Acerca
de la privatización del sistema jubilatorio se debe agregar que genero poca
cobertura, mala seguridad social en la jubilación y valores mínimos de
pensiones en promedio. Toda la sociedad en poco tiempo, producto del
desfinanciamiento[1], pago ese enorme costo, el
que gano, o ciertamente se vio beneficiado fue el sector financiero, que elevo
sus ingresos en Argentina, mientras provoco una enorme pérdida para la
sociedad. A modo de mención, luego para evitar pobreza en la vejez y asegurar
un nivel mínimo de seguridad, fue necesario crear un sostén público, que
actualmente tiene un componente de redistribución importante que instalo un
elemento de moderación intergeneracional que evito relativamente la pobreza de
jubilados y pensionados. Por ultimo es necesario destacar que el sistema de AFJP tenía altísimos costos de
transacción, y en 2001 había invertido en papeles del estado, que a la postre
embauco a los beneficiarios con una exótica cantidad de instrumentos que
incumplió en el pago, viéndose mermados
los ahorros de los futuros jubilados por la restructuración de la deuda local
(primer tramo: realizado por Cavallo en forma compulsiva en 2001), y luego la
devaluación del peso. Esta narrativa del gasto publico extravagante que asfixia
la actividad privada se interiorizo como certeza en la ciudadanía y debilito
las políticas de oposición de los tradicionales partidos progresistas. Hasta el
punto, que ya en las elecciones de 1999, estaba el acuerdo de una continuidad-de
seguir con la Convertibilidad-prometida por la Alianza, fue el FREPASO que optó
por no enfrentarse al relato neoliberal, no se sabe si porque se compartía
parcialmente con o desde la UCR o porque, estaban convencidos que era una
batalla política que no podían ganar. Es que los tecnócratas insertaron una
ficción en el ámbito político que fue decisivo en condicionar sus posiciones
políticas, a través de la conciencia fabricando consensos, hasta el punto de
manipular el Congreso para delegarle poderes extraordinarios a un ministro de
economía[2].
Esa capacidad de los tecnócratas de establecer temores, una imperiosa necesidad
de establecer la austeridad del gasto social como algo necesario para la vida
en democracia, fue un instrumento decisivo en la arquitectura de lugares
comunes desde las que se construyeron los relatos que articularon la hegemonía
ideológica y cultural del poder. El peso que han adquirido hasta hoy mismo los
organismos económicos globales, las universidades estadounidenses y sus
egresados para homogeneizar un discurso político que desnaturaliza y tergiversa
sistemáticamente los hechos políticos y económicos intensificaron también el fenómeno
en la región, lo extraño es el modo en que los medios y la académicos de
centro-derecha ignoraron completamente lo que escribían intelectuales
progresistas, hasta el punto de considerar extravagante a todo otro espacio de
opinión (Pensamiento único-Consenso de Washington) mientras parecería que
incentivaba universidades, alumnos y redacciones de medios a no tenerlas en
cuenta en absoluto. Pero lo más preocupante es cómo ese relato neoliberal hizo
callar al FREPASO (miembro del gobierno de la ALIANZA) desaconsejándole
enfrentarse contra la tecnocracia.
[1] Ver estadística
descriptiva de caída de ingresos del sector público, como consecuencia de la
desfinanciación previa, y el grado de vulnerabilidad en que los recursos
genuinos fueron afectados, cuando el financiamiento externo se retiraba.
[2] Carlos
Gervasoni, Crisis política y crisis financiera en el Gobierno de la Alianza en
la Argentina (1999-2001) Universidad Católica Argentina / Universidad
Torcuato Di Tella / Universidad del CEMA. Visiting Resource Professor at LLILAS/UT-Austin. October, 2002,
cuadro 5, Pag.26
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