La coalición de 21 países creada por Brasil, se opuso firmemente a los subsidios agrícolas europeos y estadounidenses. La liga formada es amplia e involucra nada menos que a China e India, dos países con muchos habitantes y tasas de evolución y operaciones, más que significativas. Otros estados pobres, pero de África, aunque se perjudican como los mencionados, no comparten la postura guiada por el propio líder de las reivindicaciones. Las naciones insumisas en Cancún no ganaron más que insistencia, ya que la discusión no reportó resultados concretos y todas ellas siguen sin lograr las ventajas comerciales que tanto anhelaban.
En la otra parte, las dos Uniones se sulfuran e indignan, ya que no están acostumbradas a ser presionadas de ese modo por países agrícolas periféricos. Mientras tanto, las negociaciones comerciales se mantienen moribundas.
La OMC no concentra el mandato del G7, que se presenta unido en los organismos multilaterales de crédito. Los casi ciento cincuenta miembros de la OMC tienen poder de veto, y como vimos, ninguno está de acuerdo en términos de intereses y reclamaciones.
Los bancos e inversores internacionales acreedores, compraron bonos de muchos de estos países pobres, devengando ganancias engañosas a la hora de percibirlas. Una trampa amenaza con generar situaciones de default por asfixia, si esto continúa sin resolverse.
Los países emergentes que contrajeron deudas en divisas extranjeras, ya que no pueden acceder a nuevos mercados, deprecian la moneda local para mejorar la competitividad de sus exportaciones y así vender más volumen en sus plazas tradicionales. Simultáneamente la deuda les estalla en default, como consecuencia de que se les multiplicó el monto de las amortizaciones de capital e intereses en forma consistente con la devaluación operada. Por supuesto, antes de que todo esto se precipite, los capitales más sagaces que saben anticipar las crisis, han huido para evitar la catástrofe que se avecina.
Luego de 25 años de escuchar la perorata anti subsidio para sectores de baja productividad en Argentina, los países ricos están empleando cada año, el equivalente a dos veces la deuda externa, para beneficiar a sus agricultores.
En este momento donde, en forma concurrente, nuestra industria textil está resurgiendo desde las cenizas y el sistema financiero sigue con patrimonio neto negativo; los países ricos nos ofrecieron en Cancún, liberalizar el negocio textil, a cambio de recibir concesiones para sus servicios financieros.
Claramente en el mundo, las Mega Instituciones representativas están en crisis; en todas ellas sobresale la incoherencia, podemos verificarlo en cada episodio internacional. Una crisis de creatividad y coordinación macroeconómica de magnitud, ha invadido la conducta de las supra organizaciones.
En síntesis, nos encontramos ante un corralito global, donde se bloquean los accesos de los mercados de bienes a los países deudores, mientras se diluyen los activos de los inversores y bancos desatentos.
En medio de esta oscuridad, raya el alba en dos jugadores internacionales muy importantes. Estados Unidos y el establishment industrial de Tokio, se pronunciaron en forma separada pero coincidente, diciendo que en el futuro, unos no se martirizarán más, participando de esos grandes foros comerciales (USA), y otros anuncian directamente encarar la vía de los acuerdos bilaterales (JAPON). Parece ser éste, el espacio para la salida más viable. Concretamente para la Argentina, quien debe encarar en forma consistente con la estrategia de multipolaridad, un plan táctico de acuerdos bilaterales que dinamice nuestro comercio. Esto nos permitirá pasar, de la sátira de los grandes foros, a la materialización específica de vender bienes y servicios.
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