Las exportaciones argentinas disminuyeron en los primeros 10 meses de 1998 a 1999,de U$S 22.600 millones a U$S 19,300. O sea, U$S 3.300 millones menos ó (- 14%) promedio de descenso.
Por esto, abordar las cuestiones de estrategia y competitividad en el ámbito de las exportaciones, es la única forma de defender el volumen de ingresos emergentes de las ventajas competitivas para aquellos productos y servicios que enviamos al exterior.
Los expertos en estrategia, afirman que la ubicación geográfica dejó de ser un problema, por el aumento de la velocidad de los flujos de capital y la tecnología. Entonces, ¿cómo aplacaremos la influencia de la competencia global? Pues, con el diseño de una estrategia argentina.
Es necesario recordar que la rentabilidad de una actividad exportadora tiene dos aspectos: uno es el promedio porcentual de utilidades que tiene todo el gremio en el mundo. El otro es la posición en el ranking que tiene el país.
Vale decir, si está por arriba o por debajo del promedio del rendimiento internacional del sector. Existen considerables diferencias en una misma actividad en diversos países. No todos tienen las mismas posibilidades para presionar en foros internacionales como Estados Unidos, ni el poder de negociación con países proveedores de materias primas e insumos básicos como Japón. Tampoco se puede ignorar la amenaza de países competidores que subsidian productos y servicios sustitutos de los nuestros, como la Unión Europea.
Un país concede mayor atractivo para sus empresas, si les ofrece mejores precios al liquidar sus divisas provenientes de sus exportaciones, o menores costos que sus colegas de otras naciones competidoras para producir sus productos.
Las razones que determinarán tales ventajas, están ligadas a la eficacia del Estado en la optimización de recursos, por el lado operativo y las obtenidas por diferenciación en el posicionamiento estratégico, logrados por una acción conjunta permanente de Cancillería, Comercio Exterior y Empresariado.
Un sector de empresarios con vocación exportadora se reconocerá al mejorar constantemente sus costos para que una diferenciación de rentabilidad sea sostenible en el tiempo.
Es necesario destacar en 1999, que en solo cinco rubros están explicadas 70% de la caída bruta de nuestra exportaciones. Comenzando por las empresas automotrices, cuya merma en sus envíos obedece en un 90% a la disminución de facturación a Brasil. Le suceden trigo , maíz, aceite de soja y petróleo.
En unos casos se observan fuertes reducciones de volúmenes, sin significativas caídas de precios, en otros se mantuvieron los envíos a pesar de las caídas de precios.
Es más, en las exportaciones de petróleo crudo cayeron los volúmenes, pese a una recuperación de precios del orden del 16%. Es por ello, que las estrategias exitosas de países que exportan, son posibles y resultan sustentables en el tiempo, a fuerza de incentivos que despierten un interés inalterable. Para alcanzar esta visión exportadora genuina, el Estado tiene que sacrificar y afectar otros intereses.
Exportar demanda ofrecer alicientes y adecuarse a las necesidades de semejante compromiso empresarial.
Mientras los empresarios se preocupan por crear y defender ventajas competitivas frente a un producto sustituto mejor, el Estado debe otorgar instrumentos estructurales que permitan predecir si exportar será rentable, aún al reducirse precios o volúmenes como en 1999.
lunes, 27 de diciembre de 1999
lunes, 13 de diciembre de 1999
Ambito, El Comercio Exterior ante una encrucijada
Las exportaciones argentinas se encuentran ante un dilema de hierro: retomar el camino de extraordinario crecimiento, o continuar con el retroceso registrado el pasado mes de Setiembre con una disminución del 12% en las cantidades enviadas al exterior.
Si miramos en forma más amplia, en 9 meses de 1999, el total de merma es de solo –2, 6%, pero durante el mismo periodo de 9 meses en 1998, crecían +14%. Es más, las cantidades exportadas aparecen disminuyendo (aunque en números positivos) desde el segundo trimestre del año 98.
Con el nuevo gobierno se presenta una fenomenal circunstancia de intensificación. El Jefe de Gabinete designado, Rodolfo Terragno, se expresó en forma terminante en favor de un fuerte impulso a la actividad exportadora, utilizando inclusive a full el servicio de relaciones exteriores de la Nación.
