Krieger Vasena, Alsogaray, Dagnino Pastore, Alemann,
Martínez de Hoz, Cavallo; pero Macri, llego a Presidente.
En los estudios de los regímenes políticos
latinoamericanos hay una problematización del rol de las élites tecnocráticas
en los gobiernos. Una de las reflexiones pioneras fue la del politólogo
argentino Guillermo O’Donnell en su investigación sobre el estado burocrático- autoritario. Desde sus primeras
elaboraciones, el autor utilizó esta categoría para referirse a regímenes
socialmente excluyentes, producto de golpes de estado con control y represión
de la participación política de los sectores populares, en los cuales los
actores principales de la coalición emergente son los tecnócratas de
alto nivel. Estos tecnócratas, dice O’Donnell, entran en estrecha
asociación con los capitales extranjeros. Los casos que inspiraron al autor en
su conceptualización del estado burocrático autoritario fueron la dictadura
iniciada en Brasil a partir de 1964, la Argentina de las dictaduras de Onganía
y Lanusse entre 1966 y 1972, la dictadura de Pinochet, iniciada en 1973 hasta
1990 (aunque abarcó sus primeros años), y el proceso similar en Uruguay.
Naturalmente, la dictadura cívico-militar argentina entre 1976 y 1983 también
entró en esta caracterización del autoritarismo burocrático.
Estos roles tecnocráticos serían consecuencia de la
relación entre Estado y Sociedad que emana del régimen. De esta forma, la
relación entre los roles tecnocráticos y la deriva autoritaria parece
inevitable. El ascenso de los empresarios nacionales acaba produciéndose, pero
sólo cuando la garantía de estabilidad económica y política a corto plazo ha
asegurado grandes inyecciones de capital extranjero. Esto último podría explicar
(el cómo) las inversiones extranjeras no llegan, y (porqué) se sigue registrando
una constante fuga de capitales locales.
Una
conceptualización alternativa a la de O’Donnell es la de Jorge Domínguez
(1997). Realizado años después, democratización regional mediante y ya en plena
década de reformas económicas neoliberales. Aunque no tan influyente como el
trabajo señero de O’Donnell sobre el estado burocrático autoritario, lo de
Domínguez es representativo de una camada de investigadores de la ciencia
política latinoamericanista que asumió el reto de pensar el rol de tecnócratas
y élites económicas en el contexto de un régimen democrático competitivo. Académico
de Harvard, define a un tipo de economistas, a los que llama “technopols”, que han cumplido un rol
importante en la vida política y en la liberalización política y económica de
varios países. Los “technopols”
asumen un papel de especialistas, técnicos o científicos capaces de generar y
persuadir sobre políticas, a partir de sus ideas. Permanecen políticos-economistas
agentes de cambio, si son capaces de entender la política nacional y si se les
permite ser abiertamente “pols”, sin llegar a ser “marionetas”. No es el caso al
presente, donde la intromisión de los CEOS y las vacilaciones del presidente,
presionado por “el círculo rojo” y el “Foro de Davos”, hace que luzcan empleados
públicos Senior, cuando uno recuerda los mencionados en el titulo de cabecera. Sin
que el desprestigio que llevó a los macroeconomistas a la degradación post De
la Rúa sea un obstáculo, estos tecnócratas se presentan como los otrora famosos,
“imparciales y desideologizados”-y no soportan que se les cite neoliberales-. Aparentemente
postulan políticas racionales, como decíamos, autodenominados “macroeconomistas
profesionales”, trabajan en equipo junto a CEOS que “del mismo modo que ellos aparentan
ser neutros”. Cambiemos imaginaba poder operar a través de diferentes enfoques
y aportar sus símbolos a la vida nacional, sin rigor filosófico. Lo cierto es
que en solo dos años, la escasez de convicciones es precisamente el problema.
La avenida Cambiemos es de “mano única”, aunque con unos cuantos carriles,
donde los vehículos se vienen cruzando y componiendo una inconcebible ensalada.
Estos
“seres atemporales” con alto entrenamiento técnico, dice Domínguez, han estado
allí siempre, y han participado en una diversidad de culturas y sistemas
políticos, combinando y logrando sortear la tensión entre sus conocimientos
expertos, las habilidades políticas, la administración, e incluso sus pasiones,
en una proporción necesaria para el contexto en el que se lo requiera. La continuidad
de la presencia de los technopols se
ve en el gobierno de Macri indiscutiblemente, están en la superficie Sturzenegger,
Prat Gay, Frigerio, Dujovne, Melconián, Losteau, se complementan con la “antigua
novedad” de los CEOS: Macri, Quintana, Lopetegui, Aranguren, Cabrera, Ibarra, Etchevehere; por
esa suerte de reconocimiento a sus habilidades y a su capacidad para integrar
equipos. Resquicio y reencarnación de Salimei, Krieger Vasena, Martínez de Hoz,
los hermanos Alemann, pero para ser justos, menos favorecidos por la
providencia. Esta particular mezcla de técnicos y ejecutivos de corporaciones
devenidos políticos, está vinculada a la
implementación de un espíritu confuso de reforma ordo-neoliberal “a la
colombiana” -obviamente no “a la alemana”-. Los implementadores alemanes eran
Konrad Adenauer (Canciller) y Ludwig Erhard (Ministro de Economía) con
normativa jurídica alemana, no reglas del Consenso de Washington para países
emergentes.
Lo
cierto es que los technopols, estas figuras públicas supieron hacer de la
economía y el negocio algo político. Referido a los technopols Domínguez tiene en mente, entre otros, a Domingo Cavallo,
el patriarca de la mayoría de los economistas presentes; los technopols han
hecho las políticas económicas aceptables para el público, sobreviniendo luego el
quiebre de la convertibilidad, la caída de un gobierno democráticamente
elegido, y el default de la deuda pública. La dominancia económico-financiera que
había sido experimentada en la década previa, desde el peronismo y con Menem,
se había dado en un contexto de sólidas bases de gobernabilidad política. Con
De la Rúa y la Alianza no funcionó. La pregunta del millón es:-¿Será posible lograr el éxito de la tecnocratización
y los CEOS si se resquebraja la coalición política Cambiemos?-. Porque
justamente los technopols empresarios en el ministerio de economía durante las
dictaduras, y la tecnocratización de los economistas de De la Rúa, invariablemente
contribuyeron-en alguna medida-a las crisis de gobernabilidad de la historia
argentina; la ultima de la democracia subiendo la apuesta desde el principio al
agrietar la Alianza que terminó
con la renuncia del ex presidente De la Rúa.
Mariana
Heredia-destacada socióloga-identifica en la segunda mitad de los años 70 como se
yuxtaponen procesos y fenómenos que hacen posible erigir a los especialistas
económicos en autoridades públicas: la inflación, por un lado, como un fenómeno
que desbordaba la realidad, como una especie de flagelo; y por otro, las malas
prácticas económicas y malas decisiones políticas por parte de las autoridades.
Recorrimos más de 50 años desde Krieger Vasena, más de 40 desde Martínez de Hoz
y, otra vez intentamos la receta catástrofe. La inflación no cede, la mala praxis
es denunciada aun por economistas de la misma ideología del equipo oficialista,
todo ello sin contar la alarmante caída de la popularidad del presidente,
debido a sus malas y sucesivas decisiones políticas.