“Como el hombre piensa en su corazón, así es él, dice el proverbio.
Un ánimo negativo está tan establecido en la mente de ciertos economistas y analistas de mercado. Esto influye en todos los movimientos y decisiones que se toman. Es tan fuerte que, por ejemplo cuando disminuye cinco días consecutivos el "riesgo país", se asustan porque creen ver la antesala de un rebote, una subida violenta.
Algunos empresarios según las encuestas, están tan suspicaces en la percepción de su negocio, que no pueden creer que algo bueno les vaya a suceder en el curso de este año.
Una orientación mental negativa frena cualquier decisión de inversión o financiamiento. No estoy diciendo que la probabilidad de afrontar riesgos es cero.
El primer paso para confrontar los desafíos de nuestra economía es mantener a toda costa una actitud confiable en todos los frentes. Si el actual Ministro no se mentaliza en una actitud de fe, retrotraerá la situación de 36 meses de recesión sin esperanza.
Como un ejecutivo piensa, no solo así es él, así también él actúa, y enfrenta el riesgo empresario. Como un economista piensa, no solo así es él, así también asesora a sus clientes. Si tiene miedo los asusta.
¿Qué tiene que ver esto con vencer la recesión?
Todo lo que influye en el estado de ánimo de los agentes económicos entra por su mente y luego sale por medio de las palabras. La mente es el campo de acción de un estratega, o un emprendedor.
Lo que al hombre de negocios le intranquilice afectará sus sentimientos, luego estos sentimientos se reflejarán en las decisiones.
La creatividad se puede activar o neutralizar hasta la parálisis.
Es obvio que una forma de pensar negativa, da lugar a comentarios negativos que afectan las decisiones.
Hemos podido notar que una sociedad que vive amargada, está a la defensiva, y no acepta ninguna responsabilidad por el estado en que vive. Los sindicalistas, los empresarios, los políticos incluyendo dirigentes de la propia Alianza, vociferan en contra, sin adjudicarse ningún error propio. Esto es imposible si queremos encarar con seriedad la salida.
Lo único que se escucha es que todo es imposible. Se sostiene con mil razones que vamos inexorablemente ¿al default o a una guerra civil?
Desde el momento en que comienzan a circular este tipo de relatos de amenazas y descalabros, todos los integrantes de la actividad económica tienen un acuerdo tácito y actúan bajo su influencia.
La marcha de la economía se paraliza cebada por el influjo de los más célebres intérpretes que parecen competir para obtener el premio a "la pálida de oro".
Al no generarles motivación, los empresarios se niegan a proveer creatividad, además de suspender las inversiones.
Es necesario recomponer la gobernabilidad política construyendo una nueva alianza, evitar que se caiga el blindaje y obtener un nuevo desembolso del FMI, concretar el "Megacanje pagariola" despejando las dudas sobre un inminente default, cambiar el enfoque monetario del B.C.R.A. que restringía el crédito modificando los encajes, crear planes de estímulo a la demanda.
Pocas cosas han sido más desesperantes en estos años de recesión, que ver a los diferentes equipos económicos, con técnicos derrotados invariablemente por la insuficiencia de actuar en un sentido creativo.
Las actuales necesidades económicas no son tan ortodoxas como "los mercados" desearían, deben reflejar la demanda social de un pueblo agobiado. Indefectiblemente cuando se pronuncia el "no va a andar", todos los componentes de la actividad económica se ponen en línea con esa declaración. El "animal spirit" se paraliza y se niega a proveer la energía creativa y el riesgo. En cambio, si hablamos del incipiente repunte del estimador mensual industrial (EMI), además del crecimiento del índice de la construcción, podemos intentar un moderado optimismo. Tal vez así podamos creer que es posible salir de la crisis. Si no creemos estamos complicados, en cambio, para aquel que cree todas las cosas son posibles.
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