Los críticos presentan al capitalismo financiero como una marea destructora que va generando
ganancias extraordinarias, mientras la economía real queda en un lugar
relegado. A los argentinos nos han convertido en solo dos años, otra vez en
sujetos financieros obedientes, luego de 13 años de autonomía. Appadurai* explica que el sistema financiero-el mismo que
colapso en 2008, se levanto y se expande hacia el sur global-asentado en una
forma que está en crisis: “el contrato”, en que las dos partes acuerdan términos
bajo la premisa que cumplen lo prometido. Ve allí una verdadera revolución en
la historia del capitalismo: los contratos más lucrativos ya no son aquellos en
que ambas partes honran el pacto inicial, sino aquellos donde una parte gana
sumas siderales justamente si la otra incumple sus promesas. El ejemplo más
claro es la extraordinaria ganancia de los fondos buitres y caranchos locales,
gracias al incumplimiento generado por muchos de estos mismos actores en
diciembre de 2001.
Desgraciadamente, como decía en un artículo anterior, más
allá de que todos podemos dar nuestras opiniones, lo que no se puede, es tener
nuestra propia la realidad. Y la realidad se impuso una vez más, por sobre los
deseos, el marketing y el blindaje mediático mas extraordinario que haya tenido
un gobierno, desde el regreso de la democracia. Como venia anticipando, las
acciones argentinas se destruyeron en Wall Street, cayeron los bonos y el
riesgo país subió desviándose del trazo del promedio de los países de la región,
exceptuando Venezuela. Las acciones argentinas que cotizan en Nueva York, hasta
el viernes mostraban caídas de entre 20 a 35% con respecto a noviembre,
mientras que los bonos argentinos cayeron entre 8 y 17 dólares, alcanzando el
bono a 100 años un mínimo de 85,75 centavos por dólar. En este contexto, que la
diferencia entre el riesgo argentino y el del resto de la región ascendió 280
puntos básicos. El gobierno del presidente Macri enfrenta una crisis fenomenal de
confianza, no se trata de una turbulencia. Es la fuga contra activos argentinos
que obedece a la fragilidad de la política económica aplicada. El cambio en el
escenario financiero internacional no afecto a ningún país, del modo que lo
hizo con la Argentina. Había criticado el crecimiento de las vulnerabilidades a
las cuales se sometería Argentina-en el caso de un shock exógeno- y, como esta
leve suba de tasa en los Estados Unidos lo ha puesto de manifiesto. Es que la ingenua
y amateuristica apertura financiera, dolarizando la deuda pública se podía chocar
con una anunciada suba de las tasas en EE.UU que se venía. La corrección de la
tasa de interés de la Reserva Federal fue consecuencia del avance de la
recuperación económica en EE.UU. y los efectos expansivos de la política fiscal
de Donald Trump, en una economía que se encuentra en pleno empleo, con una tasa
de desocupación 3.9% (la mitad del desempleo que la Argentina). Este cambio en
las condiciones externas no fue de ninguna manera el responsable de la crisis,
sino uno de los disparadores. Se cometieron todos los errores posibles. El
BCRA, obsesionado por la inflación, optó por anclar el tipo de cambio, aumentando
las expectativas de devaluación. Luego, aplicó el inconsistente impuesto a la
renta financiera para extranjeros, en un esquema que había sido favorable a la “timba”
previa. Los inversores el viernes desprendiéndose de sus LEBACS, pagando hasta
115% de tasa para salir corriendo a comprar dólares. He venido insistiendo
sobre la fragilidad de la política económica de la administración de Macri,
casi desde el comienzo. Una política monetaria de fijación de la tasa de
interés por sí sola no resulta efectiva para bajar la tasa de inflación; en ese
enfoque, es una estrategia recesiva antiinflacionaria incompleta, que quedó
desdibujada el 28 de diciembre, en la ya célebre conferencia grotesca. La
política fiscal no tuvo nada de gradualista en los dos primeros años de mandato,
sin embargo no mostro ningún progreso, permutando favores por chequera a los
gobernadores y sindicalistas, despilfarrando los recortes sociales más duros. El
déficit primario de 2017 fue mayor al último de Kicillof y el déficit total
(después del pago de intereses de la deuda) fue bastante más alto, resultando harto
superior al déficit récord que dejó la ex presidenta Cristina Fernández en 2015,
bien o mal medido. Para financiar este elevado desequilibrio fiscal se recurrió
a la maquinita y el endeudamiento externo que tornó a la Argentina dependiente
como hace muchos años no lo era. La política de libre flotación cambiaria se
basó en la falsa creencia de que el tipo de cambio flotante permitiría asegurar
la estabilidad macroeconómica, cuando en realidad el tipo de cambio flotante es
el resultado de las políticas fiscal y monetaria que se ponen en marcha en un
marco teórico monetarista o neo cuantitativista. Aquí, la política macroeconómica
de elevado déficit fiscal financiado con emisión monetaria y deuda externa de
alta tasa de interés, terminó acentuando el atraso del tipo de cambio, que mantuvo
alta la demanda de dólares en el mercado de cambios y golpeó a la exportación,
única fuente genuina de divisas.