En solo 9 meses este año exportamos 17.405 millones de dólares F.O.B., aunque en el mismo periodo del 98 fueron 20.600 millones. Si bien estamos muy lejos de las precarias cifras de la década del 80, todavía la actividad exportadora no genera en término de dólares F.O.B., más del 10% del P.I.B.
Entonces, ¿Cuáles son los motivos para hacer enfáticas declaraciones desde el gobierno y expertos profesionales para estimular los esfuerzos hacia esta actividad en los próximos cuatro años? Claramente, es a través de la conquista de mercados externos que se puede ampliar nuestro horizonte, en circunstancias como las de este año, que se caracterizó por tener fuerte retracción de la actividad económica interna.
Los enormes compromisos financieros internacionales, asumidos durante los últimos cuatro años, ejercen una dura tensión en términos de índices de relación comparados con el P.I.B. y nuestros acreedores comienzan a evidenciarlo.
Es con el comercio de productos y servicios, como se logra generar las divisas genuinas necesarias, para subvencionar importaciones que puedan sostener la continuación del crecimiento prodigioso, iniciado en la presente década. De otro modo y si se confirman las proyecciones oficiales, a causa de una declinación del 13% en nuestras exportaciones, estaríamos teniendo una caída aún mayor en las importaciones de poco más o menos de un 20%.
Esta posición en el presente año, que se ocasionó como derivación del peor cocktail concebible (un alucinante deterioro de los precios de nuestros commodities y una tremebunda devaluación de nuestro principal cliente, Brasil) es la que nos reclama esta reflexión.
Al presente, las exportaciones han logrado un robusto cimiento para seguir creciendo. Nuestros exportadores superaron el caduco conflicto de la alteración por la evolución entre precios internos y tipo de cambio durante los primeros años de la convertibilidad. Asimismo soportaron posteriormente recortes de beneficios promocionales, demoras en la recuperación de impuestos o reembolsos, y deficiente asistencia financiera por parte de las entidades públicas y privadas.
Ya no se puede negar que la actividad exportadora se practica en forma translúcida y sin deformaciones, con un procedimiento legal que ningún Organismo Económico Internacional podría cuestionar.
Tenemos el fundamento para establecer una estrategia propulsada por la flamante administración designada, que acomode los riesgos, ofrezca seguridad jurídica y sistémica (enunciando inmediatamente todas las especificaciones esenciales, es decir las fiscales, financieras y comerciales) para proyectar la tan deseada extensión de creación de flujo de divisas genuinas.
Si miramos en forma más amplia, en 9 meses de 1999, el total de merma es de solo –2, 6%, pero durante el mismo periodo de 9 meses en 1998, crecían +14%. Es más, las cantidades exportadas aparecen disminuyendo (aunque en números positivos) desde el segundo trimestre del año 98.
Con el nuevo gobierno se presenta una fenomenal circunstancia de intensificación. El Jefe de Gabinete designado, Rodolfo Terragno, se expresó en forma terminante en favor de un fuerte impulso a la actividad exportadora, utilizando inclusive a full el servicio de relaciones exteriores de la Nación.
En solo 9 meses este año exportamos 17.405 millones de dólares F.O.B., aunque en el mismo periodo del 98 fueron 20.600 millones. Si bien estamos muy lejos de las precarias cifras de la década del 80, todavía la actividad exportadora no genera en término de dólares F.O.B., más del 10% del P.I.B.
Entonces, ¿Cuáles son los motivos para hacer enfáticas declaraciones desde el gobierno y expertos profesionales para estimular los esfuerzos hacia esta actividad en los próximos cuatro años? Claramente, es a través de la conquista de mercados externos que se puede ampliar nuestro horizonte, en circunstancias como las de este año, que se caracterizó por tener fuerte retracción de la actividad económica interna.
Los enormes compromisos financieros internacionales, asumidos durante los últimos cuatro años, ejercen una dura tensión en términos de índices de relación comparados con el P.I.B. y nuestros acreedores comienzan a evidenciarlo.
Es con el comercio de productos y servicios, como se logra generar las divisas genuinas necesarias, para subvencionar importaciones que puedan sostener la continuación del crecimiento prodigioso, iniciado en la presente década. De otro modo y si se confirman las proyecciones oficiales, a causa de una declinación del 13% en nuestras exportaciones, estaríamos teniendo una caída aún mayor en las importaciones de poco más o menos de un 20%.
Esta posición en el presente año, que se ocasionó como derivación del peor cocktail concebible (un alucinante deterioro de los precios de nuestros commodities y una tremebunda devaluación de nuestro principal cliente, Brasil) es la que nos reclama esta reflexión.
Al presente, las exportaciones han logrado un robusto cimiento para seguir creciendo. Nuestros exportadores superaron el caduco conflicto de la alteración por la evolución entre precios internos y tipo de cambio durante los primeros años de la convertibilidad. Asimismo soportaron posteriormente recortes de beneficios promocionales, demoras en la recuperación de impuestos o reembolsos, y deficiente asistencia financiera por parte de las entidades públicas y privadas.
Ya no se puede negar que la actividad exportadora se practica en forma translúcida y sin deformaciones, con un procedimiento legal que ningún Organismo Económico Internacional podría cuestionar.
Tenemos el fundamento para establecer una estrategia propulsada por la flamante administración designada, que acomode los riesgos, ofrezca seguridad jurídica y sistémica (enunciando inmediatamente todas las especificaciones esenciales, es decir las fiscales, financieras y comerciales) para proyectar la tan deseada extensión de creación de flujo de divisas genuinas.
jueves, 2 de diciembre de 1999
Ambito, El crecimiento de las exportaciones, pese a las crisis externas
Las últimas crisis internacionales han interrumpido dos veces un proceso de crecimiento espléndido, que sumó 19 trimestres consecutivos de crecimiento al 8% promedio anual antes del efecto “Tequila”, y 11 trimestres consecutivos de crecimiento al 7,5% desde el segundo trimestre de 1996, hasta la “crisis del Vodka”.
Esta novedosa situación, opuesta a las cíclicas crisis del sector externo (anteriores al Tequila) a que nos tenía acostumbrados la economía argentina, a pesar de coincidir en sus efectos no deseados, como desaceleración de la actividad productiva que impactó con virulencia en el nivel general de ocupación y el tremendo potencial de progresión evidenciado en estos años; las exportaciones, aún con un tipo de cambio fijo y un importante recorte de beneficios promocionales, logró de todos modos un crecimiento sostenido espectacular.
Las exportaciones constituyen el tejido de obtención de divisas genuinas, y en este entendimiento, los mecanismos promocionales de soporte, deberán emplearse como herramienta apropiada de política económica, teniendo en cuenta que Argentina carece de los engranajes básicos de políticas macroeconómicas que cualquier nación del mundo dispone para promover empleo, vía desplazamientos dirigidos a aumentar los niveles generales de actividad.
Actualmente resulta indispensable atender la relación endeudamiento vs. PBI y Exportaciones vs. PBI, que es lo que realmente les interesa a los prestamistas e inversores internacionales, mucho más que el déficit del presupuesto y el gasto público.
Invertida hoy en forma simétrica la generación de ventas en la Argentina, cuando hace menos de 5 años las empresas nacionales participaban del 65% del total y las internacionales del 35% el eje de la discusión se desplazó. El fulminante proceso de privatizaciones de empresas estatales cuya participación en las ventas eran el 33%, pasaron ahora a poco más del 1%; esto nos dice: “ finalizó el examen permanente de tantos años, acerca de eficiencia”.
Esto acortará enormemente las distancias para el tratamiento del indispensable apoyo promocional a las exportaciones, a través de un trabajo ineludible y sistematizado que deberá comenzar con la nueva administración de José Luis Machinea, si es que todavía no se inició.
En todos estos años, y sobre todo en los últimos 5 años, se ha logrado desde el sector privado un indiscutible avance en aumentos de productividad y niveles de profesionalización en las empresas, logrados con mucho esfuerzo de reingeniería, con el fin último de poder encarar la captura y permanencia de mercados internacionales; tolerando a veces, disposiciones de estados y bloques económicos que elevan barreras proteccionistas, que nosotros siendo integrantes aún del club de los emergentes derribamos obstaculizando el destino de este proceso final de productos y servicios exportables argentinos.
