Por: Pablo Tigani*
Trabajó con su
familia desde la adolescencia. A los
veinte años tomó unas fotos de su tienda de Villa Crespo, armó una carpeta y
compró un pasaje a EE.UU. Cuando volvió era representante de Frigidaire,
Kenwood y Chess Challenger, mientras tanto, las grandes empresas lo observaban
con desazón. Scioli interrumpió sus
estudios por los negocios, el deporte y la política después, sin embargo se graduó.
Aspectos de su perfil
Empresario, perseverante,
resiliente, gran jugador de ajedrez, tiene potrero y barrio. Conoce la dinámica del sector privado.
Los tópicos suyos son los que suelen ser palpables para el ciudadano de a
pie: empresas, consumo, producción, precios, clientes, proveedores, hogares e individuos.
Una carencia muy extendida en los
funcionarios del área económica de todos los gobiernos. Sobre
todo de aquellos funcionarios políticos que creen que un “empresario se parece
a Macri y su entorno”. Pues no. El 99.99% de los empresarios no se parece a Mauricio
y su biósfera. No entraremos en detalles.
Scioli no estudió
en una universidad de la “Ivy league”, cursó
sus estudios en una facultad argentina de clase media accesible. Allí donde los alumnos “estudian y,
trabajan”. La entidad que provisiona gerentes
de carne y hueso para la economía real, no imaginaria, no fantástica o “divina, viste”. La de los gerentes
que huelen pintura en plantas industriales, sufren la falta de financiamiento y
pagan quincenas.
La prensa lo
conoce como motonauta argentino (campeón mundial 1991) o político, pero antes
de los 30 años de edad ya era uno de los 10 empresarios más grandes del sector
electrodoméstico-entre 16.000 comerciante de artefactos para el hogar-.
Comprando y vendiendo.
En nuestro
sistema, los bienes que adquirimos y la forma en que los utilizamos inciden
profundamente en cómo vivimos nuestra vida diaria. Bastarían estas observaciones para justificar la importancia que los
Gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez le dieron al desarrollo del
mercado interno desde 2003. A nivel macroeconómico sabemos que los
consumidores influyen colectivamente en las condiciones socio económicas y, en
países como EE.UU. más del 70% y hasta casi el 80% de la tasa de crecimiento
del PBI lo explica el consumo. En la Argentina el peso del consumo es muy parecido
a EE.UU., aun sin crédito.
DE LA TIMBA A LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO
En 2019 el contexto
de cambio consistía en volver a pasar de una economía financierizada a otra de producción
y trabajo. Eso solo resultaba un gran desafío, sin contar el endeudamiento, el
desempleo, la recesión, la inflación y la caída de más de 10% del PBI per
cápita (Fuente: Sturzenegger). La economía argentina parecía encontrarse en una
situación irreversible en diciembre de 2019. Desde el entorno hostil del
programa 2018 con el FMI, los abultados vencimientos de deuda con el sector
privado-en dólares-Mauricio Macri supo endosar una bomba de mecha corta al
Presidente Alberto Fernandez. Sobre llovido mojado llego la pandemia. Por eso hubo
que redefinir los modos de actuar y de pensar que tenía previsto, que fueron muy
útiles en 2003-2015, otro escenario.
LA PANDEMIA
En el marco de la
pandemia, las prioridades se vieron modificadas. Hubo que observar un mayor
nivel de conciencia en los valores y, en el impacto que tienen las decisiones
sobre la vida de los demás. El sentido
de la vida, tanto a nivel personal como gubernamental habían sido cuestionados
por Cambiemos y el COVID. La devaluada Secretaria de Salud que se había
vuelto Ministerio con Alberto Fernandez, fue premonitoria. Esta reflexión
vital, no es ajena a ningún ambito. La
gran protagonista se llamo “solidaridad”, con fuerte evidencia de mayor empatía
del nuevo Gobierno hacia la sociedad.
¿Qué hubiera sido de los ciudadanos con quienes razonan
que hay que entrar al GBA con metralla y dar libertad para elegir morirse de
hambre?-¿Cómo hubiera sido el “hacer lo mismo pero más rápido”?-Dios nos
guardó de un Armagedón propio. Hubiéramos vivido el anticipo de la
gran tribulación. Dios no es argentino, pero en 2019 nos mostró su inefable amor.
