El campo ha realizado la mayor “movilización social” desde la muerte del ex presidente Perón. Aproximadamente 300.000 personas, un 12% de los concurrentes que asistieron a recibir a Perón a Ezeiza el 20 de Junio de 1973, cuando el país poseía aproximadamente la mitad de la población actual-Si se compara con la población de 1973, la expresión sería del 6%.
Las plataformas de la reclamación, están acompañadas por todo el arco opositor, De Angelis le otorga al gobierno un par de días para que se convoque a una nueva ronda de diálogo. Los dirigentes de las cuatro entidades ya no controlan a sus representados, y difícilmente puedan apagar el anti peronismo, verdadero motor, encendido hoy a la altura de los peores momentos de los desencuentro argentinos. El objetivo era lograr que el oficialismo y los Kirchner se intimidaran ante semejante demostración de enfadado. En primer lugar, es difícil que el staff del actual gobierno se someta a ultimatums como por ejemplo: “si en las próximas horas…”, porque no se trata de una negociación entre iguales, sino entre el gobierno nacional (Autoridad) y un sector de la economía, fuerte y tradicional; pero no representativo del universo de los problemas nacionales como se lo pretende mostrar.
Esta claro que los promotores del conflicto no son los dirigentes cooperativos del agro, y es difícil descartar una operación de desestabilización, como las que el peronismo y el radicalismo acostumbraron recibir en sus diferentes periodos. Al cumplir los tres meses de gobierno, las cerealeras que manejan el nivel de ingresos de divisas mas fuertes del país, y la SRA lanzaron el paro del campo más descomunal y prolongado de la historia argentina, en el mejor momento de sus negocios; manipulando a los pequeños productores rurales, apelando al costado mas sensible del ser humano: el interés, el bolsillo. A la SRA, le importa poco la suerte de los pequeños productores, a quienes el gobierno peronista (Duhalde-Kirchner), le pesificó la deuda y prolongó indefinidamente una ley para que no le rematen los campos hipotecados a favor del Banco Nación, Provincia-y otros privados- en 2002/2003, haciéndose cargo toda la sociedad argentina del costo de la diferencia del dólar de 4 pesos de aquel entonces, ya que el país no pesificó con los organismos multilaterales de crédito. En Mayo se sumó el establishment internacional-abochornado por cinco años de desaciertos en sus pronósticos catástrofes-, medios que le representan como The Economist o el New York Time que tituló: “Tensión en el modelo Kirchnerista”; y por supuesto sus aliados locales-lobbistas-, que promovieron sin razón macroeconómica alguna, una salida de dólares y de depósitos, que produjo una sensación de crisis “corralitesca”, sin que ello respondiera a ninguna situación seria, sino a una cadena neurótica de correo electrónico.
El enfrentamiento ideológico a un perfil de país distinto está desenmascarado, sin dejar de destacar que el gobierno tiene sus propios errores, que no son pocos.
Podríamos mencionar la soberbia del poder que no concilia ni con los que están a su favor, una organización administrativa aldeana, desconfiada y patronal, de enfoque estanciero choca contra una figura simétrica en el espejo. Es decir todo igual, pero al revés. La raya del peinado está a la derecha y el reloj también.
El conflicto con el campo sigue abierto, por inhabilidad, inflexibilidad, cerrojo intelectual, incluyendo a las soluciones de aquellos que apoyan.
Al pasar el tiempo, el riesgo es que cualquier concesión sea exhibida como una manifestación de debilidad política caricaturesca,-recuerde el muñequito de De la Rua y a Marcelo Tinelli burlándose de la investidura presidencia-l. La prolongada protesta hizo evidente que la apelación al individualismo ha crecido más que proporcionalmente frente a la tradicional solidaridad criolla en estos últimos lustros.
La compra de dólares y retiro de depósitos, es claro que ha sido una actitud influenciada por los consultores lobbistas que actúan en forma de servicios de sus propios intereses y el temor de los ahorristas, quienes atemorizados por el exceso de mala onda profesional, intensifican el clima de tensión política. La intranquilidad que se vivió en el mercado cambiario y financiero confirma la operatoria de siempre. “Especulen contra el peso”, lo dicen en conferencias privadas los conferencistas que a las empresas, contradictoriamente le gusta escuchar. Empresarios que viven del consumo y la producción, regodeándose o masoqueándose, escuchando calamidades apocalípticas de consultores asilados.
Existe un riesgo, y este es el deseo de tirar mucho de los flecos, de quienes no entienden que este gobierno no se va en un helicóptero, ni anuncia “felices Pascuas”.
La realidad es que existe una combinación de soberbia del gobierno e intransigencia lisa y llana de la protesta, todo esto ha creado la crisis más improcedente e inexplicable. Tres meses de empresarios pequeños, medianos y grandes cortando rutas, no es algo fácil de explicar en el exterior. No son obreros metalúrgicos, ni portuarios. El riesgo hacia adelante es que la gente se siga contaminando con la teoría de la catástrofe, lo que no hará más que incrementar los temores e incertidumbres.
A esta altura del conflicto, es difícil sacarle un compromiso al gobierno para un acuerdo.
El gobierno no es un gobierno “Radical” UCR, ni la coyuntura es la misma. Con todos los indicadores en alza por varios años, no está hoy en condiciones de rendirse en forma incondicional. Existen actores e intereses (que no son los que la gente ve en los medios, ni son todos los periodistas), que incitan a los que ponen la cara por las retenciones. Los argentinos "pro shock", repiten que el diálogo se ha hecho inviable, para imponer condiciones que las urnas no avalaron, para generar la sensación de un empate político entre el poder legítimo y un sector del país. El oficialismo tiene el mandato popular intacto; el conflicto se agravará si existen nuevas presiones. A las históricas usinas perturbadoras de la democracia se le opondrán resueltamente-hoy desde el poder-quienes pueden contar su propia historia de supervivencia en años difíciles, gente que pasó años de cárcel, secuestros y persecución; esta gente no teme.
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