En dos meses, desde febrero a abril de 2020, la tasa de desempleo se disparó al máximo de ochenta años en los EEUU. El número de estadounidenses empleados bajó desde 153 millones a 130 millones. Esos 23 millones de puestos de trabajo perdidos retrocedieron el nivel de empleo a 1999. Veinte años perdidos por la pandemia. Para retomar el nivel de febrero, hay crear 11 millones de empleos, pero en diciembre quedaron cesantes 140.000 mas. La economía ha pasado de contracción a expansión y hasta noviembre ha recuperado 12 millones de puestos de trabajo. Sin embargo Trump se convertirá en el primer presidente después de la Segunda Guerra Mundial en ver caer el empleo, habiendo logrado primero el récord de éxito hasta febrero 2020 (alrededor de 3% de desempleo).
¿Cómo
es posible que en la Argentina la ciudadanía no esté informada adecuadamente del
contexto aterrador que enmarca la situación económica?
Fue
la impericia para contener la pandemia lo que constituyó uno de los fracasos presidenciales
más catastróficos en la historia estadounidense. No podemos dejar de mencionar
que sus pedanterías y provocaciones a China desaceleraron el comercio mundial
impactando al resto del mundo. Ahora al negarse a asumir la responsabilidad de
los disturbios que le produjeron la muerte a una mujer en el Capitolio, y con tres
congresistas contagiados de coronavirus, nos mueve recuerdos y sensaciones
paralelas. Resuena la canción “Algo personal…sembrar calumnias y mentir con
naturalidad…espías, listas negras y arsenales… y la culpa es del otro si algo
les sale mal...entre esos tipos y yo hay algo personal” (Serrat).
LOS MARISCALES DE LA DERROTA
Las
insolentes ficciones y dichos indignantes sobre la letalidad y propagación del
virus: “una gripecita”, “el virus chino”, “los brasileros bucean en la
alcantarilla”, “que se mueran los que se tiene que morir”, el hecho de esconder
información de un submarino repleto de tripulantes, denigrar pueblos
originarios, difamar expertos en salud, difamar expertos en salud, y las semejantes
e incalificables convocatorias al Obelisco o el Capitolio, sus propios eventos
ilustran el grado en que estos personajes han resignado su responsabilidad para
la seguridad y la protección de la ciudadanía. La negativa a desarrollar una
estrategia nacional para contener el virus en EEUU y Brasil ha costado miles de
muertes evitables y de todos modos no pudieron evitar la crisis económica.
Bolsonaro dijo en estos días “Brasil está quebrado, no puedo hacer nada”.
Piñera tiene a los carabineros en las calles como en tiempos de Pinochet.
Frente
al colosal fracaso de Trump, Bolsonaro, Macri, Piñera, los países están sufriendo,
las familias afrontan el hambre y el desahucio. Pero hacer un balance del
historial de las presidencias Trump, Bolsonaro, Macri, Piñera, incluso antes de la pandemia deja en claro que
administrando mal la economía, desde antes que el mundo conociera la tragedia
del COVID-19. Lo de Macri fue inclusive, sin ayuda del COVID-19.
A pesar
de heredar economías sin caídas de PBI, con buen nivel de consumo, desempleo bajo,
desperdiciaron incalculables oportunidades para abordar desafíos económicos de
largo plazo. La producción y el empleo están considerablemente deprimidos, el
mercado laboral y el aumento de las dificultades económicas traerán una
recuperación desigual por la prejuiciosa-parsimoniosa aplicación de estímulos,
que aunque importantes, no fueron de la audacia y magnitud necesaria.
Recuperar
el consumo, la inversión y el empleo de los escombros que dejaron y dejaran Trump
Bolsonaro, Macri, Piñera, requerirá un aliento fiscal agresivo y programas intrépidos
de inversión pública. Para derrotar al COVID-19 los Gobiernos deberán
proporcionar todos los recursos necesarios para contener el virus y mantener a
las familias, las pequeñas empresas y los gobiernos provinciales. Es necesario
no solo aliviar el sufrimiento, sino también salvar puestos de trabajo, e impulsar
el crecimiento económico, acelerando la recuperación.