Alberto Fernandez TUVO QUE APRENDER E IMPROVISAR AL MISMO TIEMPO
Flexibilidad,
aprendizaje continuo, equipos multidisciplinarios, para reforzar la misión y
los valores. Había mucha inestabilidad macroeconómica interconectada. Todo
podía caer como un piano o fichas de dominó. Tras la pandemia amarilla llegarían
una serie de colisiones imprevistas a gran velocidad. No había claridad en la
relación de tantas discontinuidades. En diciembre 2019 la situación era
humanamente definitiva. Si en marzo 2020 existía una posibilidad de hacer algo,
el COVID ya no daba ninguna seguridad de cómo podrían devenir los cambios para
revertir el naufragio macrista. Cambios constantes, ruptura de la causa efecto,
múltiples interpretaciones de la pandemia parecían saber que podía ocurrir,
pero no de qué forma. En solo tres meses hubo que adaptar la estrategia
para superar los nuevos desafíos. En ese entorno dinámico era importante no solo basarse en los hechos y la
experiencia, sino también en los errores. Se requería creatividad y velocidad de adaptación. A
ningún país del mundo le fue bien en la pandemia.
COCTEL DIABÓLICO
Coronavirus a nivel global, cuarentenas que
significaron caídas de la actividad sin antecedentes a nivel mundial. En la
Argentina veníamos de políticas fiscales y monetarias extraordinariamente contractivas,
cuando de repente se necesitaban estímulos a la demanda agregada. En 2020 y 2021
los gobiernos del mundo que venían con tasa de interés casi cero por 12 años y
aumento del gasto constante, aplicaron estímulos cuantiosísimos para atenuar el
golpe en los ingresos de las familias y las empresas, que seguidamente
impulsarían al alza la inflación en 2022.
Ahora la economía global esta convulsionada por la pandemia, mas la
guerra que provocó el alza de los precios de alimentos, combustibles y materias
primas. El renuevo de contagios en China
y los amplios confinamientos para circunscribirlos afectan las cadenas
de suministros, el crecimiento de China y del resto del mundo.
Como consecuencia de lo expuesto, se cayó la economía global, hundiéndose
a la mitad de su ritmo de crecimiento potencial, mientras que se aceleró forzosamente
la inflación mundial, llegando a su nivel más alto en los últimos 40 años. La oferta agregada no pudo
aumentar al ritmo de la mayor demanda agregada. Hubo saturación, retrasos
en las entregas, aumento de fletes y escasez de insumos clave.
En síntesis, la guerra estimuló enérgicamente los precios de commodities energéticos y
agrícolas y el impacto inflacionario de los cierres por Covid en China, más el
corte de las cadenas de suministros. Así, en medio de la pandemia y la debacle
2015-2019, se compuso una combinación inaudita.
LA MARCHA
DE LA MACROECONOMÍA
Antes del acuerdo con el FMI la incertidumbre era absoluta. El acuerdo
con el FMI y la puesta en marcha del plan económico consolidó la política
económica del Gobierno, que supone una corrección muy lenta y extremadamente
gradual de los desequilibrios. Un plan económico flexible, viene evitando
la implosión 2015-2019, desde aquel frustrante desempeño económico:
estanflación con endeudamiento, desempleo y desplome del salario real.
Afortunadamente, la ilusión se encendió tras el anuncio del plan que vino
con el acuerdo con el FMI, y el Gobierno continuó con su perspectiva política
económica, creciendo mes a mes. Lamentablemente hoy la aceleración de la
inflación inercial de 2019-el doble de 2015- y las condiciones mundiales no
ayudan. Aunque la Universidad Di Tella (UTDT) a nivel nacional, y tomando el promedio de la
distribución de respuestas dice que la inflación esperada para los próximos
doce meses sube a 58,4%. Mientras que la mediana se mantiene en 50%.
La Argentina podría no cumplir con las metas cuantitativas e indicativas
del segundo trimestre 2022. Por ello el FMI prepara una recalibración de las
metas trimestrales, manteniendo las metas anuales. Ello implicaría condiciones
más flexibles para el segundo trimestre.
El próximo desembolso entraría a comienzos de julio. Pese a las
probables inobservancias, el país continuará recibiendo los desembolsos, y el
FMI estará otorgándonos todos los “waivers” que sean necesarios por los
incumplimientos. La entidad no querrá volver a empujar a la Argentina al abismo,
como lo hizo en 2001.
¿Cómo LLEGAMOS HASTA AQUÍ?
La sensatez económica arbitró entre las presiones propias del FDT y el
campo minado-diciembre 2019-que nos llevaba a una hiperinflación, como
pronosticaban los libertarios confesos, los socios y esponsores anónimos.