Esta vez, estamos ante una oportunidad insuperable de establecer en forma acabada los procedimientos imprescindibles para una nación que quiera concebir a la actividad exportadora como una profesión in aeternum. Al mismo tiempo el gobierno electo debería sacar tajada y promover en los empresarios un sentido de misión de trascendencia para la comunidad, con el fin de destinar empeño y motivación en los mas emprendedores.
La formulación de un modelo claro y consistente en el tiempo, debería ser el paradigma y marco de un plan estratégico de comercio exterior, que contemple la voluntad evidenciada en la aptitud del sector privado y las necesidades inexcusables de un estado limitado en su capacidad de extender endeudamiento. Preludio anterior a otro amalgama de normas de promoción que garanticen coherencia y transparencia de objetivos. Una correspondencia necesaria para desafiar el emprendimiento exportador de largo plazo, como nos ilustran otros países, que resguardaron la continuidad, nitidez, seriedad y espontaneidad que preceden el trabajo de obtener dólares para costear una considerable acumulación de deudas.
Esta novedosa situación, opuesta a las cíclicas crisis del sector externo (anteriores al Tequila) a que nos tenía acostumbrados la economía argentina, a pesar de coincidir en sus efectos no deseados, como desaceleración de la actividad productiva que impactó con virulencia en el nivel general de ocupación y el tremendo potencial de progresión evidenciado en estos años; las exportaciones, aún con un tipo de cambio fijo y un importante recorte de beneficios promocionales, logró de todos modos un crecimiento sostenido espectacular.
Las exportaciones constituyen el tejido de obtención de divisas genuinas, y en este entendimiento, los mecanismos promocionales de soporte, deberán emplearse como herramienta apropiada de política económica, teniendo en cuenta que Argentina carece de los engranajes básicos de políticas macroeconómicas que cualquier nación del mundo dispone para promover empleo, vía desplazamientos dirigidos a aumentar los niveles generales de actividad.
Actualmente resulta indispensable atender la relación endeudamiento vs. PBI y Exportaciones vs. PBI, que es lo que realmente les interesa a los prestamistas e inversores internacionales, mucho más que el déficit del presupuesto y el gasto público.
Invertida hoy en forma simétrica la generación de ventas en la Argentina, cuando hace menos de 5 años las empresas nacionales participaban del 65% del total y las internacionales del 35% el eje de la discusión se desplazó. El fulminante proceso de privatizaciones de empresas estatales cuya participación en las ventas eran el 33%, pasaron ahora a poco más del 1%; esto nos dice: “ finalizó el examen permanente de tantos años, acerca de eficiencia”.
Esto acortará enormemente las distancias para el tratamiento del indispensable apoyo promocional a las exportaciones, a través de un trabajo ineludible y sistematizado que deberá comenzar con la nueva administración de José Luis Machinea, si es que todavía no se inició.
En todos estos años, y sobre todo en los últimos 5 años, se ha logrado desde el sector privado un indiscutible avance en aumentos de productividad y niveles de profesionalización en las empresas, logrados con mucho esfuerzo de reingeniería, con el fin último de poder encarar la captura y permanencia de mercados internacionales; tolerando a veces, disposiciones de estados y bloques económicos que elevan barreras proteccionistas, que nosotros siendo integrantes aún del club de los emergentes derribamos obstaculizando el destino de este proceso final de productos y servicios exportables argentinos.
Esta vez, estamos ante una oportunidad insuperable de establecer en forma acabada los procedimientos imprescindibles para una nación que quiera concebir a la actividad exportadora como una profesión in aeternum. Al mismo tiempo el gobierno electo debería sacar tajada y promover en los empresarios un sentido de misión de trascendencia para la comunidad, con el fin de destinar empeño y motivación en los mas emprendedores.
La formulación de un modelo claro y consistente en el tiempo, debería ser el paradigma y marco de un plan estratégico de comercio exterior, que contemple la voluntad evidenciada en la aptitud del sector privado y las necesidades inexcusables de un estado limitado en su capacidad de extender endeudamiento. Preludio anterior a otro amalgama de normas de promoción que garanticen coherencia y transparencia de objetivos. Una correspondencia necesaria para desafiar el emprendimiento exportador de largo plazo, como nos ilustran otros países, que resguardaron la continuidad, nitidez, seriedad y espontaneidad que preceden el trabajo de obtener dólares para costear una considerable acumulación de deudas.
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