En
la Argentina necesitaremos corregir la sub-inversión pública que financió el
ajuste Macrista ofrendado al FMI-en infraestructura, salud, educación- que ha
socavado nuestra prosperidad ciudadana, debilitado la seguridad, la economía de
las familias, ampliando las previas disparidades económicas.
GOBERNANDO PARA LOS RICOS
Cuando
se vaya Trump, según estiman las consultoras privadas, la quinta parte más rica
de los estadounidenses habrá recibido dos tercios de los beneficios totales de
la ley tributaria en 2018, para el 2027 y solo el 1% superior recibiría el 83%
de los beneficios totales. Esta tendencia de ayudar a los más ricos también aumentó
las desigualdades raciales, los afroamericanos y los latinoamericanos obtienen
desproporcionadamente menos beneficios de la ley fiscal en relación con la
parte del ingreso total. La misma incapacidad de Macri, Bolsonaro y Piñera para
garantizar un crecimiento económico para el conjunto de la ciudadanía.
El
historial de imprudencia, pedantería y priorización de los ricos y amigos sobre
todos los demás ciudadanos, los une inequívocamente. Todos ellos le han fallado
al pueblo. Llegaron con el pretexto de establecer “la racionalidad política y la
racionalidad rectora” (Foucault), que los Gobiernos anteriores supuestamente no
habían tenido. Y aunque el neoliberalismo como el coronavirus ha mutado a otra
cepa, podemos partir de estos términos para comprender la manera en que llega a
gobernar como una forma normativa de razón.
LA RACIONALIDAD DEL GRAN HERMANO
La
racionalidad política es un desarrollo de Foucault donde la verdad, el
conocimiento y las formas de juicio nunca son ajenos a las relaciones de poder.
El poder no existe independiente del pensamiento. La racionalidad política es
una condición de la practica constitutiva de sujetos como el “homo economicus”,
y de objetos como “la gente”, un ensamble socio político particular de fuerzas
al decir de William Callison. Esta racionalidad política no equivale a
discurso, aunque inventan relatos y opera a través de ellos. El discurso puede detallar
un orden o acople de actos normativos que introduce a los sujetos dentro del
relato. Los cuentos se han vuelto dominantes, instalan mentiras que se
convierten en sentido común. La racionalidad rectora (no la política) opera de
modo discursivo, capturando el orden normativo en que la razón llega a gobernar
legítimamente y nos dice como estructurar la vida y la actividad, en un todo.
Este
es el más claro ejemplo de distanciamiento del concepto de soberanía que
ejercen en forma impúdica los comunicadores y ecolobistas: “Miremos a los
países serios”, dando a entender que a partir de hacer lo mismo que ellos un
país es serio, y si no hace lo qué esos países hacen, es “poco serio” o “país
inviable”. Ellos dicen cual es “la forma de vivir en el mundo” o la forma de
“caer del mundo”.
Weber
dice que hay dos tipos de acciones racionales, la que tiene arreglo a valores y
la que tiene arreglo a fines. La acción racional con arreglo a valores, aunque
siempre es irracional, nos permite elegir entre la acumulación de riqueza o la
igualdad.
La acción
con arreglo a fines son medios para obtener un valor que cargamos desde 1976:
“la eficiencia” porque la silla argentina cuando te sientas se rompe, el ajuste
frio de la planilla de cálculo para que los números cierren. Aunque haya
racionalidad instrumental, es cruel porque se apodera de todo, incluyendo los
valores. Puede ser eficiente y poderosa-poderosa en términos de poder-pero no
tiene ningún otro fin que alcanzar un objetivo, y en ese camino no tiene
restricción dice Weber, no lo dice Marx, Engels, Lenin ni Perón.
