En mayo estaremos celebrando el bicentenario de la Revolución. Haciendo un poco de revisionismo,-con perdón de la palabra-, 2.010 no se parecerá mucho a 1.910, en términos de relaciones de poder, o de festejos. Para el primer centenario, se dispusieron desfiles “marketineros”, para venderle al mundo una imagen esplendorosa de Buenos Aires. (Hoy tambien tenemos una tremenda oportunidad para el “show off”, más allá de la historia y las antinomias). Nuestra ciudad, ya por entonces pintaba como una mezcla de Paris, Londres y Madrid, en progreso permanente. Hasta nuestros días esto no cambio y, lo digo porque no recuerdo un solo comentario crítico de un inversionista, mientras lo paseo por Buenos Aires. Por el contrario, por causa de mi ciudad,-la que amo entrañablemente-, he sido siempre colmado de elogios. Ingeniero, porque no aprovecha este empleo tan lindo que Dios le regalo, y en vez de: "AUTOBOMBO MACRI", publicita la ciudad de Buenos Aires!Para introducir alguna referencia distinta de los nostálgicos de la economía centenaria, digamos que las razones de nuestro crecimiento obedecían mas a la apertura de los mercados europeos para la producción de alimentos y materias primas, que a nuestros propios meritos. (Cambiamos Europa por China e India).El esplendor de las cifras del Centenario, fue consecuencia de los procesos de industrialización de Europa, y la mejora de los progresos del transporte que abarataron drásticamente los costos.
Esta situación abrió en las economías de países como Argentina-con amplia extensión territorial y baja población-, portadora de enormes posibilidades de inversión aplicada a las actividades destinadas a producir y exportar para los países europeos. Con sesenta millones de hectáreas, extraordinariamente aprovechables para la cría de ganado y la agricultura, la región pampeana se convirtió en un atractivo europeo para el destino de sus inversiones. Como resultado de este seductor encanto para los negocios, se produce un vigoroso aumento de las exportaciones, paradojicamente al mismo tiempo, Argentina se convertiría en uno de los principales destinos del flujo migratorio de “otro tipo de europeos”. Ni ingleses ni franceses, "of course". No obstante los comentarios sin pormenores que se pregonan, es bueno explicar que el 70% del ingreso del sector agropecuario se repartía entre el 5% de la población activa ocupada en el sector y, el 2% de la población del país concentraba el 20% de los ingresos brutos nacionales totales. Para aquel histórico festejo, se enviaron invitaciones a todos los nobles del mundo, pero sólo vino la infanta Isabel de España, un rotundo fracaso del “marketing de eventos” que nunca pudo explicar la elite dirigente,-supuestamente conectada con el primer mundo, y muy influyente en el exterior, siempre-.
Digo supuestamente porque, cada vez que me toca verificar si aunque sea hoy, es cordial y llano el vínculo internacional; me doy cuenta que un muchacho sociable de clase media, tiene más amigos en una entidad financiera internacional, que los choznos de nuestros patriarcas patricios.
En aquel tiempo, aunque el movimiento obrero no era peronista, ni el secretario de la CGT un “morenito piola”, los dirigentes gremiales-que eran marxistas y anarquistas- encontraron la gran oportunidad para expresar su bronca y su verdad, ante la prensa internacional; vivían según ellos, en un país donde no todos estaban festejando.
La Federación Obrera extendió una huelga general y realizo una manifestación con mas de 70.000 personas, en plena calle Las Heras. El presidente de la Nación decretó el estado de sitio y el Congreso sancionó la "Ley de Defensa Social", con pena de muerte incluida, para los activistas sindicales. Minga de jueces garantistas!
Ambiente de huelga, represión y bronca; en el medio de un festejo con actos de sabotaje que dejaron a oscuras la ceremonia inaugural. Figueroa Alcorta tuvo que dirigir la palabra, en medio del ruido de cohetes y tiros; y un anarquista que se ato con cadenas a las rejas de la Sociedad Rural Argentina, fue el centro de atención de la jornada. Patético.
Yo no me imagino un ambiente “pro negocios” en ese contexto, y me parece que si existía seguridad jurídica para los inversores, el costo de garantizarla oscilaba siempre entre una represión feroz, y una revolución socialista o anarquista. Aquel liderazgo elitista, hubiera dado cualquier cosa por una alternativa peronista y un dirigente de la CGT,…me parece...
Así se solemnizo el Centenario de la Revolución, sumemos dos mil trabajadores detenidos, cien deportados y cien en camino para el penal de Ushuaia. Quien hubiera imaginado en aquel tiempo la foto de Alfredo De Angelis llevado preso por cortar rutas y tomar un banco, o la Mesa de Enlace desafiando al gobierno de Perón, Alfonsín o los K?
En cuatro meses, la revolución cumple dos centurias, los exportadores de materia prima añoran el primer centenario, los trabajadores que leen un poco, no tanto. El mejor homenaje argentino para aquellos fundadores de 1810, seria conseguir que muchos ciudadanos leyeran los puntos cardinales trazados por nuestros próceres. Ellos anhelaban un país industrializado, libre, soberano, con justicia social y educación; asi lo dejaron moldeado en sus manifiestos que poco y nada se escudriñan, desde que ser "el gerente" es mas importante que amar la patria.
martes, 5 de enero de 2010
Bicentenario
Publicado por
Pablo Tigani
en
16:20
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Etiquetas:
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