En 1975 la deuda argentina ascendía a 7.875 millones de dólares. A partir de entonces, y en forma inversamente proporcional, en la medida que la deuda iba creciendo, la economía argentina declinaba en ritmo y calidad.
Acaban de publicarse los datos concretos, y más allá de consideraciones o predicciones sofisticadas, los números lucen buenos y resultan importantes; aquel leviatán que azoto la vida de la Nación por los últimos 35 años, parece estar dominado.
Se divulgaron las estadísticas de la deuda pública de 2010, que alcanzó los 164 mil millones de dólares (u$s 1= $4). Los títulos que dejaron de estar en default tras el nuevo canje, mas las nuevas emisiones de deuda, el ajuste CER, la capitalización de intereses y otras traslaciones, blanquearon finalmente la realidad de una deuda imprecisa en alrededor de 17 mil millones de dólares. A pesar del incremento nominal, el crecimiento de la economía argentina, con estabilidad cambiaria, ha favorecido las proporciones para que descendiera el ratio Deuda/PBI de 48.8% en 2009 a 45.8% en 2010.
Estos fundamentos son apropiados y consistentes con la estrategia de desendeudamiento, y la gran diferencia se identifica analizando la composición de la deuda. Si al endeudamiento se le descuenta la fracción de títulos en manos de las administraciones-intrasector público (46,8% del total general), el peso de la deuda pública se reduce a solo 24,4% del PBI. El sector privado representa el 38,5% de la deuda pública-63.314 millones de dólares-, que representan el 17,5% del PBI. El grueso de la deuda, un 46,8%, son acreencias de agencias de Estado (que ahora perciben los intereses que otrora apreciaban los bancos y tenedores de bonos extranjeros). Por último un 10,8% son deudas bilaterales y préstamos de organismos multilaterales de crédito, y un 3,8% son deudas que presentan atrasos, elegibles para su renegociación en el marco del “Club de París”-en pleno proceso de negociación final-6.268 millones de dólares-.
Es interesante destacar la mezcla de nominación en divisas, si bien la mayor parte de la deuda (46%) está titulada en dólares (que se vienen devaluando), existe un balance, ya que (41%) está expresada en pesos. Aun computando la deuda total con el monto aún pendiente en default desde el 2001 (al improbable 100% nominal), la misma alcanzaría los 175.549 millones de dólares, lo que implicaría una reducción de 1.379 millones de dólares desde el 31 de diciembre de 2009, cuando alcanzaba los 176.927 millones de dólares.
Por último, sobresale el desahogado perfil de vencimientos de la deuda, ya que los vencimientos de capital promedio para la próxima década-2011/2020-, representan menos de 7.000 millones de dólares al año, mientras que los vencimientos de intereses promedio son de 3.800 millones de dólares anuales.
En cuanto a la coyuntura, en 2011 el sector público tendrá que afrontar pagos por 18.500 millones de dólares. El gobierno posee un “colchón” financiero generado en 2010, cercano a los 4.600 millones de dólares. Si cautelosamente sobre estimamos una asistencia financiera a las provincias, cercana a los 2.800 millones,-esto es el doble de la registrada en 2009- y, el déficit del Sector Público Nacional alcanzara 2.000 millones (-0,45% del PBI), las necesidades financieras del gobierno estarían cubiertas con el financiamiento intra sector público, dejando por primera vez sin argumentos a quienes sostienen las posibilidades un escenario de default, año a año desde 2007.
El cambio en la estrategia de financiamiento del sector publico asegura la refinanciación cuasi-automática de títulos, y la utilización de fondos del BCRA (adelantos transitorios, utilidades y reservas para el pago de deuda), a la vez que garantiza que las necesidades financieras estén cubiertas por el propio sector público, en lugar de depender de eventuales tomadores de bonos y bancos privados.
Desde el inicio de la restructuración de la deuda, los argentinos transitamos una ruta empedrada de antipatías, en cuyo avance se presentaron miles de dificultades y cientos de adversarios. Desde esa perspectiva, mirando hacia la herencia que recibe el próximo gobierno; podríamos decir que el esfuerzo de todos estos años no ha sido en vano.
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