Sobresale
destructivamente, lo hemos visto en tres oportunidades en los últimos cuarenta
y cinco años. Aunque es solo un medio constituye un sistema de dominio y
reproducción automática, colocando al ciudadano bajo esa fuerza que disuelve los
valores más caros. Weber dice que el capitalismo y la burocracia comienzan como
un medio para generar riqueza y buena administración pero se convierten luego en
sistemas de dominio colocando a la humanidad en “un caparazón duro como el
acero”. Se convierten en formas de poder y racionalidad que mutan en fuerzas,
gobernando y dominando ciudadanos y países.
LA DESPOLITIZACIÓN DE LA POLÍTICA Y LA NATURALIZACIÓN
DE LA DOMINANCIA FINANCIERA – LA GOBERNANZA
Macri
utilizó varias veces la palabra gobernanza en sus peroratas. El concepto tiene
origen en las escuelas de negocios. Hace tres décadas existe una innegable fusión
entre la política y los negocios. Solo mencionar que la facturación de algunas
corporaciones internacionales supera la suma de varios PBI de países
emergentes.
Pero
no estamos seguros si Macri utilizaba el término gobernanza estando muy al
tanto de su significado, pero súper coacheado, lo intercalaba con Gobierno,
gestión, educación, tecnología. Le sucedía lo mismo cuando mencionaba a las
“instituciones”, nunca diferenciaba entre instituciones políticas, educativas,
con fines de lucro u ONG.
No existe
una definición de gobernanza, pero tal vez esté asociada a la gobernanza
corporativa un concepto ochentoso como: “la nueva gestión pública”. Tenía como
meta transferir métodos de la administración del sector privado a los servicios
públicos. Algo que fracasó en forma rotunda en el mismo lugar que se originó,
el Reino Unido. Pero Macri igual lo intentó desde 2015.
El ex
presidente era un experto en leer prólogos y tomar frases hechas, cuya
profundidad no excedía nunca los dos centímetros. Hablar de gobernanza como
“modernidad” tal vez le fuera funcional porque aplica a los procesos de
gobierno donde se propugna “un Estado mínimo”. Esta forma administrativa
primaria del neoliberalismo es la modalidad a través de la cual se crea la atmosfera,
se estructuran las restricciones y los incentivos “de la normalidad neoliberal”
El
neoliberalismo contemporáneo sobrevive gracias a la gobernanza esencial
para despolitizar la política y naturalizar
la dominancia financiera, que incide en todas las aéreas de la vida. Por lo
tanto aunque Macri ni se entera, existe una convergencia sinérgica entre la
gobernanza mundial y la razón neoliberal (parafraseando el título de Laclau “La
razón populista”). Macri solo fue un instrumento funcional que facilitó un
gobierno sin Gobierno, la práctica que mejor implementó el mejor equipo de los
últimos 50 años fue vaciar el Estado y saquear el país.
2021 EL CAMINO DE BIDEN
El
presidente electo prometió una respuesta acelerada a una serie de desafíos angustiosos,
la economía muestra nuevos signos de debilidad, la pandemia mató a más
estadounidenses que las guerras en el exterior. Mientras Washington sigue discutiendo
el asalto al Capitolio, los esfuerzos para responsabilizar a Trump por su papel
en la incitación a la violencia se reducen a la suspensión en Twitter.
Como
decíamos, el Departamento de Trabajo informó que la economía perdió 140.000
puestos de trabajo en diciembre, poniendo fin a una serie de crecimiento de
siete meses consecutivos. Biden se comprometió a actuar rápidamente una vez que
se convierta en presidente para impulsar un paquete de estímulo a través del
Congreso para brindar alivio a las personas con dificultades, las pequeñas
empresas, los estudiantes, los gobiernos locales y las escuelas.
En
la Argentina deberíamos prepararnos para seguir dando batalla sanitaria, mientras
enfrentamos las deficiencias principales de una ciudadanía fatigada.- ¿Cómo? - Generando
crecimiento, empleo y mejorando la distribución del ingreso, sin atender las
recomendaciones de la gobernanza mundial y sus patrocinios locales.
(*)
Profesor de Posgrado UBA. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en
Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani