lunes, 3 de abril de 2006
Editorial Fortuna
Se rectificó el óptimo ritmo de crecimiento de la economía argentina, la cifra final es 9.2% en 2005. En el último trimestre del año pasado, la velocidad de progresión fue de 2.1%, -tasa desestacionalizada- respecto al trimestre anterior. Este ascenso sostenido, mantiene los promedios de tasas de 2005 y 2004. El vigoroso crecimiento de la producción, caracterizado por un desarrollo de las economías regionales y por un aumento en los niveles del empleo formal en el sector privado, redujo la tasa de desocupación a 10.1 por ciento en el cuarto trimestre de 2005. El progreso ha sido equilibrado tanto geográfica como sectorialmente. Se extendieron notablemente los rubros de la construcción, turismo, transporte y comunicaciones, a la vez que se redujeron los niveles de pobreza al 33.8 por ciento y los de indigencia al 12.2. En el proceso en curso, fue sumamente importante recuperar el uso de la política fiscal como herramienta contracíclica y hoy la Argentina tiene un panorama fiscal previsible, con un superávit primario promedio en los últimos dos años del 4,9 por ciento del PBI. Este 2006 comienza con una leve desaceleración de las tasas trimestrales, no obstante con el significativo arrastre que dejó 2005 para 2006 (unos 3.6 puntos), el crecimiento del PBI se perfila en torno a 8%. Hay quienes arriesgan 9 %, mientras los datos actuales nos dicen que ya se superó el ingreso per cápita real de 1998. El impulsor más notable de la expansión económica siguió siendo el crecimiento de la demanda doméstica. La inversión, uno de los motivos de mayor preocupación, continuó jugando un papel favorable y enérgico durante 2005, alcanzando un nivel de casi 20 puntos del PBI, al crecer alrededor de 23%. La inversión en construcciones (industria madre de industrias), siguió para arriba, al expandirse 20%. En 2006 la inversión probablemente supere la marca de 1998 (21.1% del PBI) aunque continúan excusándose inversiones claves que según parece, podrían comenzar a asomar en el transcurso del presente ejercicio. Las inversiones requieren reformas estructurales, mejora de los mecanismos competitivos, respeto por la propiedad privada, reglas de juego claras y seguridad jurídica. Sin embargo para los que se aferran a los manuales neo clásicos, se confirma en la Argentina y en el mundo la definición que alguna vez engendró J.M.Keynes quien dijo: “No hay nada mas peligroso que la búsqueda de una política racional de inversiones en un mundo irracional”. Para finalizar, entramos en el trimestre número 16 de crecimiento ininterrumpido donde acumularemos 37% de suba, después de la caída del 10.9% de 2002. Dicen por allí que no somos normales ni cumplimos con las normas Iram del G7, el FMI, ni con todo el vademécum de letanías somníferas de voces de la economía karaoke. Los ministros y presidentes que supuestamente habían perdido la razón desde 2002 en adelante, pese a todo perseveran haciendo lo contrario de lo que le piden los mercados, los organismos multilaterales de crédito y los profesores neo clásicos de las universidades más cool de la Argentina, aunque los siguen haciendo con los resultados anteriormente expuestos.
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