La meta del primer trimestre se cumplió. El FMI hizo un guiño y permitió
computar como rentas de la propiedad el producido de la colocación de bonos
sobre la par de bonos ajustables por CER hasta un máximo de 0.3% del PBI. En
mayo, el Tesoro alcanzó un financiamiento neto positivo de 76.000 millones de
pesos. El Gobierno pagó
tasas de interés de 57%, (no fueron tasas reales positivas extravagantes-como
el 80% de Sandleris-Macri). Sin embargo continúa la
dependencia de la deuda ajustada por CER. En junio los vencimientos son menores
al promedio mensual de los primeros cinco meses anteriores. Además, una
proporción se encuentra en manos de agencias del sector público. Esa es la
gran diferencia entre el endeudamiento de Macri y el de Fernandez, que el primero
confunde. Fernandez tomó deuda en pesos
con acreedores locales. No es lo mismo que estrangularse con el cable de BlackRock
y JPMorgan en dólares.
“Minga” de receta estándar del FMI.
Aun con el panorama descripto, el Gobierno estimuló un adelanto de los
aumentos salariales acordados en paritarias. Perfeccionó para agosto la suba
del salario mínimo vital y móvil prevista para diciembre y convalidó un aumento
anticipado a junio del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias del 18%,
previsto para fin de año. Sigue acelerando el gasto público con un plan que
beneficia a jubilados de bajos salarios, monotributistas de las mínimas categorías
y trabajadores informales, con el objetivo de mejorar la distribución del
ingreso.
Con el ajuste tarifario a la energía del 17.5% para las clases medias y
altas, el gasto público en subsidios económicos igual no bajará. El Gobierno no
va a detener el avance de los dos proyectos que impulsa en el Congreso con la
creación del salario básico universal y una nueva moratoria previsional.
En la paritaria docente, el ministerio de
Educación ofreció una pauta general de 45.45% en cuatro etapas para el salario
inicial de maestros. La oferta fue aceptada como piso, para negociar escalas
mayores con los gobiernos provinciales. Con los docentes universitarios, el progreso
salarial es del 41% distribuido en cuatro etapas. En 2021 los sueldos de universitarios
subieron 53%. Para minería y cemento los sindicatos acordaron 48.2% para 2022. La
industria de la carne y derivados acordó 55%-carne roja-para el período abril
2022-marzo 2023. La Federación Obrera de la Industria del Vestido afianzó el incremento
de 53.4% en dos etapas, más un adicional de 7%. Camioneros anhela 85% en 2022, más un bono de $ 20,000 sobre el
sueldo básico. Empleados de comercio requiere 24% en abril-junio y apertura de
paritarias con frecuencia trimestral. La UOM obtuvo 45% en tres etapas y su
revisión en noviembre. “La bancaria” logró 60% incluido los adicionales, con
revisiones en los meses de octubre y noviembre. Los estatales acordaron en mayo
un aumento salarial o un incremento adicional del 10% a la paritaria 2021, con
lo cual el aumento anualizado se ubica en 80.4%. Este guarismo es la escala
previa a las negociación colectiva de 2022.
Para decirlo en términos corrientes, el acuerdo con el FMI no está
condicionando la política económica del Gobierno. Sigue la asistencia del gasto
público, y aunque las reservas no crecen, tampoco pasa nada. El financiamiento
monetario neto al Tesoro creció en abril-mayo, y el tipo de cambio nominal y la
tasa de interés siguen corriendo detrás de la inflación y no delante.
El Gobierno no juramentó el acuerdo con las metas pactadas hace dos meses.
Así el PBI podría crecer 4%/5%. El FMI no será severo con los
incumplimientos para evitar que la Argentina se hunda en postergaciones de
pago. Las brechas cambiarias no se escapan, el Tesoro puede colocar suficiente
deuda a fin de refinanciar los vencimientos de deuda y evitar que se desborde
la meta de 1% del PBI de financiamiento monetario autorizado para el fisco, más
la monetización de los DEGs.
ES
NECESARIO CONTEXTUALIZAR
Se trata de una trama mundial de muy alta inflación y guerra en Europa, 2022
es un año de mayor nominalidad, alta incertidumbre y mayor complejidad macroeconómica
en todas partes del mundo. En el planeta, el nivel de actividad
tiende a debilitarse en los meses postreros y un ambiente de pesimismo impera
por doquier. ¡Coraje!
(*) Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en
universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en
Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani