derrumbe productivo desde abril de 2018 es
fenomenal. Paralelamente, la tecnocracia vernácula y los comunicadores “sobres
salientes” reclaman un programa económico sustentable. -¿Sería como el que les
dio el Gobierno anterior?- No lo sabemos.
Estas
exigencias de presuntos libre mercadistas, son ideológicamente contradictorias.
Planificar la economía es socialista. La pauta de la actividad en el mercado no
es la creación de ningún plan o designio consiente. El mercado no está dirigido
por ninguna escala de valores ni jerarquía de objetivos como una economía de
planificación, sino que sirve a los fines independientes y diversos de todos
sus miembros individuales (Hayek). Además hay razones más importantes que las ideológicas
que son obvias. -¿Quieres asignarle una calificación a la planificación y los
programas del periodo 2015-2019?- Sin pandemia, con una oposición desarticulada
y enjuiciada, con los dos Estados provinciales más ricos... “se ha perdido una
oportunidad histórica”.
Cambiemos
demostró en 2018 que ni siquiera un presupuesto anual aprobado por el Congreso significa
mucho. Recuerde las metas: inflación 12%, dólar $20, crecimiento 3.5%. Realidad:
46% de inflación, dólar a $40 y crecimiento negativo -3%. En 2016 había
ocurrido lo mismo y finalmente en 2019 también.
La
traumática situación económica que la Argentina ha venido atravesando en los
últimos cuatro años, ha hecho perder de vista a la opinión pública el eje de la
crisis que afecta al país. Este no es otro que el mecanismo de endeudamiento y
fuga de capitales, que terminó por comprometer la solvencia intertemporal.
Además la presunción de que el Estado no iba a recuperar la cordura hizo que el
crédito que se tomaba fuera concedido a tasas exorbitantes que ahora se están
renegociando. El entorno descripto terminó desembocando en postración, la caída
de recursos fiscales por el ajuste convenido con el FMI desde 2018 agravó aún
más el cuadro.
El
default anunciado como “re perfilamiento” en agosto de 2019, más la devaluación
desordenada del peso (2018-2019), un presidente enojado frente a la monumental
derrota de las PASO, hicieron que se saltara de “modo destrucción incremental”;
a “modo Oaky, rompo todo”, destrucción radical y completa del sistema económico.
La
devaluación ha hecho que la deuda pública crezca exponencialmente y, aun
suponiendo un acuerdo de u$s 53, la relación en términos del PBI es explosiva,
si se considera la caída en el 2020 del Producto, debido al Covid-19. Como en
la Argentina tras el default de la deuda en 2019 persisten las indefiniciones
acerca del proceso de reestructuración del tramo externo, lamentablemente la
única señal que sigue trasmitiendo en vivo y en directo es “la verde”.
En síntesis,
La clase media ajena a las grandes corporaciones declina. En cuanto a la variedad
trabajadora no se preocupa por la deuda y las estadísticas, pero empieza a
inquietarse por su situación de subsistencia. Los intelectuales se truncan, la burguesía
está irritada y arruinada. El ambiente de la Republica Argentina, con arreglo o
sin arreglo de la deuda se parece mucho a una casa de locos.
*Profesor
de Postgrado y Maestrías en UBA y UADE. Máster en Política Económica
Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani
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