A esta configuración de políticas económicas hay que sumarle el déficit de la
balanza comercial y la cuenta corriente de la balanza de pagos, con
exportaciones que crecen poco e importaciones que crecen mucho y dólares fugados
que salen por encima de los financieros que entran. Argentina tiene hoy el
mayor nivel de déficits gemelos de los últimos 35 años. En las últimas semanas
los inversores que financian nuestros déficits gemelos se percataron de nuestra
vulnerabilidad macroeconómica. He dicho antes que la cordialidad que
aparentemente generaba el Presidente en el exterior no era útil para nada, su
visión pro-mercado, los industriosos argumentos del BCRA no bastaron. Los inversores
se dieron cuenta que el BCRA había entrado en modo: “LA CASA DE PAPEL”.
Se quebró la brujería, el budismo zen y las logias secretas ya no ayudan. El cambio de las precarias condiciones
que pendían de alfileres implica el fin de un período. La temporada de “bailes y globitos” ha llegado a su fin y
el Gobierno de Macri no supo aprovechar la confianza y la paciencia dispensadas
por la oposición, los sindicatos y los movimientos sociales. Los mercados no
son un barril sin fondo, y ya desde enero no estaban dispuestos a financiar el inconsistente
perjuro programa económico. Por ello para seguir financiando, Dujovne salió sorpresiva y apresuradamente sin billetes aéreos
directos y esperando 36 horas para que lo atiendan 40 minutos en el Fondo
Monetario Internacional. El nivel de impericia con que se realizo todo, no tiene
precedentes. Se dejaron trascender cifras, le hicieron poner la cara al
presidente, a Lilita Carrió, ignorando que un organismo multilateral de crédito,
no tiene a su directorio ejecutivos de tantos países distintos esperándolos en
una oficina para tomar decisiones apresuradas. Es que no están todos los días.
El directorio de la entidad no se reúne con frecuencia. No es el gabinete de Macri. La señora Lagarde
es una buena anfitriona seducida con una cena, pero por si sola no decide nada.
Si este era el plan, colocaron el carro delante del caballo. En 2016 tal vez hubiese
sido más conveniente buscar apoyo para obtener créditos más baratos que los que
tomamos. Ahora hemos optado por recurrir al FMI en pánico exagerado en medio de
la crisis financiera que debería haber sido una simple corrida. Ahora vamos por
un préstamo “stand by”, una línea con las condicionalidades de los acuerdos
usuales del FMI y el monitoreo de cumplimiento de metas. Pero si el año pasado
los propios funcionarios del FMI aconsejaban que Argentina solicite alguna
línea preventiva.
Es probable que si el “mejor equipo” decide sobreactuar, como en los últimos
días, suponiendo la descompresión de tensiones en el mercado de cambios, encuentre
en la oposición-el rechazo de aumento de tarifas-el chivo expiatorio para
hacerlo responsable de todo lo que pasa. Combinar suba de tasa de interés,
obligar bancos a vender 2/3 de sus tenencias en dólares, realizar desafortunadas
intervenciones en el mercado de futuros y formalizar un sorpresivo anuncio de
asistencia del FMI, son todas medidas inadecuadas para disipar la inverosímil incertidumbre
incentivada. El martes vencen $647 mil millones en LEBACS, sin ayuda no podrá
descomprimirse sino agravarse el panorama existente.
Es necesario que haya algunos cambios en el gabinete, no se puede es mantener “el
mejor equipo” que nos condujo hasta aquí, ni conservar ninguno de sus
responsables directos. En este contexto, con pérdida de confianza de los
mercados y asistencia del FMI, puede que
se intente ajustar mas el déficit fiscal, luego es lógico que se abandone el
régimen de libre flotación y se opte por un régimen de administración del tipo
de cambio procurando mantener un peso más devaluado que el que pudiésemos haber
tenido. Ahora así, se vino una tasa de interés real positiva para generar una recesión
que ayude a evitar el traslado a precios de la suba del dólar. Ante todo lo
ocurrido, y frente a los cambios que se avecinan, se espera un bajo crecimiento
económico como descontábamos con un simple episodio desencadenante. Entramos en
stagflation (inflación con estancamiento), menor crecimiento económico, más inflación,
un ajuste fiscal mayor, una devaluación real del tipo de cambio mayor, mas
desempleo y caída de salario.
Hasta ahora llevábamos 13 años sin pedir un crédito al FMI, estaba dificultado
hasta por Dujovne con su cartelito en TN. Volver al FMI fatigado por las
circunstancias, implica una pusilanimidad y cobardía, pocas veces vista. No confían
ni en ellos mismos, como puede deducirse del dinero de los ministros que
permanece en el exterior. El Presidente Macri intenta restaurar algo de la
confianza y credibilidad pero luce muy difícil. Difícilmente recupere la
confianza del consumidor que ya ha caído 21% desde noviembre del año pasado. La
imagen del Presidente Macri se ha deteriorado tanto en los últimos meses que
ahora corre el riesgo de bajarse para 2019.
Pensando en la idea de Schumpeter: “destrucción creativa”,
en el que sostenía que las innovaciones más importantes que el capitalismo alentó
y garantizo, fueron aquellas que conllevaban la destrucción masiva a medida , Arjun
Appadurai busca identificar las nuevas fuentes de lucro a través del riesgo que
dejan las destrucciones masivas. Desde ahora habrá que estar atentos a las CDS
(Credit Default Swap)-una apuesta contra los títulos argentinos, que ya habían comenzado
a escalar, previendo y apostando a un nuevo default en algún momento. El CDS abrió
un negocio nunca antes visto, al erosionarse la base de los préstamos, si se
apoyan en promesas de pago que no se cumplen, se beneficiaran
extraordinariamente quienes ahora mismo estarán apostando contra el país.
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