La puja de las elites ha
impedido que en ciertos momentos de la historia argentina, donde se había
formando una situación pre hegemónica conservadora, el vedetismo y la impremeditación
prevalecieran sobre la causa ideológica y/o política. En economía, una incoherencia
tras otra deja desarmados a los economistas ortodoxos críticos, que como una
orquesta sinfónica habían salido este fin de semana a sostener una sospechosa arenga
optimista.
El BCRA apresura el ritmo de
emisión monetaria por encima del 30% y no es mayor, merced a la antipática venta
de u$s 2.400 millones de reservas. Aplicar ahora impuestos a la renta
financiera es inconsistente para los extranjeros y por lo tanto expulsa ingreso
de capitales, en lugar de atraerlos. El Banco Nación anunciará fuertes ajustes
de tasas de interés-las tasas de los créditos hipotecarios casi se duplicarán-
y, son aplicables dentro de 20 días. Es que el 80% de los créditos otorgados en
2017 fueron de la banca pública, antes de las elecciones y, como era previsible
pueden tornarse insostenibles.
Nuevas advertencias asoman, ya no al fracaso del
proyecto hegemónico, sino a que se pueda repetir la historia de la UCR de Alfonsín
ó, del Frepaso y la UCR de Alfonsín y Terragno. La interna dentro de la Alianza
neoliberal recrudeció y hubo diversas expresiones en los postreros días. Esta UCR ya en “modo De la Rúa” se congregó dirigida
por Cornejo, y solicitó a Cambiemos que el aspirante a Vicepresidente en 2019 sea
propio, además de otras acrecencias en las listas. Se comenta que a instancias
de Ricardo Alfonsín se esbozaron críticas cualesquiera se pueda imaginar al
gerenciamiento del Estado Macrista. El artífice y responsable máximo de “Macri
Presidente”, el resbaladizo Ernesto Sanz, quien declinara cargos, por temores
políticos parecidos a los de Aranguren en economía; indicó que ahora sí, la UCR
requería más intervención y autoridad en el régimen. Los dardos envenenados de
la Carrió, que hicieron campaña para Alfonsín, De la Rúa y Macri, anticipan otro
nuevo desmarque y despegue acelerado. Es que tarde o temprano germinarán
responsabilidades con las que aspira no ser identificada, concretamente asuntos
de corrupción y ajuste. Indicó para eso que si “este fuera su gobierno” (si no
lo es, no sabemos donde estará ahora), hubiera despedido a Aranguren y nunca
hubiera aprobado el feroz aumento de tarifas a favor de “friends & family”.
También amenazó extender su denuncia contra el Dr. Lorenzetti, algo que el
gobierno por alguna razón quiere evitar, tal vez tenga que ver con el nuevo
episodio de escuchas telefónicas del cual existen antecedentes, y obra en el
ámbito de la Corte Suprema.
Lo cierto es que dentro de la liga neoliberal, se ve como siempre, una mezquina batalla excesivamente
adelantada por una aun improbable sucesión presidencial. Tratando de asegurar
la facturación de su agencia publicitaria, el empresario ecuatoriano Durán
Barba le doró la píldora a Marcos Peña. Conoce el ecuatoriano que la adulación funciona
con estos vecinos, por eso le llamó el “Kennedy argentino”, como poniendo
fichas por si resulta sucesor de Mauricio Macri en la tómbola. Todo esto es
consistente con un presidente que luce y trasciende extenuado, es por esa razón
que en lugar de cruzar la Cordillera, envía al acto por el Bicentenario de la
batalla de Maipú, a su incondicional prosélito. Institucionalmente le correspondería
ir a Gabriela Michetti, quien “paso a paso y golpe a golpe”-como corea Serrat-
va yaciendo desechada del estrecho módulo cortesano. En la otra esquina “Mariu”
se apandilla esta semana con su grupo en otro “retiro espiritual” en
Chapadmalal; ella tiene tiempo, lo ha sacrificado todo:
juventud-matrimonio-hijos-casa, su gran desafío es ir ganando municipios que
hoy son peronistas.
En la dinámica de este desmoronamiento macroeconómico
y social hay una dimensión que debe ser estudiada más a fondo, que es el rol
que está jugando la comunidad corporativa y financiera local e internacional.
Los empresarios y los medios han sido los verdaderos artífices y portadores de
la mitad de la ideología pre hegemónica que parió este leviatán durante los
últimos diez años. En esa comunidad existía un consenso muy extendido, de
vocación hegemónica inamovible sobre las políticas económicas que tenían que reimplantarse
en la Argentina para estos tiempos. Por lo tanto, para entender mejor lo que
ocurre en este momento, es necesario profundizar el conocimiento de la red de
personalidades influyentes que hoy están en comando, pero con inocultable
conflicto de intereses.
La dominancia corporativa sobre la política tiene
mucho que ver con estos individuos clave. Y como vimos en Brasil, no se trata
de un fenómeno circunscrito a la Argentina. La vuelta a las reformas económicas
neoliberales en la región, incubó un periodo de políticos empresarios en
Argentina, Chile y Brasil. Sin embargo, a solo dos años de gobierno, el prototipo
clave que fue Mauricio Macri, muestra signos de fatiga. Este empresario
heredero de SOCMA, sucesor de uno de los más conocidos contratistas del Estado argentino,
fue y es fundamental para esta comunidad corporativa, que se caracteriza por
ciertas creencias y convicciones. Después del fracaso de la tecnocracia en
2001, los empresarios creen que los negocios deben permanecer a través de la
política de las negociaciones, los apoyos y las concesiones. Opinan que es
tiempo de que el empresario defina y ejecute su propio rol, estableciendo
compromisos sustentables en el tiempo, por ahora con los políticos. Introducen el
concepto que el progreso o el bien buscado se consiguen mediante la desaceleración
de la despolitización tradicional, y desconfían de los valores, las ideologías
y las lógicas de la política partidaria, por eso han devastado lo poco que
subsistía de los partidos históricos. Los negocios, en la mentalidad
corporativa, ven hoy al Estado como un implementador de políticas públicas que
debe colocarse "por encima" de los intereses sociales, sin
ruborizarse. Pero
la ausencia de una base sólida de sustentación política a las decisiones de
política económica puede debilitar aún más a un gobierno ya débil
macroeconómicamente, y impide abandonar el colapso que se aproxima, si algo
llega a fallar. La solución a otra eventual crisis, ya no podría venir del
ministro Melconián, sino de una nueva construcción de la política que no se ve
con suficiente claridad. Las dos preguntas del millón son: ¿Por qué, en un
contexto de extraordinaria vulnerabilidad económica ante un eventual shock
exógeno, el presidente Macri no consigue construir una hegemonía que constituya
una eventual salida? ¿Existe algún “plan B” que garantiza otras alternativas
políticas que garanticen la restauración neoliberal? Esa fe en la política corporativa
ha desarrollado y caracterizado parte de este primer período pre eleccionario
2017, pero una escalada potencial de crisis macroeconómica puede contribuir a
cerrar la tentativa de manera abrupta y con final incierto.
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