Los países desarrollados transitan por la peor crisis desde la famosa Gran Depresión, y aunque en los últimos 40 días algunos comunicadores y productores del marketing económico inflamen los corazones de esperanza especulativa, la realidad cotidiana desmiente ese optimismo insustancial.
La mejora en la calidad de la presentación y distribución de la información, está siendo dirigida por una Reserva Federal, hoy mucho más entrenada que cuando estalló la crisis. El Tesoro ha encontrado en Timothy Geithner-político educado- un funcionario mas efectivo que Henry Paulson-banquero, nada refinado de Wall Street-.
Existe una acción de propaganda coordinada, que consiste en amplificar los resultados positivos, y las insignificantes mejoras observadas en algunos de los indicadores. Indudablemente, un alegato apaciguador para los mercados conmocionados y sin esperanza. Estas últimas semanas, todas fueron buenas noticias, agradablemente recibidas; aunque groseramente garabateadas. Estos espacios publicitarios-sin cartel de aclaración- no serían tan peligrosos si se tratara de adelgazantes o anticelulíticos, pero resulta que la táctica empleada alimenta falsas chancees de recuperación inmediata, y decisiones derivadas de corto plazo. Incluso en esta misma semana, he saludado ejecutivos internacionales que se permiten virar en redondo, soñando con volver a situaciones idénticas previas a la debacle.
En las últimas cinco o seis semanas se recuperaron levemente los mercados bursátiles, generando una apresurada mejora en las expectativas, sin embargo los riesgos son muy elevados, y los desafíos por venir, nada fáciles. Una precaria estabilización del sistema financiero basada en pura intervención del estado, no significa en absoluto la pronta recuperación de la economía mundial.
Lo único que puedo decir, es que el marketing: ¡hop hop, arriba!, que tanto daño ha consumado mediante la formación de burbujas especulativas, se dirige ahora a calmar el pánico de los mercados financieros. La utilización del mercadeo mediante la manipulación de cifras viene dando sus frutos, pero a la postre puede tornarse en un juego aventurado y doloroso para aquellos que ingenuamente continúan respaldándose en espejismos.
La mejora en la calidad de la presentación y distribución de la información, está siendo dirigida por una Reserva Federal, hoy mucho más entrenada que cuando estalló la crisis. El Tesoro ha encontrado en Timothy Geithner-político educado- un funcionario mas efectivo que Henry Paulson-banquero, nada refinado de Wall Street-.
Existe una acción de propaganda coordinada, que consiste en amplificar los resultados positivos, y las insignificantes mejoras observadas en algunos de los indicadores. Indudablemente, un alegato apaciguador para los mercados conmocionados y sin esperanza. Estas últimas semanas, todas fueron buenas noticias, agradablemente recibidas; aunque groseramente garabateadas. Estos espacios publicitarios-sin cartel de aclaración- no serían tan peligrosos si se tratara de adelgazantes o anticelulíticos, pero resulta que la táctica empleada alimenta falsas chancees de recuperación inmediata, y decisiones derivadas de corto plazo. Incluso en esta misma semana, he saludado ejecutivos internacionales que se permiten virar en redondo, soñando con volver a situaciones idénticas previas a la debacle.
En las últimas cinco o seis semanas se recuperaron levemente los mercados bursátiles, generando una apresurada mejora en las expectativas, sin embargo los riesgos son muy elevados, y los desafíos por venir, nada fáciles. Una precaria estabilización del sistema financiero basada en pura intervención del estado, no significa en absoluto la pronta recuperación de la economía mundial.
Lo único que puedo decir, es que el marketing: ¡hop hop, arriba!, que tanto daño ha consumado mediante la formación de burbujas especulativas, se dirige ahora a calmar el pánico de los mercados financieros. La utilización del mercadeo mediante la manipulación de cifras viene dando sus frutos, pero a la postre puede tornarse en un juego aventurado y doloroso para aquellos que ingenuamente continúan respaldándose en espejismos.
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