La fuerte recuperación de la economía argentina en los últimos cuatro trimestres fue consecuencia de la implementación de políticas absolutamente opuestas a las recomendadas rutinariamente en la receta estándar del FMI. Es cierto que en aquel tiempo el contexto internacional fue muy favorable y en el presente luce más incierto. La desaceleración mes contra mes de la actividad industrial en Abril, sumado a la sobre actuación de los mercados que ya descontaron una eventual suba de tasas de los FED Funds, nos lleva a preguntarnos si estos datos inversos pueden corregir los pronósticos en forma abrupta.
Como sucede al analizar un ciclo de suba sostenida de un commodity en cualquier mercado individual, se percibe una lógica recomposición de precios y aún de desempeño, pero esto pocos lo mencionan. Probablemente esta visión vende menos que una quimera que establece incertidumbre y preocupación.
Cuando estrenamos presidente, muchas voces aparecían afligidas por un eventual retroceso del PBI, teniendo en cuenta que Kirchner encarnaba un enfoque populista, pudiendo degenerar su gestión en un descontrol fiscal y monetario con un tercer estallido hiper inflacionario y un dólar a 10, 15 o 20 pesos. Al mirar las sombrías predicciones pre electorales del PBI (que creció 8,7% anual en 2003), se puede descubrir que por entonces se enunciaban tasas máximas de crecimiento de 2% si ganaba un presidente “pro mercado”, y una caída de 2% si vencía un candidato populista. Que bueno que eso no sucedió, aunque debemos tomar nota de las incorrecciones para que el análisis no nos vuelva a llevar a tomar malas decisiones. Las fallas en los pronósticos representaron alrededor de 8 puntos del PBI en promedio, aproximadamente unos 10.000 millones de dólares.
En la Argentina el crecimiento del primer trimestre fue muy satisfactorio. Si pensamos encerradamente en el primer mes del segundo trimestre de 2004, que comenzó desacelerando el ritmo de crecimiento, aún no parece sensato asumir una actitud alarmista como la que ha comenzado a expresarse por allí.
Es oportuno analizar el perfil ideológico y el influjo de las opiniones acerca de cómo evolucionará en el futuro la economía argentina para sacar conclusiones equilibradas a la hora de tomar decisiones. Muchas de las frecuencias que emiten ruidos acerca del aumento del gasto en jubilaciones mínimas y salarios públicos, antaño morigeraban su censura profesional cuando gobiernos inconsistentes con su corriente de pensamiento, emitían dinero o colocaban bonos para seguir la fiesta, pateando para adelante las reformas que ellos mismos proponían. Aunque los niveles de actividad se estén desacelerando y las circunstancias internacionales puedan desmejorar, si la renegociación de la deuda externa prospera, la relación con el FMI mejorará y las inversiones que aún no llegaron, a su tiempo arribarán. Sea entonces esta, una visión optimista que se le contraponga a la crítica inflexible y a los presagios tenebrosos de quienes exacerban las malas noticias.
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