Con Descartes, la razón se ubicaba en el centro del conocimiento; con
Galileo, la técnica dominaba la ciencia; con Duran Barba se separaron los
ideales monetaristas de la política. Los tecnócratas de De la Rua y Cavallo
perdieron la perspicacia que tenían, convirtiéndose en rehenes de fuerzas que
los exceden y los poseen.
Los economistas neoclásicos, monetaristas, heterodoxos críticos y aun
estructuralistas; decían no entender al gobierno anterior (2002-2015).
Obviamente, no se puede leer la economía desde esas representaciones y entender
la perspectiva nacional y popular. El marco teórico no es ninguno de esos, por
eso es como tratar de leer chino con el alfabeto latino. La “particularidad” que guía a un gobierno nacional y
popular, obliga al gobernante a depender del pueblo, ser sensible a su voz y
respetuoso de sus demandas. Melconian y Sturzenegger analizaban una economía
nacional y popular, desde su perspectiva monetarista, Leiva desde su
heterodoxia critica, Lavagna desde su moderada hetero-ortodoxia. Aspiro a no
cometer ese error de aquellos que perdiendo las elecciones o siendo desplazados,
pretendían que se aplicase su enfoque económico.
La solución de la inflación que era lo mas fácil de resolver, según el
presidente Macri, se eterniza y vamos por el 4to semestre que no se alcanza el
objetivo. La meta era 1% mensual (1.9% representa un error de 90% en la meta). Según
Sturzenegger-Dujovne, la inflación, un impuesto confiscatorio que no se trata
en el Congreso y afecta más a los sectores más vulnerables era mala praxis para
un gobierno popular, pidiendo disculpas es aceptable para ellos, y la población
le ha ratificado su confianza.
Existen estos límites fiscales y externos para la segunda línea de la
tecnocracia De la Rua, lo marcan los déficits gemelos que exceden ampliamente a
los del último periodo de Cristina Fernández. Comparando en forma homogénea, cuando
uno mira el déficit fiscal-sin tomar los ingresos del blanqueo que son por
única vez-, el déficit global crece. Ya se ubicaba alrededor de 9/10% del PBI computando
el déficit provincial, municipal y cuasi fiscal, en el trimestre pasado.
En otro orden de cosas, el creciente déficit de la cuenta corriente
indica que 2017 puede terminar con un déficit externo de alrededor de 5% del
PBI. La balanza comercial ya acumula un déficit de 5.200 millones de dólares en
solo 9 meses de 2017. Solo en septiembre el déficit fue de u$s 765 millones,
contra un superávit de u$s 242 en 2016.
Déficit gemelos:
Siempre que Argentina tuvo déficits gemelos de esta envergadura, experimentamos
una crisis. En la historia contemporánea, sólo tuvimos déficits gemelos superiores
a estos en dos oportunidades, en 1975 antes del Rodrigazo y en 1981-1983, luego
de Martínez de Hoz. Hubo otras dos ocasiones con déficits gemelos con Alfonsín en
1987, terminamos en hiperinflación y, finales de Menem-De la Rua en 1998-2001 donde
aun con indicadores inferiores y menos riesgosos a los actuales, finalizamos en
default y estallido social.
¿Descarrilamiento en cámara lenta o shock?
Dos demonios acechan al neoliberalismo macrista, camuflado de
desarrollista. En este momento el déficit de cuenta corriente es el resultado
de la ausencia de la lluvia de inversión y el exceso de déficit fiscal.
Lo gobiernos de Alfonsín y la Alianza, descarrilaron en cámara lenta.
En cambio en 1975 los déficits gemelos de la Argentina intentaron ser
resueltos con un shock, por Celestino Rodrigo-Ricardo Zinn y sus muchachos (una
tercera línea de Chicago Boys-que llegaba para quedarse con la dictadura) y,
obviamente terminó afectando la gobernabilidad en pocos meses.
En 1981-1983, con todo el apoyo financiero inicial, los déficits gemelos
estallaron al cesar el financiamiento externo al mismo tiempo que aumentaron
las tasas de interés en EE.UU., generando una crisis.
En aquél entonces el ajuste se produjo con devaluación y recesión. En
1981 el PBI cayó 5.2% y en 1982 con guerra de Malvinas a cuestas 0.7%, mientras
que la inflación pasó de 105% en 1981 a 343% en 1983 (punta a punta, 433% diciembre
contra diciembre). Por último, el tipo de cambio real multilateral mejoró 233%
(punta a punta), devaluándose el peso un 70% en términos reales.
En 1987 (del plan Austral al plan Primavera) cuando los déficits gemelos
treparon a 9% del PBI, la Argentina pasó de 175% de inflación anual a
hiperinflación, alcanzándose en 1989 una tasa del 4.923% (punta a punta). El
PBI cayó 11% en 3 años. El tipo de cambio real subió 128%, devaluándose el peso
un 56% en términos reales.
Por último en 2001, al final de la Convertibilidad, aunque entonces los
déficits gemelos alcanzaron un nivel inferior al actual-6% del PBI-, el corte abrupto
del financiamiento externo llevó a una caída acumulada del PBI de un quinto en
4 años.
Como se evalúa desde el actual marco teórico, nunca resulta intrascendente
la figura de déficits gemelos recargados. Si los préstamos del exterior se atascan
y la emisión monetaria se reduce por la caída de la demanda real de moneda
local en una economía semi libre, suele suceder una crisis macroeconómica.
En esta oportunidad, si bien la presencia de elevados déficits gemelos y
exposición en dólares hace a la Argentina muy vulnerable, existe la posibilidad
de evitar un mal desenlace. Eso depende de la buena voluntad o la avaricia de
los prestamistas.
¿Qué es lo que posibilita esta valentía de los prestamistas?
La avaricia que ciega el riesgo real. La “liviana herencia”, que dejó un
bajísimo nivel de deuda pública en términos del PBI, el pago casi a los fondos
buitres pagando el máximo posible, que sentó un precedente. “Siempre pagaremos,
ya encontraremos el candidato”.
El triunfo de CAMBIEMOS debe ascendernos a la categoría “emergentes”.
Así aumentarían las probabilidades de mejorar el rating de calificación
crediticia, con lo cual se podría seguir pidiendo prestado 7% del PBI durante
2018 y 2019, dejando una pesada herencia. Los dólares en el mundo abundan, hoy faltan
clientes que paguen tasas extravagantes como las que viene sufragando Argentina.
Resumiendo: “viento de cola” financiero. Si esto se mantiene, y el mundo
lo admite-el FMI, las calificadoras de riesgo, la banca de inversión, los
bancos comerciales, las empresas internacionales deciden mirar para otro lado-;
el endeudamiento se ira tornando mas comprometido y en algún momento pasara factura
como ya lo ha hecho antes.
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