En los últimos años la Argentina ha sufrido una avalancha de vicisitudes fenomenales que distorsionaron la vida del sector privado y consecuentemente, paralizaron la iniciativa emprendedora de las PyMEs.
La inhabilitación virtual en términos de protagonismo privado y la magnitud de los desequilibrios del sector público, hicieron imposible llevar adelante un plan mínimo de transformaciones que pudiera dar nivel internacional a la pequeña y mediana empresa.
Los elevados niveles generales de desempleo fundador del fenómeno piquetero que nos acompaña desde mediados de la década del noventa, son la manifestación más significativa y dolorosa de muchos años de destrucción de empleo que desembocó en una caída del PBI de una magnitud inigualable (4 años de recesión y depresión -2T 1998/ 2T 2002).
Mucho se ha hablado de las causas que nos llevaron a esa situación y claramente no todos nos ponemos de acuerdo, pero en definitiva la deducción más elemental y neutra por la cual tenemos altos niveles de desocupación y sub ocupación, es que nos faltan puestos de trabajo y fuentes de empleo. Para atacar esa imperiosa necesidad insatisfecha debemos mantener a toda costa las actuales tasas de crecimiento, para que prosperen las empresas y se genere más empleo. Fundamentalmente necesitamos desarrollar y consolidar en forma extraordinaria la creación de nuevas pequeñas y medianas empresas, que son las que demandan mas empleo proporcionalmente.
Las PyMEs son por si mismas una filtro de equidad social que desafía las desdichadas tendencias a la concentración del ingreso que hemos experimentado en el pasado reciente. Para las economías regionales, el desarrollo de la Pymes es un asunto medular para poder mantener a su población y garantizarle adecuados niveles de ingreso, como estamos comenzando a ver, por ejemplo en las provincias donde despunta una insipiente marcha hacia la capitalización que acompaña el boom de la soja. Si no prospera esta visión, los argentinos dedicados a la recolección de cartón y botellas descartables seguirán agolpados alrededor de los principales centros urbanos, tratando de subsistir de una manera precaria e injusta en un país con un potencial colosal.
Las empresas de tamaño sobresaliente, ellas también necesitan una red de trabajo de proveedores PyMEs en quienes desarrollar la tercerización (out sourcing) de los procesos que no agregan valor.
Todo parece indicar que el actual gobierno y la sociedad están prestando atención a estos problemas y necesidades, después de mucho tiempo de espera. No obstante para que no se frustren los primeros resultados de sustitución de importaciones y exportaciones argentinas, los emprendimientos que se están gestando deben se encauzados y alentados convenientemente. También las PyMEs permanecieron relegadas por la aplicación de criterios macroeconómicos cuantitativos que sostenían su ineficiencia y baja productividad, hoy pueden conjeturar que aunque los recursos son escasos, la prioridad actual es el enfoque cualitativo y social, una economía con gente parece ser la pauta que prevalece.
El papel que está llamado a cumplir el empresario Dime en el futuro del país en los próximos diez a quince años es crucial. Por tal motivo, la problemática actual de la transición a una economía diferente, nos ha motivado a convocarnos a un grupo de especialistas que vamos a examinar todos los tópicos tendientes a fortalecer y dar soporte a este valioso sector. Desde la investigación internacional de las políticas e instrumentos adecuados, como la articulación imprescindible que el sector público debe tener con el sector privado. Las mejores prácticas de Gerenciamiento y novedades de fomento, líneas de crédito, promoción de exportaciones, ferias y mercado potenciales, serán algunos de los temas a tratar para este apasionante sector de la vida del país.
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