El plan del G20 consiste básicamente en emplear políticas públicas de estimulo a la demanda agregada. Tanto los Estados Unidos como las naciones mas desarrolladas respaldan un impulso fiscal global que tiene el objeto de agregar alrededor de 2% de crecimiento al PBI mundial. Todas las medidas están siendo implementadas de manera coordinada para lograr una rápida recuperación de las economías. Con el mismo fin, se estableció la decisión de recapitalizar al FMI, que tendrá más fondos disponibles para prestar, aunque los países emergentes no se sienten bien tratados por el FMI y, han hecho escuchar sus voces.
La regulación del sistema financiero planteada por Europa propone una agencia de rango global que regule el sistema financiero internacional para prevenir los problemas, la idea impulsada por Sarkosy ya quedó instalada oficialmente.
Los inconvenientes que continúan haciendo ruido, responden a que no todos los países del G20 tienen las mismas preferencias. EEUU tiene mayor prisa por aplicar estímulos para reactivar la economía mundial, en cambio Europa presiona por lograr en forma rápida, mayores controles y regulación financiera. Los países emergentes pelean por la supervivencia de sus habitantes.
En términos de regulaciones y política cambiaria, el G7 sin Japón, pretende mantener al FMI como intermediario auditor para controlar que el tipo de cambio no sea un instrumento manipulador. Obviamente los países emergentes rechazan al FMI, porque no confían en la igualdad de trato, la simple evaluación de su comportamiento reciente, ayuda a desconfiar de su desempeño futuro. No se puede ser juez y parte, una institución que retrocedió ante los excesos de EEUU y, presionó de manera implacable a los países emergentes, no luce como un árbitro confiable. La novedad es que Brasil, Rusia, China, India, Corea del Sur y México, aspiran a tener más peso en el FMI, lo que genera una puja en disputa de espacios de poder en el organismo multilateral de crédito.
En otro orden de cosas, una ola proteccionista avanza sobre el mundo libre, no obstante las propuestas para evitar ese camino son meramente declamatorias, ya que individualmente todos los países inducen cada día más medidas que van en esa dirección.
La puja reafirma un mecanismo básico del sistema capitalista tendiente a lograr mejoras individuales; en cambio los estímulos a la demanda mundial y las regulaciones, apuntan directamente a salvar el capitalismo, esto es obvio; sin países perisféricos en el sistema, no existen países centrípetos.
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