sábado, 10 de diciembre de 2005

Fortuna

Visto desde Chicago, alumbra un ambiente exterior estupendo para la Argentina. Se advierten escasos riesgos y el principal enigma que tenían aquí los analistas y operadores de commodities en la CBT, quedó disipado. Este acertijo consistía en conocer cual sería la orientación política y económica de la segunda mitad del mandato presidencial. Los rumores eran bastante controversiales, aunque nadie dudaba que Lavagna saliera de su función. En estos años, el ministro de la reestructuración de la deuda estimuló la actividad económica todo lo que pudo, sin afectarle los sobresaltos por los índices de precios. No obstante Lavagna, siempre estuvo tratando de prevenir una aceleración desmesurada que se llevara puestos los logros obtenidos durante su gestión. Probablemente si la inflación se hubiese instalado en un avance más peligroso, hubiese intervenido en forma rápida, aunque templada. Recordemos que Lavagna se inició en la tercera línea del ministerio de economía del gobierno peronista (1973), a quien la inflación, entre otras cosas, lo hostigó todo el tiempo y fue una clave del desbarajuste económico de aquel entonces. La reemplazante de Lavagna, es una economista con los mismos rasgos y visión que el ex ministro, no por moderada y de bajo perfil es menos prevenida. En cuanto a los niveles de actividad, la ministro está muy interesada en que se mantenga el actual ritmo de crecimiento, sin dejar de aplicar sujeción a los estímulos de la demanda agregada. Felisa no va a tomar ningún riesgo de que la inflación se le desboque, ni tampoco se va a poner tan ortodoxa que va a paralizar la economía. Más bien, la ministro va a monitorear el ritmo de crecimiento y a la vez, va a hacer lo posible por desacelerar la tasa de inflación de sus actuales niveles. Claramente la dupla Kirchner-Miceli ha de seguir impulsando el gasto agregado para bajar la desocupación y la pobreza, vía reactivación de la economía. A nadie se le ocurra que este gobierno puede subir las tasas de interés y aumentar los impuestos para bajar la inflación. Por la extracción de Felisa, una inflación anual en torno al 12% claramente no será un problema más grave que la falta de agua potable en Santiago del Estero. Solo los que no entienden que el actual es un enfoque productivista y social, pueden pensar que Felisa se está equivocando, cuando en realidad, está haciendo lo que bien le parece y aquello en lo cual ha creído toda su vida. A criterio de Felisa, si los niveles de inflación son inferiores al 15%, esto no afectará la tasa de crecimiento del PBI, que en el sector privado se proyecta off the record en orden al 7% para 2006. Probablemente entonces, haya más precios concertados, aumentos de retenciones y menos reintegros a las exportaciones. Felisa no va a hacer nada por mesurar la demanda doméstica, es por eso que en otro tejido conjetural, desde el enfoque no productivista, ha crecido la sospecha pertinaz. Muchos refractarios expresan preocupación por los controles de precios y las jactancias presidenciales. La verdad es que las advertencias del presidente a los productores y a las “grandes superficies” no ayudan en nada, la exaltación turbulenta en democracia, luce intolerante. En conclusión, la situación económica en general no dependerá de cómo evolucione la tasa de inflación (entre 12 y 15 por ciento), aunque hoy por hoy, a falta de otro riesgo, es el principal factor de arremetida de los irreconciliables.

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